El verano en Barcelona es Grec
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- Jul 22
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El verano es tiempo de festivales, arte callejero y conciertos en la playa. De fiestas populares, de actividad al aire libre. En Barcelona, el verano escénico tiene un nombre que evoca las raíces culturales y la esencia mediterránea de la ciudad, un legado que lleva grabado en su ADN. El Grec la hace vibrar con teatro, danza, música y circo; y, por encima de todo, proyecta al exterior su vitalidad artística y creativa.
Si la programación artística ofrece la justa dimensión de un festival, su imagen define la filosofía que vertebra cada una de sus ediciones. Y la imagen del Grec en los últimos años, con Francesc Casadesús al frente, ha tenido un simbolismo poderoso. Casadesús planteó su Grec como un viaje por todo el mundo, un camino de descubrimiento intercultural. “Comença el viatge” era, de hecho, el lema de su primer festival, en 2017. La Ruta de la Seda, África o Australia fueron algunas de las etapas de este recorrido a través de pueblos y culturas del mundo, y “Noves espècies”, “Més enllà” o “Un món de passions”, el nombre de cada etapa. Y durante todo este trayecto, la imagen del Grec fue vitalista e impactante, una explosión de color que simbolizaba el carácter abierto, vivo, curioso y expedicionario del evento. “Lo de ‘dar la vuelta al mundo’ me permitió articular un discurso propio para un proyecto que va más allá de un festival”, explica el director. “Darle un hilo conductor, una pequeña dramaturgia”.
Ahora, sin embargo, el viaje se ha completado y la imagen del festival anuncia un cambio de rumbo. El fauno, el ser mitológico que encarnó el espíritu mediterráneo y festivo del Grec desde mediados de los ochenta hasta 2003, ilustra de nuevo el cartel después de casi veinte años de ausencia. Con el fauno se potencia el componente lúdico del festival, una gran celebración de las artes escénicas y también de la ciudad. Un espacio para la comunidad.
El Grec nació en 1976 con un espíritu reivindicativo, como un grito de libertad después de casi cuarenta años de asfixia social, ideológica y cultural.
Un festival de ciudad
El Grec nació en 1976 con un espíritu reivindicativo, como un grito de libertad después de casi cuarenta años de asfixia social, ideológica y cultural. No solo marcó el abandono de una forma de hacer teatro oficializada por el régimen anterior, sino que comportó la recuperación definitiva del Teatre Grec como escenario de verano: inaugurado en 1929 (aunque se construyó seis años antes), el teatro de Montjuïc fue testigo —unas veces, activo, y otras, silencioso— de la evolución social, política y cultural de la ciudad. De la agitación de la Segunda República, de la oscuridad del franquismo, de los intentos, privados o institucionales, de insuflar vida a un escenario que sufrió largos períodos de olvido y abandono.
La mañana del 1 de julio de 1976, primer día de funciones, la profesión desfiló por la Rambla en una manifestación festiva que recorrió el célebre paseo entre la plaza del Teatre, a los pies del monumento a Pitarra, y la plaza de Catalunya. Los manifestantes gritaban consignas como “Queremos un teatro popular” y animaban a la ciudadanía a subir a Montjuïc y a descubrir un teatro libre, un teatro al servicio del pueblo, como pregonaban los eslóganes. “Cualquier declaración era un manifiesto, y, de cualquier manifiesto, surgía la posibilidad de revuelta. Las pancartas, los carteles, la propaganda y el propio Grec eran un intento de respuesta colectiva planteada como punto de partida. Las inscripciones hablaban de teatro para el pueblo, de libertad y de imaginación”, escribió Antoni Bartomeus en el catálogo Grec 1929-86: Teatre Grec de Montjuïc, publicado en motivo de la exposición que se realizó en el Mercat de les Flors en junio de 1987.
La descentralización es uno de los principios de la programación del festival desde hace años, una idea que enlaza con la apuesta por los derechos culturales de la ciudadanía.
El fauno todavía no había hecho acto de presencia en el cartel de la que se convertiría en la primera edición del Grec (obra de Iago Pericot), pero la conexión del festival con la ciudadanía, la apuesta por el talento local, la apertura al exterior y la libertad artística han pervivido desde entonces en la gran cita escénica estival de Barcelona. El Grec siempre da el pistoletazo de salida al teatro que le da nombre, pero se extiende después por toda la ciudad: la descentralización es uno de los principios de la programación del festival desde hace años, una idea que enlaza con la apuesta por los derechos culturales de la ciudadanía que promueven las políticas municipales. Centros cívicos, bibliotecas, museos, fábricas de creación, la red de bibliotecas… La idea de “hacer comunidad” cobra todo el sentido en este festival por medio de proyectos participativos, talleres y laboratorios artísticos. “Es una línea de trabajo orientada a la lluvia fina”, explica el director del festival. “Hay ensayos abiertos, actividades más reflexivas, proyectos comunitarios… Son secciones diferentes con una estrategia común para que el Grec llegue lo más lejos posible”. Nuevas formas de participación que amplían la base social de públicos y velan por la democratización del acceso a la cultura.
Descubrir, difundir y potenciar el talento y los tejidos artísticos locales es otro de los ejes del festival barcelonés.
“Tejer es entrelazar muchos hilos. Queremos tejer una prenda de la talla de la ciudad. Debemos hacer un festival que favorezca y dé un nuevo aire a Barcelona. Para lograr-lo apostamos por crear un modelo que atraiga no solo por su —necesario— cartel de figuras invitadas, sino también por el valor artístico, por el conjunto de alianzas nacionales e internacionales, por el número de agentes y sectores implicados, por la participación y la implicación de la ciudadanía y por su rigor y coherencia”, escribía Casadesús en la presentación de su proyecto artístico. El balance de las ediciones realizadas certifica la solidez de este tejido: la del 2021, sometida todavía a los rigores y protocolos de la pandemia (con la reducción de aforos y la cancelación o readaptación de funciones y actividades), más de cien mil espectadoras y espectadores vivieron el Grec, que completó su viaje por las culturas del mundo con la satisfacción de haber cumplido el itinerario previsto. Ni siquiera las circunstancias adversas de 2020 detuvieron la travesía. “Sentí que no podíamos arrojar la toalla, había que luchar, como lo hicieron todos los sectores”, recuerda el director. “Hubo apoyo político, y flexibilidad del equipo y de los artistas para adaptar el programa a la situación. Incluso el público se manifestó para que el Grec no se cancelara ese año”.
El Grec 2022 realiza una revisión de textos fundamentales de la cultura del viejo continente, obras clásicas que se leerán desde la perspectiva contemporánea.
Sin embargo, el viaje continuará en los años 2022 y 2023, aunque sus coordenadas ya no serán geográficas, sino temporales: centrándose en Europa, el Grec 2022 hace una revisión de textos fundamentales de la cultura del viejo continente, obras clásicas que se leerán desde la perspectiva contemporánea, mientras que la edición de 2023 pondrá la mirada en el futuro. Ver de dónde venimos para intuir hacia dónde vamos: esta es la orientación del nuevo viaje.
Apoyo a la creación
Descubrir, difundir y potenciar el talento y los tejidos artísticos locales es otro de los ejes del Grec. Y, en referencia a este objetivo, el actual responsable del festival vuelve a hablar de lluvia fina para explicar que el apoyo a la creación autóctona no es una empresa pasajera, sino un esfuerzo continuado. “No queremos que este apoyo sean fuegos artificiales, queremos ver que hay artistas que han crecido con el festival, que le den sentido como tal. Y no se trata de dar una lista de nombres, el Grec tiene muchas capas, muchos niveles, y debe mirarse en su conjunto”, afirma. “Las instituciones tenemos que prestar ayuda al tejido creativo y potenciarlo”, concluye el director.
La política de coproducciones (que este año son treinta y cuatro) es uno de los canales que ayuda a las compañías y a los artistas locales a crecer.
La política de coproducciones (que este año son treinta y cuatro) es uno de los canales que ayuda a las compañías y artistas locales a crecer, como lo es también, por ejemplo, el impulso a la iniciativa “On el teatre batega” de Teatres de proximitat, una docena de salas de pequeño formato comprometidas con la creación emergente. El Grec 2020, que en su viaje por el mundo debía detenerse en América Latina, preveía la participación en el programa de todos estos teatros, a los que quería dar visibilidad (a imagen de la potente red de salas de proximidad de Buenos Aires). Lógicamente, la crisis de la covid-19 impidió sacar adelante la colaboración prevista, pero se les animó a trabajar de forma conjunta para proponer actividades alternativas, virtuales, dentro del festival. La cooperación con esta red, nacida en un momento de incertidumbres y ahora ya consolidada, se ha mantenido hoy en día. De hecho, este año se realiza un ciclo de lecturas dramatizadas, algunas de las cuales podrían convertirse en producciones para el Grec 2023.
También las fábricas de creación y los museos barceloneses se convierten en escenarios de artistas residentes de los centros de creación, artífices de propuestas que dialogan con los fondos de cada equipamiento. También de iniciativas provocadas para conseguir conexiones insólitas, como la fusión del flamenco de Israel Galván y el coro Escolania de Montserrat, o la de la Orquesta Sinfónica de Barcelona y Nacional de Cataluña (OBC) con Alba G. Corral, una artista visual que ya inauguró un Grec (edición de 2019) ilustrando con imágenes sugerentes la música del Kronos Quartet de San Francisco.
Pero la principal novedad de este 2022 en cuanto al apoyo a la creatividad local implica ayudar a algunos de los proyectos beneficiarios de las becas Premis Barcelona 2020 en la categoría de artes escénicas: La Virgueria, Glòria Balañà, Cris Blanco, Atresbandes, Amaranta Velarde, Colectivo Que no salga de aquí, Teknodrag y Alicia G. Reyero son las ocho propuestas surgidas de aquella convocatoria que han contado con el apoyo del Grec. Una prueba más (no la última) de que el festival de la ciudad promueve y difunde el talento local.
La colaboración entre Barcelona, Avinyó, Viena y Bruselas permite desarrollar estrategias de intercambio que, una vez más, hablan del apoyo del festival de verano barcelonés a la creación autóctona y su presencia internacional.
Tejer redes
Un evento del interés y relevancia del Grec debe encontrarse entre las grandes citas escénicas estivales de Europa. La internacionalización del festival ha sido un objetivo compartido por las personas que lo han dirigido a lo largo de su historia, y después del viaje que lo ha llevado a Atenas (2017), Singapur (2018), de Melbourne a Nueva York (2019), América Latina (2020) y África (2021), se puede constatar que el objetivo se ha alcanzado. Los estudios confirman la notoriedad del Grec, y la programación de espectáculos como Una imagen interior, de El Conde de Torrefiel, coproducido por el festival junto con el de Avinyó, el Wiener Festwochen y el Kunstenfestivaldesarts, la hacen visible: la colaboración entre Barcelona, Avinyó, Viena y Bruselas permite desarrollar estrategias de intercambio que, una vez más, hablan del apoyo del festival de verano barcelonés a la creación autóctona y su presencia más allá de nuestro país. Al fin y al cabo, El Conde de Torrefiel, laboratorio de experimentación y reflexión escénica, empezó en el circuito más off de la ciudad y es ahora una de las compañías con mayor proyección internacional de nuestro país.
El festival ha dedicado tiempo y esfuerzos a crear redes a gran escala (exterior), pero también a pequeña escala (interior), con entidades como el Gremi de Llibreters de Catalunya.
Al margen de estas alianzas, que han hecho posible que artistas de aquí hayan mostrado sus creaciones en medio mundo, nos remiten de nuevo a uno de los conceptos más recurrentes cuando observamos el proyecto artístico del Grec: entrelazar hilos, tejer redes. Una red es más fuerte y resistente que un hilo, por lo que el festival ha dedicado tiempo y esfuerzos a sumar colaboraciones, a crear redes. Y no solo a gran escala (exterior), sino también a pequeña escala (interior), con entidades como el Gremi de Llibreters de Catalunya. La creación de redes permite que un proyecto pueda desarrollarse plenamente, con independencia de sus dimensiones. Del diálogo y las colaboraciones entre instituciones y organismos (públicos o privados) pueden surgir puntos de conexión siempre enriquecedores. Hay que aprovechar el capital emprendedor de agentes culturales y otros proyectos y festivales para provocar, estimular y acompañar iniciativas: esta es otra de las líneas estratégicas del actual Grec. Y una de las obsesiones (en sentido positivo) de su responsable artístico.
Grec 2022: algunas claves
Cincuenta y cinco espacios, ochenta y seis espectáculos, más de cincuenta actividades. Son las primeras cifras del Grec 2022 que, durante cuatro semanas, a partir del 29 de junio, hace vibrar la ciudad al compás de las artes escénicas. La Nederlands Dans Theater se encargará de inaugurar la edición en Montjuïc (con un programa que reúne tres coreografías, una de ellas firmada por Marina Mascarell, bailarina y coreógrafa ya conocida por el público barcelonés), pero el festival estará presente en distintos barrios y distritos con actividades y propuestas para públicos diversos.
Thomas Ostermeier (Ein Volksfeind [Un enemigo del pueblo]), Romeo Castellucci (Bros) y Christos Papadopoulos (Larsen C) son algunos de los creadores internacionales del Grec Montjuïc, donde encontramos también a Xavier Albertí (con su revisión de El burlador de Sevilla), Helena Tornero y Andrés Lima (Paraíso perdido), La Conquesta del Pol Sud (Mivion [Ràdio Sarajevo]), Cris Blanco (Grandissima Illusione) o Insectotròpics (Orpheus). En cuanto al Grec Ciutat, contará con compañías y artistas como La Veronal (Opening Night), Àlex Rigola (Ofèlia [Panic Attack]), Amaranta Velarde (Desbordes) o Jordi Casanovas (Immunitat), y también con la creación Imperfect de La Baldufa y Sol Picó, incluida dentro de una programación familiar que cuenta con otros nombres destacados, como Agrupación Señor Serrano, Manolo Alcántara o el Groupe acrobatique de Tanger, que tuvo que cancelar su actuación de 2021 por el positivo en covid-19 de uno de sus integrantes. No es la única recuperación de producciones castigadas por la pandemia: es el caso, sin ir más lejos, de Europa Bull, premiada creación de Indi Gest, estrenada a finales de 2019 y que regresa ahora al Teatre Nacional de Catalunya (TNC) gracias a un Grec especialmente sensible con los conflictos que hacen hervir al continente.
“Después del proyecto artístico que, durante cinco años, nos ha permitido dar la vuelta al mundo, ahora queremos ‘volver a casa’, o, lo que es lo mismo, a una Barcelona que amamos, una ciudad creativa y orgullosa de sí misma. En un mundo donde el miedo vuelve a estar presente, apostamos por recuperar el espíritu de juego de la ciudad de los años ochenta, sentir y ser conscientes de las cosas que compartimos y que nos hicieron grandes, para poder imaginar un futuro ilusionante. De hecho, ¿qué es la cultura sino un conjunto de conocimientos y proyectos compartidos?”. Es la pregunta que lanza Francesc Casadesús en el texto de presentación del programa del Grec Festival de Barcelona 2022. Un tributo a la ciudad y a la ciudadanía, una mirada al pasado y al futuro de Europa, un vivero de nuevos talentos, una ocasión única para disfrutar de grandes figuras de la escena internacional. El Grec 2022 admite muchas definiciones, todas válidas, todas acertadas, reflejo de aquellas capas a las que hacíamos referencia al hablar del apoyo a la creación. Esta es la calidad que debe tener un gran festival, la de incluir una oferta amplia y múltiples perspectivas, para que todo el mundo se lo haga suyo.
Del número
N123 - Jul 22 Índice
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