Barcelona Metropolis

Con una media semanal de 800.000 usuarios, el aeropuerto de Barcelona es el sexto más activo de Europa. Echando la vista atrás, el tráfico de aviones dibuja dos picos, el primero de los cuales (2007-2008) es previo a la entrada en servicio del TAV Barcelona-Madrid y a la recesión global, mientras que el segundo, en el 2019, se interrumpe con la covid. El récord de 344.563 operaciones implica también el volumen máximo de emisiones de gases de efecto invernadero: 514.318 toneladas de CO₂, un reto para la nueva Alianza para la Sostenibilidad del Transporte Aéreo en España (AST).

El plan director del aeropuerto, aprobado en 1999 y en su mayor parte ejecutado, dimensionó el equipamiento para un máximo de 90 operaciones diarias, con un uso mixto de las dos pistas principales. Desde 2006, el máximo real de vuelos es de 78 (40 despegues y 38 aterrizajes), después de que la presión de ayuntamientos y vecinos de Castelldefels y Gavà consiguiera la operación segregada de las dos pistas principales (la más corta y próxima al mar para despegues, la interior para aterrizajes y la transversal para situaciones especiales) para reducir el ruido sobre las casas. El 5% de los aviones son demasiado grandes para la pista corta.

Con la cantidad de puntos de embarque y el espacio existentes, la capacidad de las terminales T1 y T2 se sitúa en los 55 millones de pasajeros anuales, una cifra no mucho mayor de los 52,7 millones alcanzados en 2019 (la diferencia es de tan solo el 4%). La crisis sanitaria dio una tregua inesperada, pero en el 2022, aún en fase de recuperación poscovid, el volumen de usuarios ascendía a 41,6 millones, el 76% del máximo. La construcción de una terminal satélite conectada subterráneamente a la T1, prevista en el plan director, elevaría la capacidad de la infraestructura hasta los 70 millones de pasajeros, una cifra similar a la registrada en 2019 por instalaciones de primer nivel como Ámsterdam (71,7) y Fráncfort (70,6). Además, añadiría espacio de estacionamiento para aviones wide-body (gran fuselaje), los utilizados en vuelos de largo radio. El peso del turismo hace que el volumen de usuarios oscile bastante según la época del año.

El verano es el periodo de máximo estrés en la operativa aeroportuaria, como muestra el ranking de meses con mayor tráfico de pasajeros. En un solo día, el 19 de agosto de 2019, pasaron por el aeropuerto 181.206 personas. El número máximo de operaciones diarias (1.140) se registró el 17 de mayo de 2017.

El 60,2% de los viajeros que pasan por las terminales de Barcelona-El Prat van o vienen de los 118 aeropuertos europeos conectados con el de la capital catalana, mayoritariamente de países pertenecientes a la Unión Europea (45,5%). El tráfico nacional representa el 29,2% del pasaje, con Baleares y Madrid como principales destinos de un total de 28 disponibles. Los vuelos intercontinentales mueven el 10,6% restante.

Los usuarios del aeropuerto Josep Tarradellas Barcelona-El Prat viajan en vuelos regulares (99%) a destinos de radio corto o medio de España, Europa o el norte de África (solo el 7,9% dan el salto a América, Oriente Próximo o Asia), mayoritariamente con compañías de bajo coste (73%) y, sobre todo, para hacer turismo (55%).

Si bien hasta 2019 la ruta Barcelona-El Prat - Madrid-Barajas era la más frecuentada, desde 2020 es la de Palma. El ferrocarril de alta velocidad le ha dado la vuelta al mercado y ya cubre el 75% de la demanda del corredor que había señoreado el puente aéreo de Iberia. De hecho, en el cómputo 2010-2022, los aeropuertos de Baleares suman 42,8 millones de pasajeros, muy por encima de Madrid. La función de enlace preferente con las islas explica seguramente la elevada proporción de personas que utilizan el aeropuerto de El Prat como escala entre dos vuelos.

El Reino Unido, Francia, Alemania e Italia se alternan año tras año como países de origen y destino de más pasajeros del aeropuerto barcelonés. Se trata de los cuatro países europeos que más turismo aportan a Barcelona y figuran también entre los más visitados por los catalanes. Una novedad reciente ha sido el ascenso del tráfico con Estados Unidos, el único país no europeo en top 10. Incrementar las rutas intercontinentales es un objetivo de los agentes económicos —este verano se llegará a las 46, según el Comité de Desarrollo de Rutas Aéreas—.