La ciudad invisible: lo que no vemos está cambiando la metrópolis

Ilustración ©Octavi Serra

Poner al descubierto lo que se esconde bajo la superficie visible de las ciudades, aquellos elementos que pasan desapercibidos y que amenazan la habitabilidad y la cohesión, permitiría configurar una agenda política urbana que equilibrara el espacio físico de la ciudad (urbes) con la comunidad que la habita (civitas). Es urgente evolucionar hacia una gobernanza que abarque la periferia, desatendida debido a los límites administrativos, y hacia una planificación urbana que trascienda los meros beneficios de las empresas privadas.

El número 57 de los Annali de la Fundación Giangiacomo Feltrinelli1 está dedicado a la ciudad. En este artículo, me gustaría compartir las reflexiones y el viaje que nos llevaron a elaborarlo. Los Annali, la principal publicación de la Fundación Feltrinelli, tienen como objetivo seleccionar cada año un tema clave del debate público. Se trata de un libro cuyo editor es nombrado casi tres años antes de la fecha de publicación.

Tras descartar varias ideas, finalmente propuse que este número se titulara La ciudad invisible, ya que me interesaba explorar las dimensiones que se encuentran bajo la superficie de la ciudad y que están cambiando su funcionamiento cotidiano. Se trataba de una referencia explícita al famoso libro de Italo Calvino Las ciudades invisibles, y la publicación en 2023 coincidía con el centenario del nacimiento del gran escritor. El término invisible no solo hace referencia a lo que no vemos porque es difícil de percibir, sino también a lo que deliberadamente no se ve o que se oculta porque abordarlo exigiría tomar decisiones difíciles y radicales.

Las ciudades están cambiando rápidamente de una manera muy profunda y, quizás después del éxito innegable que han experimentado en los últimos 50 años (solo hay que ver la superación de la crisis urbana de los años setenta relacionada con la desindustrialización), se enfrentan de nuevo a un futuro incierto. Muchos de los fenómenos que las están transformando son invisibles. Para entender estos cambios, es necesario profundizar y examinar la coevolución de dimensiones urbanas que normalmente se analizan por separado, a menudo sin tener en cuenta la influencia y el impacto mutuos en el espacio y la sociedad. Así pues, me propuse identificar los temas más relevantes siguiendo este enfoque y seleccioné las diversas colaboraciones de esta edición de los Annali. En el reino de lo invisible, destacan dos grandes temas que forman parte de un mismo ámbito: el cambio climático y la salud.

Las ciudades son responsables de producir el 70% de las emisiones que alteran el clima y, por tanto, contribuyen en gran medida al cambio climático. En 2023 esto se tradujo en el verano más caluroso jamás registrado, precipitaciones extremas, inundaciones y sequías prolongadas. Más allá de estas emergencias evidentes, el cambio climático a menudo permanece invisible, y va socavando de forma continua la salud de las ciudades y la vida en el planeta. Los efectos son muy desiguales entre los diversos grupos de población, y vemos que las medidas que adoptan las ciudades para mitigarlos o adaptarse a ellos todavía son excesivamente tímidas.

Ilustración ©Octavi Serra Ilustración ©Octavi Serra

La salud es otra gran preocupación. En las ciudades se concentran la mayoría de las enfermedades, debido a la contaminación y a otros factores relacionados con el estilo de vida, pero también es donde se ofrece el mejor acceso a los servicios sanitarios. Los ingresos y el nivel educativo están estrechamente relacionados con la salud, tal y como demuestran numerosos estudios. Los ciudadanos con menos ingresos se trasladan de zonas urbanas prósperas a zonas más empobrecidas y marginales donde la esperanza de vida disminuye. La pandemia de 2020 fue una prueba de fuego e hizo evidente el impacto perjudicial que supuso tener que pasar de forma radical de una atención preventiva basada en la comunidad a un tratamiento en hospitales. Este cambio puso de manifiesto las deficiencias de un sistema sanitario que no estaba preparado para la rápida propagación de la covid-19.

Un segundo ámbito hace referencia a otra dimensión poco visible: la digitalización, que impregna todas las actividades, desde la producción hasta el consumo y el ocio. Ha desencadenado unas transformaciones profundas en la economía de las ciudades, y ha dado lugar a un volumen de datos sin precedentes. Sin embargo, esta riqueza de información ha permitido el desarrollo de algoritmos que han impulsado la aparición de la economía de plataformas. Se trata de nuevos modelos de negocio que tienen la capacidad de remodelar los servicios privados desde dentro y de influir en las políticas públicas. Las transformaciones provocadas por la digitalización se caracterizan por una gran ambigüedad: a la vez que abren nuevas oportunidades, también provocan el desplazamiento de otras, como el impacto de Airbnb en el mercado del alquiler de inmuebles o el efecto del comercio electrónico en las tiendas locales. Muchos consideran que este cambio discreto de las reglas del juego es incluso más profundo que la revolución industrial, pero que todavía no se conoce su impacto.

Un tercer aspecto de la invisibilidad afecta a las poblaciones. Los avances médicos han provocado cambios en la esperanza de vida, lo que se traduce en un aumento del número de personas mayores de 85 años que, si bien antes eran atendidas por familiares, ahora viven aisladas en casa y pasan desapercibidas por una ciudad y un sistema de servicios que deben experimentar cambios profundos para darles cabida. Y a la inversa, en el otro extremo del espectro encontramos a los jóvenes, especialmente a los hijos de familias migrantes, invisibilizados por sus derechos de ciudadanía, que a menudo se les niegan. La causa de ello son unas políticas miopes que impiden la inclusión de una generación que, si todo fuera diferente, podría inyectar dinamismo tanto en la ciudad como en la sociedad.

A pesar de todo, la cuestión de la exclusión también se extiende a dimensiones más amplias en los procesos de polarización que remodelan las relaciones entre los grupos sociales dentro de la ciudad. Esta transformación difiere significativamente del pasado, marcado por la erosión de la clase media y la aparición de una población casi invisible en la que se encuentran riders (o repartidores), cuidadoras, trabajadoras del hogar y personal de limpieza, mantenimiento o logística. Esto contrasta con un pequeño círculo de población con altos ingresos vinculados a las finanzas y a grandes redes mundiales.

Cambios profundos en las infraestructuras

La cuarta dimensión está relacionada con la transformación del espacio. La ciudad se ha extendido por el territorio hasta convertirse en una vasta región urbana. Sin embargo, la ciudad real es invisible para la política. Los órganos de gobierno siguen ciñéndose a los límites administrativos del siglo xix y son incapaces de abordar los nuevos problemas que surgen y evolucionan en distintos niveles.

La planificación urbana cada vez ha necesitado más la iniciativa privada, a causa de las crisis financieras locales y de la presión para que las administraciones adopten enfoques empresariales que mejoren la competitividad urbana. El gran problema de la crisis inmobiliaria pone de manifiesto el fracaso de abordar dificultades estructurales exclusivamente mediante la captación de una parte del valor generado a través de iniciativas privadas.

Las infraestructuras de la ciudad han experimentado cambios profundos pero invisibles, que han permitido la regionalización urbana y que, gracias a la digitalización, han ampliado enormemente las posibilidades de interconectividad y eficiencia. Estas infraestructuras se han convertido en depósitos invisibles de conocimiento y en protagonistas de la gobernanza urbana. También desempeñan un papel en la movilidad, que todavía depende en exceso del automóvil, mientras que los medios de transporte más sostenibles luchan por ganar visibilidad entre los responsables políticos.

Las periferias siguen siendo invisibles a pesar de los cambios en la ubicación y composición. Como invisibles también son, en este contexto, las numerosas iniciativas de organizaciones comunitarias ascendentes que abordan problemas como la exclusión, el abandono y otras preocupaciones periféricas. Estas organizaciones, que nos sirven de faros para la esperanza, utilizan las redes digitales de una forma diferente a como lo hace la economía de plataformas. Siguen siendo invisibles porque no se reconocen como recursos potenciales para la regeneración, a pesar de poder serlo.

La falta de decisiones radicales

En el ensayo final del libro, reflexiono sobre las implicaciones de estas múltiples dimensiones de la invisibilidad para las políticas urbanas. Abordar el tema del cambio climático exige tomar decisiones mucho más radicales que las que se están debatiendo actualmente. Encontraríamos, por ejemplo, el abandono de los combustibles fósiles, el replanteamiento de la movilidad urbana para reducir la dependencia del coche privado, el fomento de los bosques urbanos y la renaturalización de las islas de calor, y la readaptación de los edificios, empezando por las zonas más periféricas y económicamente más desfavorecidas de la ciudad, puesto que son las más vulnerables a los efectos adversos del cambio climático.

Aunque cada una de estas medidas aparece de forma esporádica en las agendas de las ciudades, es la aplicación colectiva la que puede repercutir significativamente en la habitabilidad urbana y contribuir a mitigar el calentamiento global.

Gran parte de lo que se necesita para hacer frente al cambio climático es también esencial para abordar otro gran problema urbano: la salud. Esto incluye limpiar el aire, reverdecer la ciudad y promover una movilidad activa y saludable. Cada vez se reconoce más la importancia de volver a la prevención en lugar de centrarnos solo en la solución, tal y como nos demostró la pandemia, y se debería empezar por las zonas con más dificultades socioeconómicas, donde los niveles de renta y estudios son más bajos. Las “casas comunitarias” financiadas por los fondos Next Generation de la Unión Europea no son meros edificios, sino que deben servir para construir una ciudad más saludable.

Las reflexiones sobre la digitalización indican que todo el sistema de servicios puede evolucionar si nos beneficiamos de los conocimientos de las plataformas digitales, que crean perfiles de los comportamientos de los usuarios para aprovechar oportunidades de negocio. Esta elaboración de perfiles también puede facilitar el desarrollo de “políticas de precisión” para los servicios, similares al concepto de “medicina de precisión”, adaptadas a una población cada vez más diversa y con necesidades variables.

Hay repercusiones sociales importantes que requieren una gobernanza y una regulación eficaces, sobre todo en lo que se refiere al mercado del alquiler, el comercio y otras actividades que exigen transiciones conscientes.

Pero la digitalización también presenta oportunidades interesantes. El cambio rápido a actividades en remoto que exigió la pandemia ha abierto nuevas oportunidades, aunque todavía no sean del todo visibles. Esto incluye avances en la enseñanza superior, la asistencia sanitaria y el tercer sector, así como el potencial para una mejor distribución de las actividades entre las zonas centrales y periféricas de las regiones urbanas. Mantener el equilibrio entre las actividades presenciales y a distancia podría contribuir a reducir la polarización y a ampliar los límites de la ciudad de forma que incluyera las zonas periféricas. Gracias a la posibilidad de trabajar desde casa, estas zonas podrán dejar de ser meramente residenciales y podrán convertirse en comunidades donde la gente, liberada de los costes de desplazamiento y de las limitaciones de tiempo, pueda encontrar oportunidades de ocio y compromiso comunitario.

Por tanto, se pueden aprovechar grandes sinergias para impulsar el crecimiento de ciudades medianas que estén bien conectadas a un eje central y rehabitar los suburbios metropolitanos de otra forma. Actualmente, solo algunas grandes empresas lo han visto como una oportunidad puntual, aunque podría convertirse en una estrategia en todo el territorio.

Desarrollar nuevas políticas para una población envejecida implica abordar el problema de las personas mayores atrapadas en su casa. Esto se puede lograr a través de iniciativas dirigidas a ofrecer viviendas adecuadas, edificios sin barreras y barrios que tengan servicios básicos a los que se pueda llegar andando.

En cuanto a la participación de los jóvenes, debe empezar por reconocer sus aspiraciones y derechos como protagonistas de la vida urbana. Esto significa crear ejes donde puedan participar en el diseño del espacio urbano.

También debemos ocuparnos del grupo social formado por los trabajadores y las trabajadoras de los servicios esenciales que tuvieron un papel vital durante la pandemia, como los repartidores, las cuidadoras, y el personal de logística, asistencia sanitaria e infraestructuras. Muchos tienen dificultades para acceder a una vivienda asequible, lo que los obliga a realizar largos desplazamientos o a depender de una infraestructura de servicios poco adaptada a sus necesidades.

Formas innovadora de gobernanza

Aquí existe una clara conexión con la necesidad de encontrar formas innovadoras de gobernanza para la ciudad real, que abarque grandes regiones urbanas a menudo desatendidas debido a los límites administrativos. Cuestiones esenciales como la calidad del aire, la vivienda y las políticas de movilidad deben abordarse de forma eficiente en este nivel.

El problema del coste excesivo de la vivienda en el centro de las ciudades podría paliarse a mayor escala si el transporte regional fuera más cómodo y eficiente. Más allá de las zonas con gran presión inmobiliaria, los precios bajan considerablemente, pero los servicios de transporte inadecuados impiden que la gente aproveche esta diferencia de precios, ya que los obligan a soportar largos desplazamientos que les agotan el tiempo y los recursos económicos.

Necesitamos una estrategia de planificación urbana que trascienda de la simple extracción de beneficios de las empresas privadas. En su lugar, deberían identificarse y tratarse las cuestiones fundamentales y los grandes interrogantes a los que deben hacer frente las ciudades, empezando por la problemática cada vez más urgente de la vivienda “asequible”.

La persistencia del “problema de la periferia” en todas las ciudades debe llevarnos a tomar conciencia de que la intervención en las zonas periféricas no puede depender únicamente de la financiación esporádica o excepcional del gobierno nacional de turno o de fondos europeos. Las administraciones locales deben comprometerse a desarrollar proyectos en las zonas más desfavorecidas, aunque no haya financiación, mediante la implicación de varias partes interesadas y de las asociaciones ampliamente vinculadas a la comunidad, pero a menudo invisibles para los responsables políticos. La red digital puede servir de plataforma para fomentar la colaboración entre una administración capacitadora y las iniciativas de base que se ocupan de lo invisible.

En conclusión, los análisis y las reflexiones de este número de los Annali titulado La ciudad invisible nos conducen en dos direcciones. En primer lugar, ponen al descubierto lo que se esconde bajo la superficie visible de la ciudad: elementos que, al pasar desapercibidos, amenazan la habitabilidad y la cohesión. Sacarlos a la superficie no solo puede ayudarnos a contrarrestar estas amenazas, sino también a configurar una agenda política urbana que equilibre el espacio físico de la ciudad (urbes) con la comunidad que lo habita (civitas).

En segundo lugar, es necesario desarrollar un enfoque de diseño que supere las vacilaciones basadas en un excesivo realismo o en la dependencia de las limitaciones financieras. Se requiere valentía para imaginar un futuro que integre las diversas dimensiones necesarias para construir una ciudad habitable y justa. Si bien debemos hacer frente a la realidad y asegurar los recursos financieros, sin una visión audaz del proyecto carecemos de una dirección clara hacia adelante.

Si me permitís añadir mis pensamientos, esto también parece reflejar el sentimiento que inspiró a Italo Calvino para escribir su obra maestra Las ciudades invisibles. Me gustaría terminar con sus palabras.

“¿Qué es hoy la ciudad para nosotros? Creo haber escrito algo como un último poema de amor a las ciudades, cuando es cada vez más difícil vivirlas como ciudades. Tal vez estamos acercándonos a un momento de crisis de la vida urbana y Las ciudades invisibles son un sueño que nace del corazón de las ciudades invivibles. Se habla hoy con la misma insistencia tanto de la destrucción del entorno natural como de la fragilidad de los grandes sistemas tecnológicos que pueden producir perjuicios en cadena, paralizando metrópolis enteras. La crisis de la ciudad demasiado grande es la otra cara de la crisis de la naturaleza. La imagen de la ‘megalópolis’, la ciudad continua, uniforme, que va descubriendo el mundo, domina también mi libro. Pero libros que profetizan catástrofes y apocalipsis hay muchos; escribir otro sería pleonástico, y, sobre todo, no se aviene a mi temperamento”.

Italo Calvino, presentación de Las ciudades invisibles, 1972.

 

[1] El Annali es una publicación de la que he sido editor. Aunque no mencionaré individualmente a todos los autores de los capítulos del libro, algunos de ellos son: Roberto Mezzalama para “Cambio climático”; Simona Giampaoli para “Salud”; Giovanni Azzone, Piercesare Secchi y Mara Ferreri para “Digitalización”; Costanzo Ranci, Flavia Martinelli, Paola Piscitelli y Paolo Perulli para “Poblaciones”; y Valeria Fedeli, Mike Rako, Tuna Tasan-Kok, Pierre Filion, Matteo Colleoni, Agostino Petrillo y Claudio Calvaresi para “Dimensión espacial”. Por último, quiero mencionar a Giovanni Hanninen, que contribuyó con un ensayo fotográfico.

PUBLICACIONES RECOMENDADAS

  • Cities Learning from a Pandemic Simonetta Armondi, Alessandro Balducci, Martina Bovo y Beatrice Galimberti (ed.) / Routledge, 2022
  • Risk and Resilience Alessandro Balducci, Daniele Chiffi y Francesco Curci (ed.) / Springer, 2020
  • Post-Metropolitan Territories Alessandro Balducci, Valeria Fedeli y Francesco Curci (ed.) / Routledge, 2017

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