Dos artistas (escondidos) detrás de una máquina
- Libros
- Pliego de cultura
- Jul 22
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El trabajo y la intensa vida cultural de Ricard Giralt Miracle y Enric Tormo, que marcaron con sus diseños gráficos e impresores la segunda mitad del siglo xx, protagonizan dos libros que reconocen sus aportaciones como pioneros de las artes gráficas.
En diciembre de 2014 volvieron a Cataluña 238 cajas con parte de los llamados “Papeles de Salamanca”: más de 150 toneladas de documentación requisada en 1939 por las tropas franquistas tras su entrada triunfal en Barcelona al final de la Guerra Civil. En una de ellas llegó un cartel con un enorme rostro de Lluís Companys sobre un mapa de Cataluña que el crítico de arte Daniel Giralt-Miracle reconoció de inmediato: era uno de los trabajos que su padre, Ricard Giralt Miracle (Barcelona, 1911-1994), realizó en 1936 para el gobierno de la República y que le costaron ser inhabilitado por la dictadura. Algo que burló firmando sus trabajos como M. Tlarig, su nombre al revés.
Ricard Giralt Miracle representa, como ningún otro, el paso del dibujante al ilustrador moderno, del grafista al diseñador, del artesanado de inspiración novecentista a la revolución tecnológica.
La guerra y sus efectos no impidieron que este diseñador gráfico, impresor, dibujante y tipógrafo acabara siendo uno de los mayores referentes para los creadores gráficos en la segunda mitad del siglo xx.
Detrás de las educadas maneras de este hombre discreto se escondía un creador riguroso y transgresor que, tras beber de la tradición, se abrió a las novedades europeas creando una obra singular de estética nueva y moderna. Él representa, como ningún otro, el paso del dibujante al ilustrador moderno, del grafista al diseñador, del artesanado de inspiración novecentista a la revolución tecnológica.
Por eso su trabajo es uno de los más divulgados en exposiciones y publicaciones. Pero, tras la donación que hicieron sus hijos Pau y Daniel de su archivo personal al Museu del Disseny (continuador del Museu del Llibre i de les Arts Gràfiques), ha surgido una nueva perspectiva que permite conocer su proceso de creación, los cambios estéticos que experimentó y sus preferencias culturales.
Fruto del estudio de este material es Àlbum RGM, un bello libro que publican el Ayuntamiento de Barcelona, el Institut de Cultura de Barcelona y el Museu del Disseny, en el que se da a conocer este fondo de la mano de Pilar Vélez, directora de este museo, y el especialista Víctor Oliva, que trabajaron con Giralt Miracle.
Minas de oro de las artes gráficas
El libro, eminentemente visual, recorre desde su etapa de formación en can Seix, desde 1926, con 15 años, hasta sus últimos trabajos: esbozos, encargos terminados y descartes que hizo para catálogos, cubiertas de libros, carteles, logos, calendarios, felicitaciones, postales, alfabetos, tarjetas y un largo etcétera. Unos materiales que Vélez y Oliva califican de “mina de oro”.
El libro explica cómo, de forma natural, Giralt Miracle acabó creando en 1947 su propio sello, Filograf, que le permitió ejercer el control buscado, desde la idea primigenia hasta el producto definitivo, además de poder experimentar libremente. Una oportunidad y un reto para una persona que entendía su trabajo como un arte y no como una industria, que se sentía más un artista que un impresor, algo que desarrolló, sobre todo, en sus Calidoscopios, piezas en las que experimentó con el grafismo dando como resultado una auténtica creación pictórica. Por eso, para los autores del libro, Ricard Giralt Miracle fue “un artista (escondido) detrás de una máquina”.
Es algo que tiene en común con otro creador recuperado tras años de olvido: Enric Tormo (Barcelona, 1919-2016), protagonista de un segundo libro editado por el Ayuntamiento de Barcelona y la Fundación Joan Brossa.
Tormo fue impresor, además de grabador, editor y fotógrafo. Trabajó con artistas que lo acabaron eclipsando, desde los miembros de Dau al Set hasta Joan Miró. Porque, a diferencia de Giralt Miracle, que reivindicó su parte creadora y artística, Tormo fue un técnico anónimo, como explica el autor de la publicación, Aitor Quiney, que ha accedido, por primera vez, al legado de Tormo conservado por sus hijos Dolça y Enric: otra mina de oro de las artes gráficas. El libro Enric Tormo. La invisibilitat del Dau es la guinda de una exposición del mismo título sobre este creador abierta entre marzo y julio de 2022 en el Centre de les Arts Lliures de Barcelona.
Tormo —impresor, grabador, editor y fotógrafo— trabajó con artistas que lo acabaron eclipsando, desde los miembros de Dau al Set hasta Joan Miró. A diferencia de Giralt Miracle, que reivindicó su parte creadora y artística, Tormo fue un técnico anónimo.
La formación y la cultura adquiridas por Tormo cautivaron a un soldado con el que hacía el servicio militar (en 1939, en Salamanca, precisamente): Joan Brossa. De ahí nació una amistad que duró toda la vida y que se prolonga en esta muestra que acoge el centro dedicado al universo Brossa, en la que se repasa la vida artística en común de los dos y con unos creadores empeñados en superar la Guerra Civil y recuperar las vanguardias artísticas mutiladas por el conflicto: los componentes de Dau al Set (Antoni Tàpies, Modest Cuixart, Joan Ponç, Arnau Puig y Joan Josep Tharrats, además de Brossa). Y con ellos estuvo Tormo, pese a que no se le ha reconocido su papel hasta ahora.
En 1942, Brossa le habla a Joan Miró de un “amigo grabador” tras comentarle el pintor que quería poner en marcha las litografías de la Serie Barcelona. Tormo y Miró comenzaron a trabajar juntos e iniciaron una relación de amistad. Los dos volvieron a colaborar en múltiples ocasiones, como en 1949 en la primera exposición en Barcelona de Miró tras la Guerra Civil, en las Galeries Laietanes, y en 1958 en À toute épreuve, el libro en el que Miró ilustró los poemas del surrealista Paul Éluard con grabados.
Al parecer, fue esta capacidad personal de Tormo la que le haría ser amigo de todos estos artistas. En una excursión al Montseny, en el año 1945, de Puig, Brossa y Tormo, nació la revista Algol, cuyo concepto, tipografía, diseño y financiación corrieron a cargo del impresor. Esta revista supuso un cambio de posicionamiento ético y estético en el seno de las publicaciones periódicas, pese a que solo se publicó un número tras resultar un fracaso económico.
Poco después se materializó otro de los retos de Tormo: abrir su propio taller (Calders 15), por donde desfilaron sus amigos Ponç, Cuixart, Tàpies y Tharrats, que aprendieron de su mano y experimentaron con las posibilidades técnicas que Tormo conocía y que también enseñó, entre 1962 y 1983, como profesor de artes gráficas en la Escola de Bibliotecàries.
El libro, profusamente ilustrado, permite ver las fotografías realizadas por Tormo de los miembros del grupo, como las que intervino Cuixart en 1949 para la exposición de Dau al Set en las Galeries Laietanes. Para esa muestra, Tormo también realizó el número especial de la revista homónima del grupo, que sirvió de catálogo. Una revista que nació dos años después del fracaso de Algol y que el destino hizo que se imprimiera (algunos de sus números) en la imprenta plana de Filograf de Giralt Miracle, gran amigo de Tharrats.
Àlbum RGM
Víctor Oliva y Pilar Vélez
Museu del Disseny de Barcelona, 2022
279 páginas
Enric Tormo. La invisibilitat del Dau
Aitor Quiney Urbieta
Fundación Joan Brossa y Ayuntamiento de Barcelona (coedición), 2022
321 páginas
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