Barcelona

El origen de estos jardines, dedicados al poeta Eduard Marquina, es el antiguo parque de atracciones Turó Park, situado en una extensa finca propiedad de la familia Bertrand-Girona, que abrió sus puertas en 1912 y funcionó hasta 1929. En el año 1917 la finca fue incluida en la previsión de espacios verdes de Barcelona, por la que estaba afectada. Cuando el parque de atracciones cerró, los propietarios hicieron un pacto con el Ayuntamiento, por el que se cedía la parte central de los terrenos a cambio de poder urbanizar el resto.

Nicolau M. Rubió i Tudurí fue quien pensó en un jardín de uso básicamente vecinal. Durante décadas, el Turó Park fue el único espacio verde de la zona y uno de los pocos de la ciudad. Con los años, a pesar del progresivo incremento de los espacios verdes por toda Barcelona, este parque ha continuado teniendo un uso que supera el puramente vecinal.

El Turó Park es rico en especies y ejemplares arbóreos excepcionales, tanto por su altura como por su edad. Tiene un bosquecillo de encinas, con un sotobosque de plantas arbustivas y trepadoras propias de la vegetación mediterránea, como el durillo. También destacan las magnolias, los pimenteros falsos, los cedros del Himalaya, los tilos, los plataneros y los árboles del amor. En cuanto a las palmeras, hay grandes ejemplares de palmera datilera, de palmera de Canarias y de washingtonia. Entre los arbustos, destacan los laureles y las adelfas. En los parterres perimetrales hay rosales y plantas aromáticas.

Las esculturas son un elemento importante del Turó Park: la de Apel·les Fenosa, dedicada a Pau Casals; la de Josep Calarà, dedicada a Francesc Viñas; Un Oiseau, de Jean Michel Folan; y, en la pradera, La ben plantada, de Eloïsa Cerdan, una pieza de bronce que rinde homenaje al escritor Eugeni d’Ors. Presidiendo el eje del parterre de las magnolias, está la Biga de la Font de l’Aurora, de Joan Borrell i Nicolau, una estructura de bronce que representa una biga clásica (carro tradicional) tirada por caballos con un parterre de rosales delante.

En este espacio verde el arte también está presente de una manera literaria. Un recorrido poético nos permite visitarlo, guiados por Federico García Lorca, Fernando Pessoa, Dylan Thomas, Sylvia Plath, Walt Whitman, Narcís Comadira, Salvador Espriu, Joan Vinyoli y Alfonsina Storni.

Si accedemos al parque por la entrada principal, dentro de un pequeño estanque una escultura dedicada al gran violonchelista Pau Casals nos da la bienvenida. Está situada en una plaza ovalada al fondo de la cual, en la verja que rodea el parque, hay tantas puertas como caminos para entrar: uno principal, en el centro, y a cada lado dos caminos perimetrales, todos ellos enmarcados por más de cincuenta encinas muy bien recortadas.

Los caminos perimetrales de la izquierda nos conducen a una gran área de juego infantil y, un poco más allá, a dos de los espacios más bonitos del parque: el estanque y la pradera. El estanque es ovalado y está cubierto de ninfas que florecen en primavera. Encima se extiende, espléndida, una gran pradera presidida por majestuosos tilos.

Si giramos hacia la derecha encontramos la plaza del Teatret, con un quiosco de bebidas para hacer una pausa refrescante que nos recuerda el teatro al aire libre que durante muchos años estuvo activo en este parque. Es un espacio de sombra y frescor, la zona de estar por excelencia, justo en medio del jardín.