Los futuros del libro. ¿Hacia dónde va el mercado editorial?
- Debate
- Pliego de cultura
- Mar 22
- 14 mins
El sector editorial vive un momento esperanzador. La pandemia, que ha sido catastrófica para el sector cultural, ha brindado al libro una recuperación insospechada, gracias a la solidaridad ciudadana y el retorno a la lectura. Con todo, Amazon fue la gran ganadora, porque se llevó el 47% de las ventas durante los meses de pandemia, un dato que abre interrogantes sobre los nuevos hábitos de compra y las consecuencias que pueden tener tanto para la sostenibilidad como para la supervivencia de pequeños comercios y sellos independientes.
Después de la pandemia, los grandes grupos editoriales han experimentado un rebote importante y se han recuperado, pero entre los sellos pequeños y la clase media editorial el futuro no es tan halagüeño y se han consolidado bajadas importantes. Los ERTE han ayudado a salvar empresas, pero el sector tiene un problema estructural: el mercado hace muchos años que no crece. Por otro lado, estamos ante un ecosistema nuevo, marcado por la irrupción de las nuevas tecnologías, que definen el nuevo medio en el cual nos movemos.
Las nuevas ayudas que tendrá el sector del libro a través de los fondos Next Generation estarán condicionadas por dos ejes: sostenibilidad y digitalización. Los libros del futuro incluirán en la página de créditos una etiqueta con la huella de carbono que hayan generado. Y la lectura de libros electrónicos crecerá, según el informe sobre los hábitos de lectura.
Ahora bien, hay pocas editoriales que tengan una estrategia con respecto al libro digital, que ven más como una demanda de mercado que como la apertura de un canal secundario. Ahora conviven diferentes formatos (papel, libros electrónicos, audiolibros), pero estamos lejos de una normalización digital.
Asistimos al auge de nuevos modelos de negocio: las plataformas de suscripción han tenido éxito en el ámbito internacional. Si el pódcast o el audiolibro ya tiene plataformas de suscripción como Storytel o Audible, el libro tiene Scribd, con miles de suscriptores. El consumo de libros digitales en español vía plataformas de suscripción ha pasado del 5% en 2016 al 20% en 2022. Es decir, un 20% de lectores de libros electrónicos ya están en plataformas de suscripción. La llegada del blockchain y las criptomonedas también abren un nuevo escenario para el consumo digital.
En este debate hablamos con diferentes expertos y actores de la cadena de valor del libro sobre los retos y las oportunidades que plantea el futuro de una industria sometida a una reconversión tranquila pero inaplazable.
Manuel Gil
Consultor editorial y escritor, profesor en másteres de edición y exdirector de la Feria del Libro de Madrid.
El sector del libro tiene el reto de corregir unas disfunciones estructurales si quiere satisfacer a las generaciones futuras, que serán partidarias de una economía verde. Asistimos al ocaso del baby boomer como comprador compulsivo. El comercio electrónico es antiecológico, ya que la entrega de paquetes a domicilio no es sostenible; la demanda desorbitada de cartón para empaquetar los productos hace prever que el modelo no será viable a medio plazo.
La industria editorial tiene que incorporar en su ADN la consigna de vender antes de editar. Lo más probable es que en el futuro convivan el papel y el digital y que la comercialización de libros sea multicanal, en formatos híbridos. Las plataformas de suscripción han tenido efectos disuasivos contra la piratería, y si se han consolidado en el ámbito musical o audiovisual, también lo podrían hacer en el editorial. Tarde o temprano tendremos un Netflix de libros.
La exportación ha sufrido una caída del 26%, pero todo hace temer que será mayor. Se envían libros a Latinoamérica en depósito, pero no son ventas reales. Si las liquidaciones no llegan, estamos ante una inmovilización de activos. Enviar veinte ejemplares de cada referencia a México no tiene ningún fundamento económico. La impresión bajo demanda puede ser parte de la solución; no son los átomos, sino los bits, los que tienen que viajar. Amazon ya ofrece miles de títulos a demanda. También la red Bibliomanager es una plataforma de impresión a demanda fundada por socios internacionales que tiene como finalidad hacer llegar más libros a más personas y lugares con menos tiempo y menos costes.
Patrici Tixis
Presidente de la Cámara del Libro de Cataluña y presidente del Gremio de Editores de Cataluña.
Estamos en un momento dulce para el sector editorial. Estos dos años de pandemia han propiciado un cambio de hábitos. El libro ha vuelto al primer plano y ocupa de nuevo el lugar que le corresponde dentro del entretenimiento cultural. Es significativo que en 2020, año en el que las librerías estuvieron cerradas casi tres meses, el volumen de ventas fuera el mismo que en el año anterior.
En 2021 se confirmó esta tendencia al alza, y tuvimos el mejor ejercicio en ventas desde 2008, con un crecimiento del 20%, sin contar el libro de texto. ¿Qué pasará durante el 2022? Será difícil mantener este índice de crecimiento, pero tenemos que intentar consolidarlo, como parece que ha pasado durante el primer trimestre del año.
Ha sido también una oportunidad para las librerías, que se convirtieron en las farmacias de guardia de la salud emocional durante la pandemia. Las encuestas nos dicen que el 79% de los lectores prefieren comprar en una librería de proximidad. Las pequeñas librerías tenían dificultades para mantener el ritmo de crecimiento del sector, y ahora han recuperado la iniciativa. De todos modos, a lo largo de este año es difícil que veamos un crecimiento del 20% como el del año pasado, pero lo más importante es que se consolide el avance que conseguimos en 2021.
“La web 3.0, el blockchain y los NFT abren el camino para que autores, editores y lectores sean los protagonistas de la propiedad y la comunidad digital.” Margarita Guerrero, Readl
Margarita Guerrero
Responsable de relaciones con socios y editores en Readl.
La web 3.0., basada en el blockchain, desafía la internet actual, que controlan las grandes plataformas. El blockchain propone un sistema descentralizado, en el cual no hay un órgano que dirija el tráfico o la interacción, donde los usuarios se pueden tratar de igual a igual en cualquier ámbito transaccional.
En este contexto aparece Readl, que ofrece un futuro para el mundo editorial basado en la creación de NFT (non-fungible tokens). Readl es una plataforma de publicación de libros digitales que utiliza sus contratos inteligentes (smart contracts) para certificar la propiedad única de cada copia. Eso va de propiedad digital. Desde el momento en que puedo certificar la propiedad digital de un libro, lo tengo que poder revender, porque se registra en el blockchain como únicamente mío. De rebote, el editor y el creador de aquel libro podrán percibir el porcentaje de derechos de autor que les corresponda por cada reventa. El blockchain permitirá perpetuar la monetización de la propiedad intelectual, porque todas las transacciones están registradas y son trazables.
En el modelo actual, los datos están centralizados en pocas manos; en cambio, en el blockchain todas las transacciones son públicas. La web 3.0, el blockchain y los NFT abren el camino para que autores, editores y lectores sean los protagonistas de la propiedad y la comunidad digitales.
Neus Chordà
Comunicación editorial
Trabajo en el sector editorial catalán desde el año 1979, cuando, aunque había autores con grandes ventas, no existía el concepto de autor mediático. En aquellos tiempos cualquier proyecto editorial se iniciaba habiendo valorado su viabilidad y asegurando un recorrido económico factible. Hoy nacen proyectos editoriales con más corazón que análisis económico.
En estos años el sector ha mejorado en muchos aspectos. Se vela más por los derechos: se ha implantado el certificado de impresión para garantizar la transparencia en las tiradas y de las liquidaciones de derechos de autor, se creó Cedro… Los autores catalanes han tenido acceso a adelantos importantes, aunque también hay algunos que, todavía hoy, publican libros sin ningún anticipo. También se valora más el trabajo de los traductores.
La comunicación editorial ha cambiado mucho. En los años ochenta enviábamos la lista de novedades por correo postal a la prensa. El ritmo de publicaciones actuales también ha comportado la profesionalización de la comunicación editorial. Hoy el editor ya no puede tener un trato diario con los autores, y los jefes de prensa a menudo hemos acabado siendo el contacto más directo. Hacemos de psicólogos sin haber pasado por la facultad.
Daniel Fernández
Editor de Edhasa y presidente de la Federación de Gremios de Editores de España.
Durante un tiempo se dijo que el sector del libro acabaría como el de la música, pero de momento hemos resistido el tsunami de internet. Y un buen indicador de eso es el hecho de que los bancos no han retirado la financiación a las empresas del sector, porque se percibe como un negocio consolidado, aunque los márgenes sean pequeños.
¿Qué nos deja la pandemia? Si hacemos balance del sector del libro —que es la industria cultural más importando de España, la que más factura y contribuye a las arcas del Estado—, constatamos la resistencia del libro físico, en buena parte gracias a la venta por internet. En conjunto se puede decir que ha crecido la facturación en las librerías. Este dato se tiene que contrapesar con el hecho de que las exportaciones, especialmente en América Latina, han bajado un 30%. Si la media de las editoriales de librería venden un 70% en el mercado nacional y el 30% restante en Latinoamérica, constatamos que la bajada es importante, pero se ha neutralizado gracias al mercado interior.
España e Italia son los países europeos que han registrado el mayor crecimiento de venta de libros a raíz de la pandemia. No ha pasado en Francia o Alemania, mercados más estables que el nuestro; aquí, desgraciadamente, un 35% de la población no acostumbra a comprar nunca un libro por iniciativa propia.
“Durante un tiempo se dijo que el sector del libro acabaría como el de la música, pero de momento hemos resistido el tsunami de internet.” Daniel Fernández, Federación de Gremios de Editores de España
Carlota Torrents
Agente literaria, subdirectora del Máster de Edición de la Barcelona School of Business.
Hay una euforia en el sector que se detecta en la creación de nuevas empresas editoriales y nuevas librerías. Da un poco de vértigo. En una sociedad más madura culturalmente sería normal, pero en nuestro país esta expansión se está realizando desde una cierta precariedad.
El sector editorial en catalán está polarizado. Hay un grueso de editoriales pequeñas con unos medios limitados que buscan hacerse un espacio en un mercado dominado por grandes grupos, que pueden asumir que un libro salga al mercado con una tirada de 3.000 ejemplares.
Hay pequeños sellos independientes que publican en catalán con tiradas de 500 ejemplares. En algunos casos, estas editoriales ya son más profesionales que hace unos años, pero todavía se muestran reticentes a tratar con un agente literario, por amateurismo o inexperiencia. Con todo, en los últimos años algunas cosas han mejorado, sobre todo la praxis. Los editores se han pulido y, como agente literaria, he podido constatar que hacen mejores tratos con los autores.
Los jóvenes que hoy cursan el Máster de Edición tienen el mismo idealismo que nosotros cuando empezamos, pero tienen el emprendimiento más interiorizado y menos barreras para poner en marcha su propio proyecto. Nuestro trabajo es hacerles entender que la edición tiene que ser sostenible como negocio. En los 25 años del máster, han surgido unas cincuenta empresas editoriales fundadas por exalumnos, la mitad de las cuales en los últimos diez años. Se ha producido un fenómeno paralelo a la Escuela de Librería, que ha propiciado la apertura de nuevas librerías. Hacer libros es sencillo, el trabajo es venderlos.
Bernat Ruiz Domènech
Editor y consultor editorial.
Después de la pandemia los grandes grupos editoriales se han recuperado, pero los pequeños no lo tienen tan claro y han vivido bajadas importantes. Los ERTE han ayudado a salvar empresas, pero el sector tiene un problema estructural, que es que el mercado hace muchos años que no crece. Se respira un optimismo en el sector que no se sostiene con los datos. Los números de los años 2020 y 2021 no son indicadores fiables, porque las circunstancias tan excepcionales hacen que la foto salga movida. Hay un dato preocupante: en el año 2019, el último año “normal” que hemos vivido, el sector facturó lo mismo que en el año 1996. ¿Por qué en 25 años —si restamos la inflación del 60%— el sector ha sido incapaz de crecer en facturación?
¿Qué falla? En primer lugar, hay que mejorar la distribución, que hasta ahora ha funcionado por inundación, o sea, a base de colocar muchos títulos en las librerías con la esperanza de que devuelvan pocos. Se fabrican muchos ejemplares, pero los lectores no se fabrican. De hecho, el lector de ocio tiene un crecimiento del 0,5%. Las campañas de promoción de lectura no funcionan, porque leer no es un imperativo y la lectura se hace atractiva creando el hábito.
La librería ha sufrido una erosión desde antes de la crisis. Todavía es mayoritaria, pero en términos relativos: ahora tiene solo el 40% de las ventas. El sector del libro está competiendo para retener a un público lector que va a buscar la ficción en Netflix o el audiolibro. Aunque nos parezca que nos mantenemos, todos los sectores culturales compiten por la atención del público, y en términos absolutos estamos bajando. Hay editoriales a las cuales van bien las cosas, pero las cifras generales del sector son preocupantes, y no podremos realizar un análisis riguroso hasta 2023, una vez hayamos vuelto a una cierta normalidad.
“Los ERTE han ayudado a salvar empresas, pero el sector tiene un problema estructural, que es que el mercado hace muchos años que no crece.” Bernat Ruiz Domènech, editor y consultor editorial
Reina Duarte
Directora de publicaciones de la Editorial Edebé.
El libro infantil y juvenil vive un buen momento, seguramente el mejor de los últimos treinta años. Hemos alcanzado cotas altas de profesionalidad en toda la cadena de valor del libro. Hemos dejado atrás el amateurismo, y muchos ilustradores, autores y editores ya pueden vivir de su trabajo. También hemos superado aquella literatura infantil con una moralidad educadora detrás como única finalidad.
Nuestros autores y artistas se han proyectado internacionalmente en otras lenguas. El prestigio que eso les ha dado, entre otras cosas, se ha traducido en una valoración por parte de los medios, que han dejado atrás aquel paternalismo que veía el libro infantil y juvenil como una ocupación más bien voluntariosa y femenina. En este sentido, el éxito de ventas de la serie Harry Potter marcó un antes y un después en la percepción de las empresas editoriales con respecto a este tipo de libro, ya que se dieron cuenta de su alta rentabilidad, y eso se tradujo en más marketing y un cuidado diferente a la hora de presentar unos libros que pueden generar tanto o más beneficios que los de adultos.
Los meses de confinamiento contribuyeron a redescubrir la lectura en familia, y eso ha sido una gran oportunidad. El margen de crecimiento y de mejora, sin embargo, todavía es alto.
Lluís Morral
Librero en Laie
Después de 37 años trabajando como librero, tengo la sensación de que el mundo del libro sufre un cierto intrusismo. ¿Por qué todos los que triunfan en las redes sociales tienen que publicar un libro si no son escritores? Si ya triunfan en Instagram o TikTok, ¿qué ganan publicando un libro? El único argumento de venta que te dan sus editores es que tienen un millón de seguidores en las redes, un argumento puramente comercial.
En los últimos diez años, sellos editoriales independientes han cogido vuelo y prestigio. Algunas de estas editoriales independientes han cubierto nichos desatendidos, y las librerías independientes las han acogido bien. Eso ha hecho que cualquiera se atreviera a fundar un sello. Algunos de los nuevos editores se han limitado a publicar nuevas ediciones de clásicos, que son de dominio público porque han vencido los derechos de autor y, por lo tanto, baratos de producir. Ahora bien, ¿qué aporta la sexta traducción de La isla del tesoro o de qué sirve tener diez ediciones de El proceso, de Kafka? Da la sensación de que apuestan por obras a un coste muy bajo, pero que no aportan nada nuevo.
Otra plaga son los sellos que llevan a cabo autoedición encubierta, porque hacen pagar a los autores que publican, y en la mayoría de los casos publican libros que no tienen ningún sentido en la librería. Y cuando se ha visto que las librerías han superado la pandemia e incluso se han fortalecido, ha provocado una euforia generalizada en el sector, y eso ha desencadenado una avalancha de novedades sin ton ni son.
Del número
N122 - Abr 22 Índice
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