Barcelona

Como tantos espacios verdes de Barcelona, sobre todo en la zona de Montjuïc, estos jardines están situados en los terrenos de una antigua pedrera. Fueron inaugurados el mismo día que los de Mossèn Costa i Llobera y los de Joan Maragall: el 22 de junio de 1970, y es uno de los tres parques que se dedicaron a poetas catalanes.

Algunas se mantienen en vegetación todo el año, como los agapantos (Agapanthus sp), las hemerocalis o lirios de San Juan (Hemerocallis sp). Otras especies, que deben replantarse cada temporada, descansan en verano y en otoño, como los tulipanes (Tulipa sp), los jacintos (Hyacinthus sp), los narcisos (Narcissus sp), el azafrán (Crocus sp), las anémonas (Anemone sp), los ranúnculos (Ranunculus sp) y los muscaris (Muscari sp), que florecen a finales del invierno y en primavera; las dalias (Dhalia sp) o las cañas de India (Canna indica) florecen en verano y al inicio del otoño y descansan en invierno.

Están plantadas en 2.800 m² de parterres, que se extienden por encima de las praderas de césped formando una especie de serpentina continua y colorida.
Cada año se plantan unos 80.000 bulbos, distribuidos en función de los colores, la duración de las flores y la altura de las plantas. Hay dos épocas de gran floración: los meses de marzo y abril y desde finales de julio hasta principios de setiembre.
Los árboles también son muy importantes. Justo encima de la escalinata de la entrada principal hay un pequeño paseo con palos rosas (Tipuana tipu) y cerca del lago hay magníficos ejemplares de eucalipto (Eucalyptus camaldulensis), un pequeño bosque de álamos piramidales (Populus alba ‘Pyramidalis’), sauces (Salix babylonica) y cedros del Himalaya ‘Pendula’ (Cedrus deodara ‘Pendula’). Otras especies arbóreas presentes en los jardines son un ginkgo (Ginkgo biloba) —hay uno que pertenece al Catálogo de Árboles de Interés Local de Barcelona—, un cedro del Himalaya (Cedrus deodara), grandes magnolias (Magnolia grandiflora), cipreses de los pantanos (Taxodium distichum), sóforas o acacias del Japón (Sophora japonica ‘Columnaris’😉 y varias especies de álamos (Populus alba, Populus ‘Campeador’ y Populus x canadensis).

Las albercas
En la parte superior se concentra la parte más importante de la colección de plantas acuáticas. Están situadas en una treintena de pequeñas albercas conectadas que se reparten a ambos lados de una larga escalinata.
El agua va bajando desde un estanque alargado situado delante de una pared de rocalla con una pequeña cascada. Un puente de madera redondea la delicadeza de este rincón, donde se encuentra uno de los accesos al recinto.
Anfibios

Gracias a la naturalización y a un mantenimiento respetuoso de estas balsas se localiza en este espacio de Montjuïc una nutrida colonia de anfibios. Su presencia en Montjuïc es anterior a la creación de estos estanques. Forman parte de la fauna libre preexistente en la montaña. Las charcas naturales donde vivían fueron sustituidas en el momento de la construcción de los jardines por estas balsas interconectadas y los animales aprovecharon este nuevo hábitat generado ocupándolo hasta la actualidad.
Así, en el interior del agua encontraremos ejemplares de rana común (Pelophylax perezi), los correspondientes renacuajos de su especie y otras ranas terrestres, así como larvas de libélulas. La otra especie que comparte el espacio es la ranita meridional (Hyla meridionalis). Las ranitas, sin embargo, no las encontraremos en el agua: viven camufladas entre las plantas de los alrededores de las balsas.

La noia dels lliris (1970), situada cerca del lago, es un homenaje a Mossèn Cinto Verdaguer y lleva una inscripción con estos versos del gran poeta: “Bonica és la rosa / més ho és el ram / més ho és el lliri / que floreix tot l’any”. Maternitat, de Sebastià Badia (1970), está situada al lado de la caseta de los jardineros, bajo un gran pino marítimo. Es una imagen serena, dulce y muy tierna de una mujer mirando al hijo que tiene en el regazo.

Los jardines de Mossèn Cinto Verdaguer son un lugar para estar y para pasear. El espacio es tan tranquilo que no es extraño ver tórtolas caminando por el césped.
Por todas partes hay caminos y tramos cortos de escaleras de piedra adornados por la hiedra, que se ha instalado entre peldaño y peldaño. Permiten desplazarse entre las grandes praderas que ocupan el jardín e ir descubriendo la colección de plantas que contiene. La hierba es de un verde tan luminoso que si en primavera y en verano contrasta con el color de las flores, en otoño lo hace con los tonos ocres de los caducifolios.
La entrada principal, situada en la avenida de Miramar, es monumental. Recibe al visitante un gran escudo de Barcelona hecho con plantas bulbosas, enmarcado por grandes magnolias, que en su momento de floración, a finales de primavera, dan al conjunto una gran espectacularidad.
Desde este punto se puede contemplar la perspectiva de una gran alfombra verde que asciende suavemente, formada por las praderas del jardín.