La urbanización dispersa: un reto ignorado

La Barcelona de los cinco millones no integra únicamente el territorio de las ciudades densas y compactas sino también el montón de tejidos residenciales dispersos que se han ido multiplicando, sobre todo desde la década de 1980. Una dispersión que se ha ignorado durante mucho tiempo y que deja en herencia a muchos territorios con problemáticas y retos aún sin respuesta.

El territorio metropolitano, en la gran región urbana que configura Barcelona, ya no es únicamente el resultado de elevadas concentraciones de población en las ciudades más grandes. Desde la década de 1980, el papel de los municipios de entre 5.000 y 50.000 habitantes ha sido progresivamente primordial para entender lo que no es más que una general y progresiva dispersión de la urbanización en el territorio, especialmente en aquellas áreas que no se habían caracterizado por las tendencias de urbanización en momentos anteriores.

Esta dispersión de los asentamientos y actividades económicas ha dado forma a una urbanización muy distinta de la famosa imagen del crecimiento urbano lineal. Son un montón de zonas en crecimiento, más que una sola, que muestran hoy una estructura del poblamiento caracterizada y definida por la urbanización dispersa.

Esta dilatación física del espacio urbano construido y de las dinámicas de suburbanización ha hecho que las ciudades intermedias, primero, y el territorio de los municipios de tamaño poblacional más pequeño, después, hayan asistido a la aparición de lo que Richard Ingersoll llamó en 1999 sprawlscapes o “paisajes de la dispersión”, caracterizados por la diseminación de los elementos que anteriormente constituían de forma concentrada el hábitat y el orden visual propio del ambiente construido urbano.

La génesis de una metrópoli dual
En 1996, el arquitecto Mario Gandelsonas se refería de forma irónica a la dispersión de la urbanización y ponía el foco sobre el estilo de vida de los habitantes metropolitanos de esta forma: “… los que viajan desde los barrios exteriores van de sus casas suburbanas unifamiliares con aire acondicionado, dentro de sus coches con aire acondicionado, a sus oficinas con aire acondicionado, y de estas a restaurantes con aire acondicionado, y de nuevo al coche y a casa, desde donde irán, en los ratos de ocio, a comprar a los grandes centros comerciales con aire acondicionado y, de vez en cuando, a los multicines con aire acondicionado”.

Gandelsonas no hablaba entonces de Barcelona, en absoluto; hablaba de las grandes conurbaciones estadounidenses. Allí donde el fenómeno de la urbanización dispersa ya se ha consolidado como principal atributo del modelo urbano. Casi treinta años después, no deja de sorprender la familiaridad con la que podemos leer el itinerario que describe el párrafo de Gandelsonas y pensar sobre el territorio de la demarcación de Barcelona a partir de claves idénticas. ¿Cómo se ha generado ese fenómeno? ¿Cómo se ha producido la expansión de esta urbanización dispersa en el territorio metropolitano de la región de Barcelona?

La década de 1980 representó, bajo el impulso de la acción pública de los primeros ayuntamientos democráticos, el inicio del gran proyecto de reconstrucción urbana de las ciudades compactas catalanas tras el franquismo. Pero al mismo tiempo también fue la década en la que los crecimientos suburbanos alcanzaron un protagonismo ciertamente inesperado.

Así, justo cuando en la ciudad central se empezaba a desarrollar una de las operaciones bandera del proyecto de regeneración urbana, el área de rehabilitación integrada (ARI) de Ciutat Vella, en 1987, era también el momento en el que la realidad del suburb catalán se desarrollaba más y cambiaba más claramente de escala, alcanzando una presencia mayoritaria en muchos territorios. Así, por ejemplo, entre 1987 y 1989 la construcción de casas unifamiliares nunca fue inferior al 45% sobre la vivienda nueva construida en prácticamente todo el territorio de la provincia de Barcelona —304 de los 311 municipios que integran la demarcación—.

Esta consolidación del hecho suburbano no puede entenderse como algo definitivamente estructural, en lo que se refiere a los procesos de metropolización en la región de Barcelona, sin la irrupción de un producto inmobiliario nuevo: la casa adosada o en hilera. Las casas adosadas abanderaron el crecimiento exponencial del suburb catalán desde finales de la década de 1980 y durante toda la siguiente, y alimentaron la creación de unos ambientes suburbanos mucho más masivos y repetidos de forma clónica en todas partes, de modo que la secuencia paisajística “casa unifamiliar-rotonda-gasolinera-autopista” acabó siendo tan reiterativa como la secuencia doméstica “casa unifamiliar-jardín-piscina-garaje”.

Esta explosión de la urbanización dispersa sobre el territorio de la región de Barcelona se hace evidente cuando se evalúan los datos concretos de construcción de viviendas. Por ejemplo, durante los 20 años que van de 1985 a 2005, el ritmo medio de construcción de casas unifamiliares en los 311 municipios de la provincia de Barcelona llegó a ser de una casa nueva por hora.

Considerando esta dinámica de urbanización dispersa regional, podemos afirmar que existe una clara diferencia entre la situación de suburbanización que caracterizó el periodo de 1960-1975 —cuando se construyeron la mayoría de las urbanizaciones de primera generación— y la urbanización dispersa actual. Esta forma parte, en cambio, de un proceso de redefinición de las dinámicas de metropolización a partir de la dispersión, en una escala regional, de los elementos nodales que antes constituían el pilar fundamental de la estructura urbana en las ciudades compactas tradicionales.

Un diagnóstico sesgado
Durante mucho tiempo ha existido una percepción sesgada del fenómeno de la urbanización dispersa- Se ha asociado este tipo de crecimiento urbano a la tradición de los anteriores procesos de suburbanización que, desde las primeras décadas del siglo xx, se habían producido en Cataluña, a menudo simplificados desde una idea romántica de la ciudad jardín o de las visiones novecentistas de la casita y el huerto.

Se trata de un problema de diagnóstico y enfoque, que ha convertido a la urbanización dispersa en un reto ciertamente ignorado. Hay por lo menos cuatro grandes cuestiones que nos ayudan a entender este diagnóstico erróneo de la urbanización dispersa:

—La morfología de la urbanización de baja densidad y la tradición del hecho suburbano.

En primer lugar, gran parte de la dificultad a la hora de reconocer las implicaciones de la urbanización dispersa estriba en que su apariencia morfológica no ha sido ajena a la construcción del territorio suburbano que había resultado de procesos de urbanización anteriores, bien conocidos en muchos sectores de la región metropolitana desde la década de 1960.

—La atención sobre la ciudad histórica en las últimas décadas del siglo xx.

En segundo lugar, cabe destacar la extrema atención que el urbanismo y la política urbana ponen sobre la reconstrucción y regeneración de la ciudad densa y compacta desde los primeros años de la década de 1980 y durante la década siguiente. En este sentido, la preocupación por proporcionar contenido a ese urbanismo de ciudad compacta tuvo la contrapartida de las dificultades para integrar dentro del cuadro de diagnóstico de las dinámicas urbanas el proceso de dispersión de la urbanización, que se iba produciendo por toda la ciudad de los cinco millones.

Ilustración ©Rebeka Elizegi

—La mirada ilustrada contra la arquitectura funcionalista.

En tercer lugar, en un momento en que el urbanismo de las altas densidades y las grandes concentraciones de vivienda masiva en altura en los polígonos de vivienda constituía el principal referente de la ciudad no querida, la tipología morfológica y la estructura territorial de la urbanización dispersa fueron percibidas como un mal menor y, en algunos casos, de forma claramente positiva.

—La explicación culturalista de los mecanismos de la urbanización de baja densidad.

Por último, no hay que olvidar el diagnóstico, ciertamente equivocado, sobre los mecanismos productores del fenómeno. En no pocas ocasiones, se ha planteado una explicación de carácter simplemente culturalista: la preferencia del habitante urbano por un hábitat menos congestionado, en contacto con el campo y más cercano al paisaje natural. Sin embargo, y desde una explicación económica, las preferencias que las familias establecen sobre la vivienda son, en realidad, decisiones filtradas por el mercado residencial. De esta forma, habría que considerar el diferencial de precios de la vivienda existente entre las tramas urbanas compactas, donde se ha ido encareciendo progresivamente, y una parte importante de los nuevos tejidos de baja densidad, allí donde se concentra la vivienda unifamiliar adosada más asequible.

Después de la urbanización regional dispersa
En uno de los primeros números de la revista Cities publicado a principios del nuevo siglo (abril 2010),[1] precisamente dedicado a ofrecer perspectivas diferentes sobre la urbanización dispersa, Andrew Kirby y Ali Modarres cerraban el volumen y su artículo “The suburban question: Notes for a research program” diciendo: “… debemos abandonar la tendencia a generalizar o despreciar territorios enteros de nuestras áreas metropolitanas como errores ambientales y sociales. Si la planificación y las políticas urbanas deben seguir siendo relevantes para la realidad de nuestras ciudades, entonces necesitan abarcar la forma, la estructura social y los paisajes económicos de nuestras ciudades. Dejar a un lado la nostalgia que se manifiesta en la obsesión excesiva por las formas urbanas industriales y preindustriales sería un saludable primer paso”.

Este primer paso para repensar el territorio sin caer en la nostalgia por la ciudad tradicional se puede empezar a dar considerando aspectos como la complejidad y diversidad que caracterizan a los entornos de baja densidad, rehuyendo la replicación mimética de las características de densidad de la ciudad tradicional y proponiendo nuevas condiciones de intensidad urbana adaptadas a las características y potenciales de la urbanización dispersa. O bien superando la banalización de los repertorios en cuanto al formato de los espacios públicos que históricamente han caracterizado a la ciudad tradicional. Estos, situados en el hábitat disperso, carecen de las relaciones espaciales y de configuración urbana que les daban sentido en la ciudad compacta. O también sugiriendo alternativas a la arquitectura en serie y anónima que ha caracterizado hasta ahora a gran parte de los hábitats residenciales en el disperso.

Solo así podremos vislumbrar una integración de la urbanización regional dispersa en la hoja de ruta de la planificación territorial de la ciudad de los cinco millones. Solo así podremos plantear un proyecto global para “habitar” la urbanización dispersa y añadir nuevos grados de complejidad territorial e intensidad urbana. Solo así podremos responder a las preguntas que presentan los retos que nos propone un territorio todavía en stand-by, una no ciudad todavía en espera.

References

AMB [Barcelona Metropolitan Area]. Editorial Service for the Master Plan. Barba, J., Balliano, M., Maluquer, N. and Sisó, R. (coordinators) Quaderns PDU Metropolità. Directrius urbanístiques. Teixits residencials. Urbanitzacions disperses. AMB, Barcelona, 2017.

Galdensonas, M. “L’arquitectura d’exúrbia”. Present i futurs. Arquitectura a les ciutats. XIX Congress of the International Union of Architects, UIA (34-39). Professional Architects’ Association / Centre de Cultura Contemporània de Barcelona, 1996.

Kirby, A. and Modarres, A. “The suburban question”. Cities. The international Journal of Urban Policy and Planning, 27(2). Abril 2010.

Muñoz, F. “Paisajes aterritoriales, paisajes en huelga”. La construcción social del paisaje, edited by Nogué, J. Editorial Biblioteca Nueva, Madrid, 2007.

Muñoz, F. UrBANALización. Paisajes comunes, lugares globales. Gustavo Gili, Barcelona, 2008.

Muñoz, F. Local, local! La ciutat que ve. Catalogue of the Commemorative Exhibition of the 30 Years of Democratic Municipalities. Barcelona Provincial Council / CCCB, 2010.

Muñoz, F. (coordinator) Estratègies vers la ciutat de baixa densitat: de la contenció a la gestió. “Estudis” collection, “Territori” series, 9. Barcelona Provincial Council, Barcelona, 2011.

Muñoz, F. “Catalunya Ciutat(s): entre la ciutat total i el camp urbanitzat”. Medi Ambient, Tecnologia i Cultura, 51, 24-35. 2014.

Muñoz, F. “De ciutadans a territoriants: habitant el territori en l’era de la urbanització regional dispersa”. Catalunya futur verd, 249-264. Department of Territory and Sustainability – Generalitat Government of Catalonia, 2018.

 

[1] Con el sugerente título de “The suburban question”. Cities. The international Journal of Urban Policy and Planning, vol. 27 (2). Abril 2010.

 

Publicaciones recomendadas

  • Estratègies vers la ciutat de baixa densitat: de la contenció a la gestióFrancesc Muñoz (ed.) Diputació de Barcelona, 2011
  • UrBANALización. Paisajes comunes, lugares globales Gustavo Gili, 2008

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