Transformar y mitigar

Ilustración © Eugènia Anglès

El cambio climático se acelera. Cada año se registran récords de temperatura y cada vez debemos destinar más esfuerzos a reponernos de las sacudidas de los fenómenos meteorológicos extremos. Los daños son cada vez mayores, también en vidas humanas. Un estudio publicado en enero en la revista Nature estima que, si no se toman medidas contundentes, de ahora a finales de siglo se producirán en Europa 2,3 millones de muertes prematuras por el aumento de las temperaturas. Y Barcelona figura entre las ciudades con mayor riesgo.

Las ciudades han pasado de ser un espacio de cobijo a ser un lugar de peligro frente al cambio climático. Su reto es doble: reducir el impacto que tienen sobre el calentamiento global y mitigar al mismo tiempo sus efectos inevitables. Si las ciudades son las que más contribuyen a las emisiones de efecto invernadero, pueden ser también el agente de cambio más poderoso. Barcelona ha demostrado una clara voluntad de serlo y, por esta razón, en 2022 la Comisión Europea la escogió de entre 400 candidatas para formar parte de la “Misión europea 100 ciudades inteligentes y climáticamente neutras para 2030”.

Cambiar la dinámica no es fácil. Hay muchas inercias que deben vencerse y muchos intereses que hay que alinear en una misma dirección. Para llegar a la neutralidad del carbono hay que intervenir en numerosos frentes a la vez, desde la planificación urbanística hasta la gestión de los servicios; desde el modelo energético hasta el sistema de movilidad o gestión del agua. Y todo ello, combinado con acciones de mitigación, como las medidas para reducir el efecto de isla de calor, combatir el estrés hídrico o prevenir los daños de los cada vez más frecuentes temporales de levante.

Estos son los objetivos del Plan Clima que el Ayuntamiento de Barcelona presentó en 2024, con una dotación de más de 1.800 millones de euros hasta 2030. Es una hoja de ruta articulada en seis grandes programas y con medidas y acciones muy detalladas. Sabemos que estamos en un momento difícil, pero no podemos dejarnos agobiar por la magnitud del desafío ni caer en una ecoansiedad paralizante. Sabemos qué hacer para salir de este callejón sin salida. Justo lo que propone el plan: una combinación de políticas públicas y acciones individuales.

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