Una historia cotidiana, llena de luz y poesía, sobre una mujer incapaz de hablar que acaba de mudarse a un piso en el centro de la ciudad. Una vecina y un conserje combatirán sus soledades compartiendo con ella sus historias.
Dicen del autor de esta pieza teatral, el argentino Pablo Messiez, que más que un dramaturgo y director, es un encantador de espectadores. Y no es extraño, pues sus montajes son especialmente personales, no beben de las fuentes más conocidas y proyectan sobre los asuntos que trata una mirada nueva que siempre pone el foco en un punto diferente del que resulta más evidente. Sus montajes tienen una poesía que escapa a toda afectación y, como en este caso, a veces acaricia el alma del espectador y a veces... la rasga. Y es que los protagonistas de esta historia quizás sean seres derrotados, rotos y aparentemente hundidos, pero todavía mantienen en su interior una luz de esperanza. Muda, un título que tanto hace referencia al silencio obstinado de la protagonista como a su cambio de domicilio, nos explica la historia de Anna, una mujer que llega, silenciosa, a su nueva vivienda en el centro de la ciudad. Quiere conocer a su hermana mayor, la pariente desconocida de la que tanto le hablaba su madre, que acaba de morir. Allí se encuentra con un conserje, un hombre solo y herido que añora lo que tuvo y ya no tiene, que se refugia en el alcohol y que tiene preparada la cuerda para colgarse en el momento en que se decida a hacerlo. Mientras tanto, sin embargo, hablará con la recién llegada, estableciendo un diálogo con el silencio similar al que se produce en la consulta de un psiquiatra. En el piso superior vive Flor, una mujer que se cree sofisticada pero que es vulgar y molesta, que finge una felicidad que no tiene y que, para no pensar en lo que le falta, habla sin parar, no fuera que el silencio la arrastrara a la tristeza.
Es una pieza teatral que se vio con gran éxito en Madrid hace ya unos años y que firma un autor con más de veinte años de trayectoria. A principios de este año, precisamente, Messiez dirigió en el Teatre Lliure su obra El temps que estiguem junts, interpretada por los jóvenes integrantes de La Kompanyia Lliure.
Una producción del Grec 2018 Festival de Barcelona, Escena Nacional Andorrana y La Banda.
Proyecto en residencia en Fabra i Coats, Fàbrica de Creació.
Autoría: Pablo Messiez Dirección: Mercè Vila Godoy Interpretación: Maria Lanau, Jordi Rico, Glòria Sirvent Traducción: Marc Artigau Espacio sonoro: Dani Nel·lo Escenografía e iluminación: Laura Clos, Closca Vestuario: Laura Garcia Ayudantía de escenografía: Sergi Corbera Ayudantía de dirección: Andrea Monje (alumno en prácticas de la escuela Eòlia) Producción ejecutiva: Giulia Poltronieri Grabación de archivo: Isak Férriz Fotografía: David Ruano