Marta Pessarrodona, o el amor es lo que queda
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- Jul 19
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Coincidiendo con la concesión del Premio de Honor de las Letras Catalanas 2019, Marta Pessarrodona (Terrassa, 1941) acaba de publicar Variacions profanes (Viena edicions), su último gran libro de poemas, que se acompaña de un prólogo de Àlex Susanna, en el que celebra la poesía de Pessarrodona, tan densa de sentido como culta y desbordante de vida.
Variacions profanes, que se inspira en un diálogo entre la vida pasada y presente de la autora y un conjunto de lecturas bíblicas que la interpelan, es un destilado de poemas de bellas proporciones, tanto internas como externas, como solo se pueden conseguir cuando una ya ha aprendido a verse, a leerse y a escribirse como actora y espectadora al mismo tiempo. Alguien dirá que es madurez, este equilibrio. Pero la palabra justa es sabiduría, ya que la poeta establece conversación con textos sapienciales tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento, y no siempre para decir amén, sino también para decir no y contrastarse con el texto. "Mejor es la buena fama que el buen ungüento; y mejor el día de la muerte que el día del nacimiento", se lee en un versículo del Eclesiastés, 7,1, y Marta Pessarrodona responde: “i jo no puc creure que un dia/ serà millor que el de la meva naixença” [y yo no puedo creer que un día/será mejor que el de mi nacimiento].
Esta filosofía encarnada, que bebe de lo telúrico de la existencia en amor a la luz estelar, amor a la sabiduría, por lo tanto, que practica Marta Pessarrodona en Variacions profanes, es de una desnudez luminosa, como si el sol del pensamiento iluminara un bodegón de objetos llenos de vida en una habitación a oscuras. Esta comparación está inspirada en los mismos versos de la autora cuando escribe: “Qui ha dit que no existeix/ l’ànima de totes les coses?” [¿Quién ha dicho que no existe/el alma de todas las cosas?]. Desde luego que existe. E interroga también cuando la casa está en silencio, y quizá más incluso a esa hora íntima en la que en el alma se oyen las voces de los muertos.
Muertos que para nada lo están, muertos, ya que están en el estadio de lo inmaterial de la existencia. De manera que nada de lo que se ha querido muere, vibra de energía en nosotros como vibra la luz en el aire que nos trae la añoranza del amor que fue aunque no fuera perfecto, y por qué lo tenía que ser, si somos aprendices: “Si penso en tu no visc... potser/ (aquella allau de retrets/ avui em semblen mots dolços:/ jo estava, més que mai, viva)” [Si pienso en ti no vivo...quizá /(aquel alud de reproches/ hoy me parecen palabras dulces:/ yo estaba, más que nunca, viva]. Vivos estamos cuando queremos aunque sea a tientas porque el amor no es un sustantivo en grado absoluto, sino en grado relativo; más aún: el amor es como un verbo en ejercicio de hacerse, de declararse en cada instante, de respirarlo como se respira el oxígeno de un bosque de los Pirineos.
Entre los veinticinco poemas bien cincelados que componen Variacions profanes muchos se dirigen en conversación sin tiempo a personas queridas, admiradas: Aurora Bertrana, Maria Mercè Marçal, Esther Tusquets, Montserrat Roig, su abuela Enriqueta Isanta Mosella, Gabriel Ferrater; pero también a Pere Quart, T.S. Eliot, Sócrates, Séneca, Cicerón, Miguel Ángel, Caravaggio, Rafael, san Juan de la Cruz (“sant Joan, el de la Creu, m’havia escrit el primer vers” [san Juan, el de la Cruz, me había escrito el primer verso])..., y eso en los escenarios que por proximidad lectora conocemos de la poeta, narradora, ensayista y traductora Marta Pessarrodona: las ciudades de Londres, Berlín, Buenos Aires, Nueva York, Barcelona, y su refugio actual en Mira-sol Alt: “Un cel groc, vermell, gris.../ Un Bosco, un Goya al Vallès?” [Un cielo amarillo, rojo, gris.../ ¿Un Bosco, un Goya en el Vallès?].
Amor es lo que queda cuando ya no estamos, amor a través de la memoria que da sus últimos toques en una de las formas más cálidas que toma el amor. Porque “l’amor serà la qualitat, la vida” [el amor será la calidad, la vida], escribe en Variacions profanes Marta Pessarrodona en unos versos reposados, casi contemplativos, y escritos con una voz directa, desnuda de artificios y que, como la luz que va al corazón de las cosas, las ilumina con palabra precisa.
Variacions profanes
Marta Pessarrodona
Viena Edicions
72 páginas
Barcelona, 2019
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