Empresas con conciencia social

Ilustración ©Patricia Cornellana

Las empresas tienen la misión de contribuir a la transformación social, y una de las principales vías para ello es la búsqueda de la plenitud de las personas que trabajan en ellas. En este sentido, las políticas de gestión de personas deben contemplar elementos que permitan a los empleados crecer y desarrollarse, tanto en el ámbito profesional como en el personal. Es fundamental que sean conscientes de su contribución a un propósito trascendente y compartido.

Cuentan que, un día, una transeúnte se acercó a varios obreros que estaban trabajando para interesarse por lo que estaban haciendo. El primer obrero le explicó que estaba “poniendo ladrillos”; el segundo, que estaba “levantando una columna”; y un tercero proclamó con orgullo que estaba “construyendo una catedral”. Paradójicamente, los tres obreros estaban realizando el mismo trabajo, pero el propósito, el sentido y la trascendencia que cada uno otorgaba a su labor era radicalmente diferente.

De igual manera, las empresas pueden limitarse a tener como objetivo principal generar beneficios para sus accionistas, elemento imprescindible para su viabilidad, o pueden enriquecer su propósito incorporando objetivos relacionados con la generación de valor social. Las empresas pueden y deben contribuir a dar respuesta a las necesidades de su entorno, involucrarse en el respeto medioambiental o participar en proyectos solidarios. En definitiva, pueden apoyar la transformación social y, en muchas ocasiones, convertirse en paradigmas y elementos inspiradores para la sociedad.

Una de las vías por las que las empresas deberían contribuir a la transformación social es, tal y como defiende el Manifiesto de la Fundació Factor Humà, “a través de la plenitud de las personas que trabajan en ellas”. La involucración en la mejora social debe comenzar en el seno de la propia empresa. En este sentido, las políticas de gestión de personas deben contemplar elementos que permitan a los empleados crecer y desarrollarse, tanto en el ámbito profesional como en el personal. La incorporación de estas políticas genera no solo una contribución social, sino que también facilita el incremento del compromiso profesional con la institución.

El compromiso profesional es una de las herramientas de gestión empresarial más poderosas que se conocen; existen numerosos estudios que demuestran que está relacionado con mejores resultados económicos y de productividad, menor rotación y mayor satisfacción de los clientes. El compromiso viene determinado por múltiples factores, pero posiblemente uno de los más importantes sea la existencia de un propósito inspirador que permita a las personas darle un sentido trascendente a la labor que realizan. Es fundamental que este propósito sea estable a lo largo del tiempo y que la práctica diaria de la empresa sea coherente con el mismo.

Además de las políticas internas, las empresas tienen la oportunidad de liderar la innovación social, desarrollando productos y servicios que aborden directamente los grandes retos sociales. Muchas empresas están redirigiendo sus inversiones hacia proyectos que promuevan la equidad social, el acceso a la educación, la salud y la protección ambiental. Esto no solo mejora su imagen corporativa, sino que también atrae a inversores que buscan generar beneficios sociales o ambientales, además de retornos financieros, y que pueden representar una oportunidad de negocio significativa. Según la Global Impact Investing Network (GIIN), el mercado de inversiones de impacto ha crecido exponencialmente, demostrando que los inversores están cada vez más interesados en apoyar iniciativas que generen un cambio positivo en el mundo.

Cinco áreas de mejora

La capacidad de las empresas para generar valor social requiere una serie de factores que la hagan posible, y que podríamos resumir en cinco áreas. En primer lugar, una cultura empresarial fuerte y alineada con la responsabilidad social puede influir positivamente en todas las áreas de la empresa, desde la toma de decisiones hasta la interacción con clientes y comunidades. Fomentar una cultura de ética, respeto y sostenibilidad es esencial para que las empresas generen un impacto social duradero.

En segundo lugar, la educación y la formación continua de los empleados deberían incluir no solo habilidades técnicas y profesionales, sino también aspectos relacionados con la responsabilidad social y la sostenibilidad. Programas de formación en liderazgo ético, gestión sostenible de recursos y prácticas empresariales responsables pueden empoderar a los empleados para que se conviertan en agentes de cambio dentro de sus organizaciones. Esto no solo mejora el compromiso y la satisfacción laboral, sino que también fortalece la capacidad de la empresa para impactar positivamente en la sociedad.

En tercer lugar, la transparencia y la rendición de cuentas son fundamentales para que las empresas con conciencia social mantengan la confianza de sus stakeholders. Esto incluye la divulgación de información financiera, social y ambiental de manera precisa y accesible. La transparencia mejora la confianza y la reputación de la empresa, y permite a los consumidores, inversores y otras partes interesadas tomar decisiones informadas y respaldar a las empresas que comparten sus valores.

En cuarto lugar, la colaboración con otras empresas, organizaciones no gubernamentales y gobiernos puede amplificar el impacto social de las iniciativas empresariales. La alianza con otros agentes permite a las empresas combinar recursos, conocimientos y redes para abordar problemas complejos de manera más eficaz y aprender de las mejores prácticas y enfoques innovadores de sus socios, acelerando el desarrollo y la implementación de soluciones efectivas.

Por último, las políticas públicas y el apoyo gubernamental juegan un papel crucial en este contexto. Incentivar a las empresas a adoptar prácticas responsables y sostenibles a través de regulaciones y beneficios fiscales puede acelerar la transición hacia un modelo económico más justo y sostenible. La colaboración entre los sectores público y privado es esencial para abordar los desafíos globales y crear un futuro más equitativo.

El futuro de las empresas está intrínsecamente ligado a su capacidad para adaptarse y contribuir positivamente a la sociedad. Una tendencia creciente es la de las B Corporations, empresas que se caracterizan por cuatro elementos clave: un propósito con impacto social positivo, el requisito legal de considerar intereses no solo financieros, la certificación de estándares de gestión, y, finalmente, la interdependencia como miembro activo de la comunidad. Estas empresas demuestran que es posible combinar la rentabilidad con el propósito social, creando un impacto positivo en sus comunidades.

En resumen, las empresas no solo tienen la capacidad sino también la responsabilidad de contribuir a la transformación social. Al hacerlo, generan beneficios para sus accionistas y crean un impacto positivo en la sociedad, estableciendo un nuevo estándar para el éxito empresarial en el siglo xxi. En un mundo cada vez más interconectado y consciente, las empresas que adoptan una visión holística de su impacto están mejor posicionadas para prosperar y competir.

Para conseguirlo, es fundamental que los profesionales que forman parte de estas organizaciones sean conscientes de su contribución a un propósito trascendente y compartido. Haciendo un paralelismo con la anécdota con la que se iniciaba este artículo, es necesario que los profesionales de la empresa sean conscientes de que están contribuyendo a “construir una catedral”. La integración de la responsabilidad social en el núcleo de la estrategia empresarial no es solo una opción ética, sino una necesidad para la sostenibilidad y el éxito a largo plazo.

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