Complementando el dossier “La ciutat digital”, el fotógrafo Gunnar Knetchel ha elaborado la serie fotográfica Más que datos, que explora la relación entre tecnología e información en la ciudad.
La revolución lleva asociada la datificación del mundo y de las ciutades como grandes productoras, gestoras y analizadoras de información. Y es que los datos son la materia prima necesaria para comprender un mundo cada vez más complejo.
En la seria fotográfica Más que datos, Gunnar Knechtel nos hace mirar una ciudad aparentmente muda, que nos interroga sobre por qué y cómo se han de captar y custodiar los datos, quién ha de ser el propietario de esta información y de las infraestructuras que los contienen y quién se tiene que beneficiar del valor añadido que se obtiene de ellos. Estas y otras preguntas forman parte de la construcción del pacto social en torno a los límites de la actuación privada y a la defensa de lo público.
Texto y pies de foto de Olga Subirós.
Las conexiones barcelonesas en internet incluyen dos cables submarinos: el BARSAV, que une la ciudad con Savona, y el PENBAL-5, que lo hace con Mallorca. La ciudad cuenta con una de las redes libres de wifi más grandes de Europa. ¿Podría esta convertirse en un hub de internet, como Marsella, adonde llegan nueve cables que la conectan con Singapur, Hong Kong y Sudáfrica? ¿Debería ser el cable submarino una infraestructura pública como lo son las de transporte? — Olga Subirós
En Barcelona, un millar de antenas de telefonía transmiten datos de correo electrónico, llamadas, búsquedas en internet y otros servicios. Son datos que se almacenan en centros privados y deslocalizados, los cuales generan un gran valor y otorgan poder a terceros. ¿Cómo podemos recuperar la propiedad de nuestros datos y qué papel desempeña en ello la Administración pública? Proyectos como DECODE trabajan en pro de la soberanía digital. — Olga Subirós
En la ciudad existen más de 36.492 semáforos controlados digitalmente. Las supermanzanas, la red ortogonal de autobuses y la regulación de las bicicletas y los patinetes eléctricos contribuyen a la pacificación del tráfico. Estas, junto a otras iniciativas de movilidad sostenible, han sido clave en el nombramiento de Barcelona como capital europea de la movilidad urbana por parte del Instituto Europeo de Innovación y Tecnología (EIT). — Olga Subirós
Quince mil sensores municipales transmiten datos en tiempo real relacionados con la energía, el ruido o los residuos. Forman parte de lo que se conoce como internet de las cosas, y se controlan con Sentilo, un software de código abierto desarrollado por la ciudad de Barcelona. La gestión de los residuos se basa en el uso de sensores, la recogida neumática y el desarrollo de una cultura ciudadana del reciclaje. — Olga Subirós
En Pequín y en Londres hay medio millón de cámaras públicas de vigilancia, mientras que las líneas del metro barcelonés tienen instaladas ocho mil cámaras de seguridad. Hay que regular la tecnología con leyes que protejan derechos básicos como la intimidad y la privacidad. Las ciudades deben apostar por la tecnología ética y responsable: en este sentido, Barcelona acaba de presentar los Ethical Digital Standards, unos patrones comunes de servicios digitales abiertos y éticos. —Olga Subirós
El supercomputador MareNostrum 4 del Barcelona Supercomputing Center (BSC) ha incorporado tres racks POWER9, que convierten esta máquina en la primera de Europa y la novena del mundo en cuanto a eficiencia energética. Con este superordenador, capaz de ejecutar 11,865 billones de operaciones (Gigaflops/Watt), el BSC pretende acelerar la investigación basada en la inteligencia artificial (IA). — Olga Subirós
El Fab Lab Barcelona es uno de los principales laboratorios de la red mundial de 1.600 fab labs, talleres de fabricación digital para la producción local y sostenible de casi cualquier cosa necesaria para conseguir que una ciudad sea autosuficiente. Desarrolla dispositivos inteligentes abiertos para la recolección de datos como el Smart Citizen Kit, una placa Arduino equipada con sensores de calidad de aire, temperatura, sonido, humedad y cantidad de luz. — Olga Subirós
La red barcelonesa de vigilancia de la calidad del aire está formada por once estaciones fijas. Acciones como xAire, que movilizó una veintena de escuelas para colocar ochocientos sensores destinados a monitorizar la contaminación del aire, nos muestran caminos para la participación ciudadana en la producción y el control de los datos masivos para el bien común. — Olga Subirós
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