El futuro será suburbano

Ilustración ©Rebeka Elizegi

La suburbanización de los Estados Unidos, que ha sido continuada desde el final de la Segunda Guerra Mundial, se ha acelerado de nuevo con la pandemia de la covid, hasta el punto de que ciudades y suburbios se están intercambiando los papeles. Características que generalmente se asociaban a las zonas urbanas, como la complejidad y la diversidad, se  han trasladado a las suburbanas, que han perdido su uniformidad y están experimentando cambios constantes.

Teniendo en cuenta las tendencias pasadas y actuales, es probable que la suburbanización siga siendo la forma de urbanización dominante en Estados Unidos. Aunque las estadísticas actuales indican que el 55% de los estadounidenses viven en suburbios, casi con total seguridad esta cifra no incluye la gran cantidad de habitantes de las zonas prácticamente suburbanas de las regiones metropolitanas y de las zonas rurales no incorporadas.[1] Si este es el caso, ¿qué significado tiene de cara al futuro el amplio historial de ataques a los suburbios en general, a la vivienda suburbana, al proceso de suburbanización y a las personas que viven en ellos? Y, más importante aún, ¿cómo podemos hacer que el fenómeno suburbano se entienda de formas nuevas y más productivas? ¿Por qué deberíamos hacerlo? En primer lugar, porque los ataques incesantes a los suburbios han fracasado estrepitosamente en su intento de detener el flujo de estadounidenses que parten hacia las afueras. Como han revelado los datos censales, la reciente pandemia de la covid ha provocado un éxodo impresionante hacia fuera de las grandes ciudades, que han experimentado un descenso de población importante. Además, todos aquellos que se han trasladado, generalmente a suburbios de alrededor, eran los residentes con salarios más altos; es decir, quienes tenían más opciones para elegir una ubicación.

Este movimiento solo ha sido el último episodio de un aumento de la suburbanización que ha tenido lugar de forma continuada desde que terminó la Segunda Guerra Mundial. Durante las últimas décadas, los planificadores urbanísticos, adoptando políticas a favor de las ciudades compactas, han intentado controlar el crecimiento extensivo, pero los residentes han seguido votando con los pies. Otros indicadores, como el descenso en la construcción de oficinas urbanas desde el año 2000, ponen de relieve la importancia económica decreciente de los centros urbanos. Hoy en día, pese al resurgimiento parcial de un movimiento poblacional hacia las ciudades, las actividades económicas que se habían llegado a concentrar en los distritos centrales de negocios (central business district, CBD) siguen cayendo.[2]

Estos cambios económicos, sociales y espaciales sugieren que es necesario reevaluar algunas de nuestras suposiciones más básicas en cuanto a las definiciones de las zonas urbanas, suburbanas y rurales. En muchos aspectos, estas categorías aceptan el desarrollo urbano del siglo xix como normativo. Este modelo se resumió con la representación de círculos concéntricos de la Escuela de Chicago, que ilustraba el centro de la ciudad rodeado de círculos concéntricos con una densidad decreciente, que representaban las zonas urbanas, seguidas de las zonas residenciales suburbanas, establecidas dentro del espacio vacío del traspaís rural. Sin embargo, a finales del siglo xx, estas distinciones dejaron de describir la condición urbana de Estados Unidos. En cambio, en las costas oriental y occidental, encontramos todo tipo de colonias que se han fusionado en una megalópolis —una zona continua de desarrollo urbano—. Por ejemplo, BosWash, la región costera que se extiende desde Maine hasta la frontera de Virginia, contiene una mezcla intrincada de zonas densamente urbanizadas, zonas menos densas, algunas tierras de cultivo y tierras salvajes protegidas. Existen conurbaciones similares en California, como SoCal, que se extiende desde la frontera mexicana hasta Santa Bárbara.

La gran inversión
En esta condición espacial compleja, ¿qué papel desempeñan los suburbios? Muchos observadores contemporáneos sugieren que las ciudades y los suburbios se han intercambiado los papeles, ya que características que generalmente se asociaban a las zonas urbanas ahora se encuentran principalmente en las suburbanas. Como residente de la zona de la bahía de San Francisco, he sido testigo de ello; es posible que el ejemplo no sea del todo representativo, pero el desarrollo que ha experimentado recientemente se alinea con las tendencias nacionales. En la década de 1950, San Francisco era la primera ciudad de la región, un puesto que ha ocupado desde la fiebre del oro de mediados del siglo xx. No obstante, durante los últimos 50 años su economía urbana se ha visto eclipsada por la llegada, a los suburbios del sur, de las revoluciones electrónica e informática. En Palo Alto, Menlo Park, Mountain View y otras localidades suburbanas que se hicieron populares bajo el nombre de Silicon Valley, la innovación continua ha dado lugar al distrito de alta tecnología más dinámico del mundo. Detrás van asesorías jurídicas, inversores de capital riesgo y bancos, que han llenado un paisaje de escasa densidad de parques de oficinas, centros comerciales y zonas suburbanas. La emergencia de Silicon Valley como una fuerza económica global ha puesto de manifiesto que los distritos económicos con rascacielos de alta densidad ya no son un requisito para triunfar económicamente. De hecho, las sedes de cuatro de las cinco firmas estadounidenses valoradas en más de un billón de dólares se encuentran en suburbios.[3]

Los centros de trabajo suburbanos también han transformado los patrones de consumo, y atraen una gran variedad de servicios, como hoteles, spas y establecimientos de restauración. Resulta interesante que haya más restaurantes con tres estrellas Michelin en la periferia que en el centro de San Francisco.[4] El reciente colapso del comercio minorista en San Francisco, con la huida de centros comerciales, grandes almacenes y tiendas especializadas del centro, es solo el dramático punto final de décadas de decadencia.[5] Por el contrario, los centros comerciales suburbanos prosperan y, por tanto, lo que se proclamaba como “la muerte del centro comercial” solo es aplicable a las zonas más pobres. En los centros comerciales populares, como el Stanford Shopping Center de Palo Alto o el Westfield Valley Fair de Santa Clara, se puede ir de compras a tiendas como Gucci o Hermès, o visitar los únicos outlets de la zona de la bahía de cadenas populares como Eataly o Din Tai Fung. En los de Santana Row de Santa Clara o Bay Street de Emeryville, incluso se puede vivir un estilo de vida “urbano” en un apartamento sobre el centro comercial.

De forma similar, San Francisco, al igual que muchas ciudades norteamericanas, antes era un lugar distinguidamente diverso, un crisol que atraía a inmigrantes de todo el país y del mundo. Sus diversos barrios acogían a ricos y pobres, incluso de muchas minorías étnicas. En cambio, las zonas suburbanas del norte, el sur y el este eran principalmente pobladas por blancos. Sin embargo, en 2020 se puso de manifiesto que la situación había dado un giro. La imagen clásica de la metrópolis norteamericana posterior a la Segunda Guerra Mundial —ciudades diversas rodeadas de suburbios de blancos— se había invertido. La población negra de San Francisco, que era del 13% cincuenta años atrás, roza ahora el 5%, como resultado de la “lucha negra” por los suburbios distantes del condado de Contra Costa.

Cada vez más, los nuevos inmigrantes optaban por instalarse directamente en los suburbios, y evitaban los concurridos barrios chinos y los enclaves étnicos. El lugar más diverso de la zona de la bahía es la localidad suburbana de Fremont, hogar de 134 nacionalidades distintas, incluida la mayor comunidad afgana fuera de Afganistán. La diversidad sigue esparciéndose hacia las afueras; el grupo étnico más reciente se encuentra en la zona de Tri-Valley, a 65 kilómetros de San Francisco. La contratación en empresas cercanas ha atraído la mayor concentración de amerindios de la nación. A medida que los suburbios se diversifican, los nuevos residentes introducen en ellos sus culturas. Una gran variedad de restaurantes, supermercados y lugares de culto y vacaciones se han convertido en características de la vida suburbana. La cadena asiática de supermercados 99 Ranch, fundada por un inmigrante taiwanés, es actualmente un clásico suburbano en toda California. No solo los inmigrantes, sino también miembros de subculturas sexuales y culturales que en su día habían encontrado refugio en barrios urbanos, ahora optan por los suburbios. Un noticiario reciente presentó a una pareja homosexual de edad avanzada que rechazaba el icónico gayborhood (barrio gay) del distrito de Castro en beneficio de la comunidad de jubilados de Rossmore de la localidad suburbana de Walnut Creek, que consideraba más tolerante y acogedora.[6]

Replanteamiento del suburbio
Reconocer esta situación diferente significa reconsiderar las opiniones anteriores acerca de los suburbios. Aunque estos se han caracterizado a menudo por la monotonía, la característica que ahora los define podría ser, de hecho, la diferencia. En el conocido binomio urbano-rural, la naturaleza de cada categoría está clara: las ciudades son densas, con edificios altos y centros identificables, mientras que las zonas rurales son poco pobladas y agrícolas. Dado que existen suburbios en muchos puntos entre estos dos extremos, la cantidad de variantes puede ser infinita. Estas diferencias pueden producirse por la estructura del gobierno norteamericano, que permite que áreas suburbanas se incorporen como localidades independientes, en lugar de anexarse a ciudades más grandes o que estas las absorban. Este proceso ha generado enormes desigualdades en cuanto a tamaño, ubicación, demografía, historia y forma física. La zona de la bahía de San Francisco así lo confirma. Sus suburbios pueden ser ricos o pobres. Atherton es la localidad más rica de todo el país, mientras que otros sitios como Bay Point tienen índices de pobreza considerables. Pueden estar lejos o cerca de la ciudad. Los suburbios más alejados de la zona de la bahía se extienden 110 kilómetros tierra adentro desde San Francisco, en la región agrícola de Central Valley. Pueden ser enormes o diminutos. En la zona de la bahía, los tamaños van desde Fremont, con 233 kilómetros cuadrados, hasta Belvedere, con poco más de 2,5 kilómetros cuadrados.

Además, los suburbios cambian constantemente. Algunos suburbios siguen siendo mayoritariamente blancos, mientras que otros son predominantemente latinos, asiáticos, negros o una combinación de otros muchos grupos raciales. Sin embargo, esta demografía puede cambiar fácilmente. El impulso inicial tras la incorporación suburbana tenía como objetivo, mediante la zonificación y restricciones diversas, evitar los cambios incontrolables que redefinen continuamente los barrios urbanos estadounidenses. Sin embargo, esta estrategia solo ha tenido éxito en un puñado de suburbios elitistas que han podido mantener su forma original. Pero incluso en estos, la forma física intacta puede enmascarar una transformación social y cultural importante. En San Marino, el suburbio más rico de Los Ángeles, asiáticos acomodados están desbancando a los adinerados residentes blancos. La mayoría de los suburbios han sufrido cambios significativos, a menudo de forma contradictoria y, en ocasiones, paradójica. En las extensiones de viviendas de posguerra, donde las filas de casas idénticas han encarnado la monotonía de la producción en serie, las casas originales han acabado siendo totalmente irreconocibles debido a la cultura extensiva de la remodelación. El cambio también puede ser parcial. En localidades antiguamente tranquilas del condado de Contra Costa, los centros corporativos atraen actualmente a miles de personas que trabajan en ellos, mientras que sus frondosas calles residenciales permanecen esencialmente intactas.

Quizás la multiplicidad y la diversidad de suburbios son algunas de las razones que han generado tanta incomprensión. A menudo los comentaristas lo meten todo en el mismo saco. Así, los historiadores que estudiaban los suburbios del siglo xx se basaban en los característicos núcleos de clase media-alta, e ignoraban las numerosas colonias que crecían en torno a las industrias suburbanas y la gran cantidad de suburbios autoconstruidos. De modo similar, la imagen de Levittown todavía resuena como representación de todos los suburbios, en lugar de ser el producto de un momento histórico único, provocado por la falta de viviendas durante la posguerra y por el índice de formación de familias más alto de la historia de Estados Unidos. El problema, de hecho, es que la realidad de los suburbios es demasiado diversa y compleja para resumirla en estas imágenes singulares. Las zonas suburbanas también han funcionado como test sociales de Rorschach en los que se proyectan problemas mayores. En la década de 1950, señalaron preocupaciones sobre la conformidad, excelentemente expresadas en la canción Little Boxes, de Malvina Reynolds. En la década de 1980, las McMansions (producidas en masa) ejemplificaban la codicia corporativa y el exceso de mal gusto. Hoy, a los suburbios se los tilda normalmente de criminales medioambientales, aunque, de hecho, los estudios no han podido determinar si son más sostenibles para el medio ambiente las ciudades dispersas o las ciudades compactas.[7]

Rediseño del suburbio
Los suburbios continuarán creciendo, pero la pregunta sobre cómo lo harán sigue sin respuesta. Su complejidad hace difícil ofrecer respuestas sencillas. A diferencia de las ciudades, los espacios suburbanos han atraído recientemente la atención de arquitectos, diseñadores urbanos, paisajistas, artistas y ambientalistas. Sin embargo, sus proyectos ofrecen soluciones genéricas que permanecen obstinadamente vinculadas a las antiguas imágenes de las calles principales de pequeñas localidades. A diferencia del espacio urbano, construido y muy limitado, el espacio suburbano ofrece opciones mucho más flexibles. Los propietarios de viviendas ya están añadiendo una densidad invisible al convertir sus casas unifamiliares en alojamientos de varias unidades. Las unidades de vivienda accesorias (ADU) pueden acoplarse fácilmente en casas grandes, garajes, sótanos y patios interiores para alojar muchas circunstancias sociales diferentes, desde familias multigeneracionales a inquilinos para obtener ingresos o, incluso, coalojamiento.

Las grandes cantidades de espacios abiertos, tanto públicos como privados, pueden rediseñarse en respuesta a imperativos y soluciones de carácter ecológico. Pavimentos permeables, estanques de retención y otros métodos naturales de tratamiento del agua pueden utilizar calles y aparcamientos para controlar las inundaciones y la sequía. Los patios pueden ser espacios de cultivo o bosques. La resilvestración puede restablecer la biodiversidad y recuperar el paisaje. Los residentes suburbanos siempre han utilizado sus casas con fines económicos, tanto a la hora de vender artículos de segunda mano como para instalar oficinas domésticas y empresas con sede en el hogar. Dadas las últimas tendencias de trabajo remoto, los límites entre el trabajo y el hogar, entre el entorno residencial y el comercial, pueden descomponerse todavía más. Además, la movilidad está cambiando drásticamente. La micromovilidad —patinetes eléctricos, monopatines y bicicletas— favorece el acceso sin necesidad de conducir. Aparte de reducir las emisiones y los gases de efecto invernadero, los vehículos eléctricos de todo tipo y los coches sin conductor también pueden ser una fuente de energía.

Estos cambios no son meros pensamientos anhelantes, sino prácticas reales en los suburbios de toda Norteamérica, que a medida que se expanden pueden fomentar una nueva forma de urbanismo. Puesto que ya no están subordinados a los espacios ni a los ideales de los centros urbanos, pueden basarse en las realidades de las formas sociales y espaciales descentralizadas. La materialización de estos cambios requerirá acciones políticas, el apoyo del gobierno y una reforma de la normativa. El mayor obstáculo para la transformación suburbana es, sin embargo, el sistema persistente de carácter marcadamente urbano. Si ampliamos nuestra percepción del urbanismo para incluir colonias extensivas de baja densidad, podemos empezar a imaginar nuevos espacios muy diversos basados en el pragmatismo y la invención locales. De esta forma, no nacerá un único urbanismo, sino muchos.[8]

Artículo originalmente escrito para el catálogo de la exposición “Suburbia. La construcción del sueño americano”, que se presenta en el Centre de Cultura Contemporània de Barcelona (CCCB), hasta el 8 de septiembre del 2024.


[1]Un 55% en suburbios frente a un 31% en ciudades y 14% en zonas rurales. “Demographic and economic trends in urban, suburban and rural communities”. Pew Research Center, 2018. via.bcn/JcAA50Qvo1z

[2]Frey, W. “Big cities are showing signs of recovery after historic population losses, new census data shows”. Brookings, 2023. via.bcn/rvAL50Qvo5Q

[3]Microsoft, Amazon, Facebook y Google.

[4]The Michelin Guide to California, 510. Michelin Travel Partner, Nanterre, 2019.

[7 ]Por mencionar algunos:
Neuman, M. “The Compact City Fallacy”. Journal of Planning Education and Research, 25, 11-26. 2005.

Bouwman, M. E.Changing Mobility Patterns in a Compact City: Environmental Impacts”. Compact Cities and Sustainable Urban Development: A Critical Assessment of Policies and Plans from an International Perspective, editado por G. de Roo y D. Miller. Ashgate, Aldershot (Reino Unido), 2000.

Gordon, P. y Richardson, H. “Are Compact Cities a Desirable Planning Goal?. Journal of the American Planning Association, 63(1), 95-106. 1997.

Gugger, H. y Kerschbaumer, G. “The Compact City: Sustainable or Just Sustaining the Economy?”. Holcim Forum, The Economic Performance of Sustainable Construction, 147-189. 2020

[8]Wall, A. “Sprawl is Dead: Long Live the Low-Intensity City.” Infinite Suburbia, editado por A. Berger, J. Kotkin y C. Barderas Guzmán. Princeton Architectural Press, Nueva York, 2017.

Publicaciones recomendadas

  • Urbanization in China (Critical Concepts in Urban Studies)Marco Cenzatti y Margaret Crawford (editors) Routledge, 2017
  • Everyday UrbanismJohn Leighton Chase, Margaret Crawford y John Kaliski (editors) The Monacelli Press, 2008
  • Building the Workingman’s Paradise: The History of American Company Towns Verso Books, 1996

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