Este trabajo de fotografía callejera no pretende contar historias ni documentar realidades, tan solo pasear por Barcelona, estar atento a lo que ocurre alrededor y capturar escenas que resultan relevantes, por su estética, por su luz o por sus personajes y las acciones que desarrollan. Nada más.
La de Ignasi Raventós es una fotografía callejera que ha evolucionado desde las primeras imágenes en blanco y negro, bajo la influencia de maestros como Cartier-Bresson, Robert Doisneau, Francesc Català Roca o Ramon Colom, hasta las imágenes donde el color toma protagonismo, en un intento por acercarse a la fotografía contemporánea callejera. Pero existe un elemento que siempre está presente en el trabajo de Ignasi Raventós: el uso de la luz, que lo dota de calidad, profundidad y orden. Y de aquí procede el nombre de este trabajo: La luz de Barcelona.
En marcha. Arranca. La luz de la tarde de invierno que entra por la calle de Sant Pere Més Alt, tamizada por el polvo de unas obras, crea un ambiente de contraste. Los peatones proyectan largas sombras y el faro de la moto se asemeja al sol del atardecer.
Temporal de invierno en Barcelona. Cargando la tabla bajo el brazo, un surfista se apresura a llegar a la playa de la Barceloneta. Allí se encontrará con otros amantes del surf. Varios días al año hay olas en el litoral barcelonés y, cuando las hay, nunca faltan surfistas.
Soledad compartida. Una mañana de invierno. Tres amigos pasean por la Anilla Olímpica de Montjuïc. Van en formación, casi uniformados, con la misma posición de manos. Cada uno, con sus pensamientos.
La huida de Pancho. El sol del atardecer, en un día de invierno, proyecta sombras con formas geométricas que compartimentan el espacio. La sombra del fotógrafo forma parte de la escena. De repente, entra un perrito, veloz como una flecha. “¡Pancho!”, grita su amo.
Nunca más se ha vuelto a ver este aparcamiento de bicicletas vacío. Ese día lo acababan de instalar, y el fotógrafo tuvo la suerte de poder enfocar la cámara a través de los círculos. Y pasó lo que tenía que pasar: un ciclista.
El triunfo del skater. Cada vez que logran voltear el skate bajo sus pies, y después caer perfectamente encima y seguir rodando, lo celebran como un triunfo. No es fácil. Son perseverantes.
La mujer del sombrero. Texturas, líneas y formas. Los barceloneses y las barcelonesas son gente elegante.
Pura coincidencia. El plátano en la mano es la guinda de este pastel de limón.
Plaza Nova. Cada mañana, los guías esperan a los clientes que han hecho una reserva. Una visita guiada por el barrio Gòtic para conocer a fondo la historia milenaria de la ciudad.
Atardecer de invierno en la calle de Elisabets.
La cerveza de la tarde. Grupos de amigos y parejas se reúnen en las terrazas cercanas al MACBA.
Cuadrículas. En el Born, turistas y vecinos de Barcelona encuentran bares auténticos con una decoración muy afinada.
Música siempre. En Barcelona, son muchos los locales que ofrecen actuaciones en directo.
Un señor de Barcelona. La calle del Bisbe se comunica con la plaza de Sant Jaume. Por las mañanas de invierno, la luz penetra por la calle, recortando perfectamente las siluetas.
La hora de la luz mágica. Rambla de Mar, en el Port Vell. Los turistas desenfundan los móviles para hacerse selfies o fotografiar el monumento a Colón.
Maestro del skate. Un aficionado se dirige al MACBA para lucir sus habilidades.
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