Amable informal
Artistas: Bárbara Sánchez Barroso, Blanca Gracia, Enrique Radigales, Fito Conesa, Irene Pe, Julia Puyo, Luz Broto, Marc Herrero, Radia Cava-ret (Samu Céspedes, Patricia Del Razo, Violeta Ospina Dguez i Yazel Parra Nahmens), Tau Luna Acosta, Xesca Salvà i Marc Villanueva
A cargo de Pilar Cruz
La amabilidad es uno de esos conceptos que todo el mundo parece tener muy claros pero nadie es capaz de definir con precisión. Nos falta vocabulario y solo se nos ocurren ejemplos. Tendemos a definir la amabilidad con alguna de las formas de la cortesía: sonreír a alguien, sujetar la puerta, por favor, gracias, no es molestia. Las formas de la cortesía son necesarios estándares de convivencia, en ocasiones costumbristas, que reflejan estructuras sociales. Una buena educación.
La amabilidad, en el sentido de dejarse ser y dejar ser, va más allá de la formalidad estandarizada en nuestra relación con los demás. Pensamos que la amabilidad es servil y complaciente, incluso naíf, pero tiene una enorme capacidad para desactivar el poder, y por tanto una enorme potencia política. Para el filósofo Byung-Chul Han, el poder es centralizador, tiene tendencia hacia sí mismo, y lo que le queda a un lado es algo que se tiene que suprimir. La amabilidad desactiva esta tendencia y brinda espacios a lo múltiple. No se trata (solo) de comportamiento, sino de favorecer espacios de descompresión.
Las obras presentes en esta exposición no tenían, a priori, cuando fueron creadas, la amabilidad como principal intención, pero a todas les cubre y les supura. Los artistas reflexionan sobre ella como praxis crítica, como modo de hacer y de mostrar, incluso como consecuencia inevitable. Le aportan significado y vocabulario, y amplían su campo semántico y, por tanto, nuestro imaginario sobre lo amable. La aterrizan en el presente, y sus propuestas se convierten así en lugares simbólicos de relación con los demás, casi como pequeños antídotos contra el pesimismo y la distopía.