La Barcelona de las mujeres fotógrafas
- Libros
- Pliego de cultura
- Oct 20
- 7 mins
Durante mucho tiempo, las fotógrafas españolas vieron condicionadas sus aspiraciones creativas al rol que les marcaba la sociedad. El libro Barcelona, fotógrafas, de Isabel Segura —que recoge el trabajo fotográfico de 21 mujeres, la mayoría españolas— demuestra que estas restricciones no fueron insalvables: frente al poder siempre ha existido la resistencia creativa.
La portada del libro Barcelona, Fotògrafes/Fotógrafas, de Isabel Segura, muestra un primer plano de una mujer mayor, con abrigo de astracán y pendientes de perla, que sostiene con fuerza en su mano izquierda a un bebé mientras con la derecha filma con una cámara. Por la serenidad y destreza que denota la posición de las manos, nos percatamos de que no es la primera vez que esa mujer lleva a cabo ninguna de las dos acciones —cuidar de un bebé y filmar— y, aún más, de que es capaz de ejecutarlas a la vez. Al fondo, una ciudad colapsada por el tráfico refuerza la tensión de la escena. La fotografía es de Rosa Szücs del Olmo, miembro del Grup Femení de la Agrupació Fotogràfica de Catalunya (AFC), y fue tomada en la década de los sesenta del siglo pasado.
La arquitectura y la ciudad que a Isabel Segura le interesa explorar no son las de las postales sino las de “los lugares para trabajar, para pasear, conversar, jugar, amar, dormir, morir”.
En la imagen de la contraportada, la protagonista vuelve a ser una mujer mayor —en este caso, vestida con delantal y alpargatas— que cuida de un niño en un espacio público, el Park Güell, mucho antes de que se convirtiera en una atracción comercial turística. La imagen la tomó la surrealista francesa Dora Maar en su visita a Barcelona en 1932, y parece querer captar la naturalidad con que la imaginación desbordante de la arquitectura de Antonio Gaudí se integra en el día a día de los ciudadanos.
Estas dos fotografías presentan algunas de las líneas conceptuales que la historiadora Isabel Segura desarrolla en este libro mediante textos y una selección de imágenes de Barcelona capturadas por 21 mujeres, la mayoría españolas, desde los años previos a la Guerra Civil y hasta la década de los noventa. La primera de estas líneas es el propio concepto de ciudad: a la autora, la arquitectura y la ciudad que le interesa explorar históricamente no es la de las postales sino la ciudad como vivitorio. Es decir, en palabras de Manuel Vázquez Montalbán, a quien cita, “los lugares para trabajar, lugares para pasear, conversar, jugar, amar, dormir, morir”. La segunda es que, remunerado o no, el trabajo de las mujeres debe ser visibilizado y pasar a formar parte de nuestro imaginario colectivo como el de cualquier otro trabajador. La tercera línea conceptual, mostrada de modo rotundo en la fotografía de la portada, destaca que, durante mucho tiempo, la mujer española condicionó sus aspiraciones fotográficas al rol que le marcaba la sociedad. Y, finalmente, como demuestra también esa imagen y la existencia del propio libro, la constatación de que esas restricciones no fueron insalvables: frente al poder siempre ha existido la resistencia creativa. En conjunto, es un posicionamiento político que determina la selección de fotógrafas e imágenes y que podría sorprender al lector acostumbrado a los libros de fotografía de gran formato.
Mediante un texto documentado y ameno, teje un contexto político, social y urbanístico de la ciudad de Barcelona en el que inserta eficazmente las expediciones fotográficas de las diferentes artistas.
Segura divide el libro en tres capítulos que abarcan, respectivamente, desde principios de la década de los años treinta hasta el final de la Guerra Civil; la dictadura franquista; y la Barcelona de los setenta hasta la Barcelona preolímpica. Mediante un texto documentado y ameno, teje un contexto político, social y urbanístico de la ciudad de Barcelona en el que inserta eficazmente las expediciones fotográficas de las diferentes artistas. El primer capítulo, “Barcelona se internacionaliza”, muestra el trabajo de Margaret Michaelis, Dora Maar, Gerda Taro, Kati Horna y Anna Maria Martínez Sagi (la única española de este capítulo), cuyas portadas para El Día Gráfico se han recuperado gracias a la investigación de Segura.
El segundo capítulo, “Barcelona desde la azotea”, se centra en el grupo de fotógrafas amateur de la AFC, a quienes Isabel Segura conoce bien, pues fue la comisaria de la exposición Carme Garcia. Desde la azotea en 2018, y entre las cuales destacan dicha fotógrafa, Milagros Caturla Soriano, Rosa Szücs del Olmo y Montserrat Vidal i Barraquer. También incluye a Joana Biarnés, la fotoperiodista cuya relevancia ha sido recuperada en los últimos años a través de exposiciones, publicaciones y premios.
El último capítulo, “A pie de calle”, reúne el trabajo, en su mayor parte documental, de fotógrafas que nacieron en las décadas de los cuarenta y los cincuenta y que fotografiaron y participaron en las protestas antifranquistas, las luchas feministas y los cambios urbanísticos previos a las Olimpiadas de 1992, otro tema que Segura conoce bien, no solo como historiadora sino también como activista. Las fotógrafas son Pilar Aymerich, Consuelo Bautista, Anna Boyé, Colita, Silvia T. Colmenero, Roser Martínez Rochina, Marta Povo Audenis, Guillermina Puig, Marta Sentís, Anna Turbau y Pilar Villarrazo.
En mi opinión, el más interesante de los capítulos es el segundo, donde la aproximación de la autora incluye una perspectiva histórica de género que a veces echo en falta en los otros dos. Para entender y contextualizar el trabajo de cualquier fotógrafo, no podemos obviar las circunstancias que lo hicieron posible. Esto es lo que ha ocurrido hasta hace poco en la mayor parte de los estudios históricos, donde se nos ha presentado a los fotógrafos como “genios” con independencia de las condiciones en las que desarrollaron su obra. Por ejemplo, en el capítulo “Barcelona se internacionaliza”, sería interesante entender por qué todas las mujeres menos una eran extranjeras y además judías, y también qué posibilitó que apareciera una excepción como Anna Maria Martínez Sagí. El valor de libros como el de Isabel Segura, que es mucho, no está solo en que visibilizan “olvidos”, sino también en que, como indicó la historiadora del arte Griselda Pollock, nos dan la oportunidad de revisar cómo se establece el canon, independientemente de si los protagonistas son hombres o mujeres.
Barcelona. Fotògrafes/Fotógrafas
Isabel Segura
Libro coeditado por el Ayuntamiento de Barcelona y La Fàbrica
208 páginas – Barcelona 2020
Del número
N116 - Oct 20 Índice
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