Barcelona Metropolis

Una editorial dentro de la editorial

Tàber no fue una creación de Perucho. La habían fundado en 1967 Frederic Clara y Francesc Porcel, tío de Oriol Vergés, autor de algunos de los libros de divulgación histórica para jóvenes que publicaron en la primera etapa. Perucho, que ejercía de crítico de arte en Destino y colaboraba regularmente en La Vanguardia, entró en la editorial al año siguiente como socio y creó lo que Guillamon denomina “una editorial dentro de la editorial”, donde publicó e importó sus obsesiones y descubrimientos, con la vista puesta en lo que hacían los editores Éric Losfeld y Jean-Jacques Pauvert. Un mundo que conectaba el surrealismo con el misterio, el erotismo con el esoterismo, el cómico con el diseño, los vampiros y Barabella, y que, si en Francia se había topado con la rigidez moral del último gaullismo, en la España franquista era ciertamente imposible. Los expedientes de censura de libros que jamás vieron la luz son la prueba de cargo.

Guillamon explora los textos de Joan Perucho en busca de estos referentes franceses —que el autor pudo localizar en la biblioteca de su cada de Albinyana—, y contextualiza cómo aquel niño, que se había formado con las novelas de folletín, el cine de aventuras y la amistad de artistas vanguardistas, construyó ya de adulto unas colecciones editoriales —con diseño de Joan Pedragosa— en las que se mezclaban la novela gótica, las colecciones de artículos periodísticos y la recuperación pionera de los dibujantes de revistas como Papitu, textos propios tan inclasificables como La sonrisa de Eros o Botánica oculta o el falso Paracelso, monografías “con sentido de país” o los libros gastronómicos de sus compañeros de aventuras culinarias Álvaro Cunqueiro y Néstor Luján. Adentrarse en Joan Perucho i les edicions pop. L’aventura de Tàber permite descubrir una empresa editorial fulgurante y profundizar en un episodio de la biografía de Perucho sin máscaras ni leyendas.