La revolución del agua en Barcelona. De la ciudad preindustrial a la metrópoli moderna, 1867-1967
La revolución del agua, inscrita en el cúmulo de cambios que denominamos «revolución industrial», rompió los viejos equilibrios entre el agua y la ciudad. La perspectiva histórica nos lleva a apreciar la profundidad y el carácter sistémico de esa discontinuidad, con fuertes implicaciones tecnológicas, económicas, sociales y culturales, que ha modificado radicalmente nuestra relación cotidiana con el agua. En Barcelona, los nuevos requerimientos se resolvieron inicialmente intensificando las viejas prácticas preindustriales, pero los retos del Eixample, así como el ejemplo de otras grandes ciudades, pusieron las bases de la transición hacia el nuevo «modelo circulatorio», en el que suministro de agua y sistema de saneamiento se equiparaban a los sistemas arterial y venoso. Hacía falta un nuevo alcantarillado para evacuar las aguas distribuidas y para garantizar el desagüe de los residuos de letrinas, y también un buen caudal de agua para garantizar la limpieza de ese alcantarillado. Las transformaciones decisivas se precipitaron durante el cambio de siglo, con el proceso de concentración empresarial y el arranque de la renovación efectiva del alcantarillado.
Uno de los aspectos más novedosos y relevantes de esa evolución es la incorporación del agua a las viviendas, con los nuevos aparatos sanitarios y los espacios de baño, que modificaron profundamente las prácticas higiénicas y vehicularon una nueva cultura del cuerpo. Este cambio de modelo requirió unos cien años, que pueden acotarse entre 1867, cuando se construyó la primera elevación en nuestra ciudad, y 1967, cuando la llegada efectiva del agua del río Ter permitió generalizar las nuevas pautas de consumo.