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"Circus Klezmer se despide en el Teatro Grec"
Argentino de origen judío, Adrián Schvarzstein es el creador y director artístico de Circus Klezmer, una pequeña joya del circo contemporáneo, llena de sabiduría escénica que se estrenó en el Ateneu Popular de Nou Barris en 2004. Una desbordante imaginación, las novias voladoras de Chagall y la música judía procedente del este de Europa inspiran este espectáculo que ha girado por medio mundo y que se despedirá definitivamente en el Teatro Grec el 21 de julio.
Hablamos com Schvarzstein por teléfono porque está trabajando con el Cirque du Platzak, en Holanda (en un mes, este artista ha visitado Camboya, Singapur, Malasia y Eslovaquia), y nos transmite la energía y alegría de un montaje que, desde las artes circenses, reivindica a través de la celebración de una boda los momentos cotidianos de felicidad de los judíos antes del Holocausto.
P.-Qué cambios habéis introducido en el Circus Klezmer que veremos en el Teatre Grec?
R.-Recuperamos a los artistas originales de 2004 menos a dos: Emiliano Sánchez y Eva Szwarcer, hija del exdirector del Festival Grec, Ricardo Szwarcer. Hace años que ambos están en la compañía, son pareja en el espectáculo y en la vida real. Nuestra intención es retornar a aquel espíritu inicial incluyendo lo que hemos aprendido en las giras y en las funciones para escuelas. En el Grec nos despediremos con una gran fiesta.
P.-La boda judía representada en el espectáculo está concebida como una historia universal?
R.-Sí. Es una boda judía que en el fondo es universal. La historia transcurre en un lugar indeterminado del este de Europa pero podría haberse ambientado en cualquier pueblo catalán. La idea surgió de las novias y los violinistas voladores de Chagall, impulsados por el amor; y de la música klezmer, que desde sus orígenes está destinada a las celebraciones.
P.-La boda simboliza un mundo perdido?
R.-Un mundo que ha cambiado pero no sólo en la cultura judía. Europa también ha perdido parte de la cultura gitana o algunas tradiciones en el País Vasco francés.
P.-Cómo define el humor en la cultura jiddish?
R.-Es un humor que se ríe de sí mismo. No se toma la vida demasiado en serio y eso lo dota de un aire ligero. Es también un poco picante y muy humano pese a mantener un punto de melancolía. Quizás hoy hemos olvidado que todo es pasajero, que nada es eterno. En ese sentido, nuestro espectáculo reivindica un espíritu perdido, anterior a la Segunda Guerra Mundial.
P.-Por qué decidió interpretar al loco del pueblo?
R.-Tengo formación de actor físico. Soy un cómico. Y el papel del loco me servía para aportar mi visión sobre el circo contemporáneo a Circus Klezmer, que es el espectáculo de circo contemporáneo catalán más representado en el extranjero.