La inauguración del Gran Teatre del Liceu en 1847 fue decisiva para la creación, a partir del año siguiente, de una plaza destinada principalmente a las familias burguesas y acomodadas que vivían en la zona. Diseñada por el arquitecto Francesc Daniel Molina en el solar que había dejado el antiguo convento de los Caputxins, la plaza Reial es una de las poquísimas plazas con soportales de Barcelona.
Del convento a la bohemia
Como sucedió con tantos otros conventos de Barcelona como el de Sant Josep o el de Santa Caterina, antiguamente situados donde hoy están los mercados homónimos—, el convento de los Caputxins fue destruido en el marco de la desamortización eclesiástica del siglo XIX. En el solar que quedó se levantó, entre los años 1848 y 1859, una gran plaza porticada de planta rectangular, rodeada de una edificación neoclásica. Siguiendo el diseño de la plaza Mayor de Madrid, el arquitecto Molina concibió un conjunto ordenado y elegante, con porche de bóveda catalana soportado por arcos de medio punto y fachadas de estilo isabelino con balcones y pilastras corintias.
A solo unos pasos del Liceu —el símbolo burgués por excelencia—, la plaza Reial cumplió, durante muchos años, el papel de centro neurálgico de la poderosa patronal barcelonesa.
Punto de encuentro
Hoy en día, el carácter altivo de tiempos pasados ha dejado paso a un ambiente más popular, y la plaza Reial se ha convertido en una de las más concurridas de Barcelona. Las terrazas ofrecen una agradable pausa a los barceloneses y a los turistas que se acercan para tomar algo, y bajo los porches se cobijan cervecerías míticas, locales musicales y salas de conciertos.
La plaza esconde algunos tesoros más: las dos farolas de seis brazos son una obra de juventud de Antoni Gaudí, y la Fuente de las Tres Gràcies, de hierro, es de Antoni Rovira i Trias y data del año 1876. Para acabar, en la calle del Vidre adyacente sobrevive el herbolario más antiguo de Barcelona y probablemente de toda Cataluña: es la Herboristeria del Rei, una tienda que se mantiene inmune al paso del tiempo desde hace casi dos siglos.
Patrimonio cultural
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Ciutat Vella
el Barri Gòtic
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