La lucha por la soberanía digital
- Editorial
- Ene 19
- 2 mins
Vamos hacia la ciudad digital. A menudo se relaciona tecnología con progreso, pero depende del uso que se le dé. Los datos se han convertido en la principal infraestructura de la economía y la gobernanza de la ciudad digital. El reto es democratizar su acceso y propiedad, de manera que los ciudadanos tengan siempre el control en una ciudad abierta y distribuida.
Vamos hacia la ciudad digital. Cada vez más procesos y actividades dependen de las nuevas tecnologías de la información. Internet, la revolución digital y la inteligencia artificial están cambiando la manera de hacer y de relacionarnos. Dentro de poco, el ecosistema productivo y de gestión urbana será muy diferente. Es en las ciudades donde primero se manifiestan las consecuencias de la cuarta revolución industrial y son las ciudades, entre ellas Barcelona, las que lideran el debate público sobre estas transformaciones.
A menudo se relaciona tecnología con progreso, pero no todo lo que se puede hacer con las tecnologías es bueno y deseable. Depende del uso que se les dé. La revolución digital puede servir para construir ciudades más abiertas, distribuidas e inclusivas, pero también puede facilitar que unos pocos operadores acumulen un enorme poder, capaz de condicionar la vida y el aprovechamiento privado de los bienes comunes. Se ha dicho muchas veces: la principal empresa de transporte privado del mundo no tiene en propiedad ni un solo coche. Y la principal cadena de alojamiento, ninguna habitación de hotel. Uber y Airbnb representan la cara amenazadora de la nueva economía de plataformas. Son industrias extractivas con un modo de operar que estimula la elusión fiscal, ignora los derechos laborales y provoca la gentrificación de los centros urbanos. También existen plataformas como Wikipedia, Home Exchange o la catalana Wikiloc, que representan todo lo contrario: el enorme potencial de la economía verdaderamente colaborativa.
Las interacciones personales y económicas a través de las nuevas tecnologías producen una inmensa cantidad de información susceptible de ser utilizada. Los datos se han convertido en la principal infraestructura de la economía y la gobernanza de la ciudad digital. El reto es democratizar su acceso y propiedad, de manera que los ciudadanos tengan siempre el control en una ciudad abierta y distribuida, con el uso de software libre, de código y estándares abiertos, accesibles a todos.
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