¿De qué hablamos cuando hablamos de región metropolitana?
La ciudad de los cinco millones
- Dosier
- Abr 24
- 9 mins
La expansión de la urbanización, con el consiguiente desbordamiento de los límites administrativos, afecta de forma importante a la capacidad de gobernar los territorios. En Barcelona, la necesidad de abordar los principales retos urbanos, superando las limitaciones de la fragmentación administrativa, está en el centro del Compromiso Metropolitano 2030, el nuevo plan estratégico para la ciudad de los cinco millones de habitantes.
El siglo XXI ha sido denominado, desde varios foros, “el siglo de las ciudades”. La constatación, según las estadísticas de las Naciones Unidas, que desde 2007 más de la mitad de la población mundial vive en ciudades y que estas aglomeraciones humanas generan el conocimiento y la innovación necesarios para superar los retos a los que se enfrenta la humanidad se encuentra detrás de esa afirmación tan tajante.
Pero es evidente que lo que consideramos ciudad es difícil de contener en una única e incuestionable definición. El Diccionari de la llengua catalana del Institut d’Estudis Catalans nos ofrece dos acepciones: a) “Población grande que tiene más preeminencias que una villa”; b) “Población grande por contraste con las villas, pueblos y el campo”. No se nos dice, en ninguno de los dos casos, cuándo esta población puede considerarse grande (ni si lo es en términos de superficie o demográficos) o cuáles son las preeminencias concretas que la caracterizan.
Lógicamente, las definiciones que nos ofrecen los organismos internacionales o las oficinas estadísticas nacionales profundizan más en ello, pero lo significativo es que la gran mayoría de estas definiciones no son coincidentes. UN-Habitat, la agencia de las Naciones Unidas para las ciudades, ha tenido que proponer recientemente unos criterios[1] a partir de los cuales los estados puedan al menos definir una clasificación propia, ya que muchos ni siquiera la tienen todavía. Cabe recalcar, pues, que cuando hablamos de ciudades en general lo estamos haciendo de sujetos muy distintos y que, posiblemente, el principal elemento común sean las interacciones permanentes que se producen entre personas no necesariamente conocidas en su cotidianidad dentro de un territorio determinado.
Estas interacciones pueden darse en contextos muy diferentes, ya que dependen tanto de la extensión del territorio como del grado de urbanización, de los medios de transporte disponibles, del volumen y de la distribución de los equipamientos o puestos de trabajo. Por eso consideramos ciudad tanto a Houston (2,3 millones de habitantes, 1.700 km2 y una densidad de 1.300 hab./km2) como Bombay (18 millones de habitantes, 603 km2 y 30.000 hab./km2) o Tombuctú (54.000 habitantes, 150 km2 y 360 hab./km2).
Hoy en día, además, diferenciamos los conceptos de ciudad y metrópoli, normalmente considerando que una metrópoli es un conglomerado de ciudades interrelacionadas. Pero ahí entra en juego la habitual confusión entre ciudad y municipio, entre espacio de relaciones cotidianas y límites administrativos. Una metrópoli debería ser considerada, en realidad, una ciudad extensa y continua que integraría varios núcleos urbanos que pueden pertenecer a municipios distintos o no. Importa la funcionalidad del conjunto, no el número de municipios.
¿Cuál es la situación en nuestro país? Las dificultades de definición mencionadas también tienen incidencia en ello. Como ejemplo, el hecho de que la Nueva Agenda Urbana, aprobada en Quito en 2016 y que ha servido de referencia para la elaboración de infinidad de agendas urbanas a todos los niveles,[2] haya derivado en Cataluña en una Agenda de los “pueblos y ciudades”,[3] posiblemente para no alimentar más debates conceptuales. Sin embargo, en la memoria técnica de esta agenda se explica como “toda la red urbana consolida a Cataluña como un país eminentemente urbano, con una diversidad de municipios de tamaño demográfico diverso y con una funcionalidad concreta en la jerarquía urbana del conjunto”.[4]
La idea de la Cataluña-ciudad lleva muchos años presente en una parte del imaginario del país. Actualmente, Cataluña se puede considerar ciudad o metrópoli en diversas escalas territoriales y demográficas, siguiendo la progresión: 1 millón de habitantes (Barcelona ciudad), 3 millones de habitantes (área metropolitana), 5 millones de habitantes (región metropolitana) y 8 millones de habitantes (Cataluña), puesto que una de las singularidades de este territorio, fruto entre otros factores de un peculiar proceso de industrialización, es su red urbana, tal como proclama la Agenda.
El área y la región metropolitana
Si nos focalizamos en la metrópoli barcelonesa, solemos distinguir entre el área y la región, una división marcada por la existencia de la institución Área Metropolitana de Barcelona (AMB), formada por 36 municipios que, efectivamente, es predominantemente un continuo urbano, pero donde también se dan continuidades urbanas con municipios que van más allá de sus fronteras, como, por ejemplo, entre Barberà del Vallès y Sabadell, o entre Montcada i Reixac y la Llagosta.
Y así es como la idea de región metropolitana aquí la interpretamos como la del territorio metropolitano más allá del AMB. Pero en términos funcionales, esta distinción no tiene mucho sentido, porque es evidente que Sabadell o la Llagosta, como el Masnou o Martorell, pero también Granollers o Mataró, participan en las mismas dinámicas que se dan en sus municipios vecinos amparados por la institución metropolitana.
La diferencia a la hora de considerar la región, eso sí, es la de la mayor complejidad del territorio, que sería igualmente una ciudad extensa que en este caso integraría núcleos urbanos, pero también suburbios, infraestructuras y diversas tipologías de espacios poco o nada urbanizados. Y, de nuevo, en Barcelona hablamos de más de un centenar de municipios, pero aglomeraciones similares en otros lugares del mundo pueden tener muchos menos o, incluso, contener esta diversidad en uno solo. Ahora bien, debe darse también la característica básica de la existencia de unas interrelaciones significativas y cotidianas entre las personas que viven en todo este espacio.
En este sentido, delimitar la realidad metropolitana de Barcelona ha sido una de las cuestiones más controvertidas en el proceso de elaboración del Compromiso Metropolitano 2030,[5] recientemente aprobado por el Plan Estratégico Metropolitano de Barcelona (PEMB).[6] Algunos de los argumentos que nos han llevado a dar el salto de escala, independientemente de la patente continuidad, tienen que ver con las evidencias provenientes de las dinámicas demográficas, el reparto de la actividad económica (principalmente, la industrial) o los desplazamientos diarios por motivo de trabajo. Todas han sido documentadas debidamente en los estudios y anuarios del Instituto Metrópoli, entre otros, pero también en los debates que han generado medidas como las restricciones vinculadas a la pandemia o la implantación de las zonas de bajas emisiones.
Por último, a la hora de pensar la estrategia a desarrollar en seno del Compromiso Metropolitano 2030, y fruto de las negociaciones con las diversas ciudades y territorios de fuera del AMB, surgió la propuesta de reunir en el proceso tanto la veguería de Barcelona como la del Penedès (199 municipios en total),[7] con un protagonismo especial en los municipios del Arco Metropolitano de Barcelona.[8]
Ocho grandes misiones
Para este amplio territorio se han definido ocho grandes objetivos comunes, llamados misiones, en ámbitos que van de la vivienda a la vitalidad cultural, pasando por la emergencia climática, la actividad económica, los niveles de renta, la cohesión territorial, la movilidad y la alimentación saludable.
Estas misiones proporcionan, cada una, un objetivo ambicioso y transformador, compartido entre una gran variedad de actores sociales y económicos, en el horizonte de 2030. Sin embargo, hay que tener en cuenta que este territorio no cuenta con las herramientas habituales de gobernanza (un gobierno específico, un presupuesto, capacidad legislativa o ejecutiva) y que, por tanto, estos objetivos solo se pueden alcanzar a partir del compromiso y la colaboración entre todos estos actores.
La dificultad es albergar en unos límites determinados unos fenómenos tan dinámicos como los que caracterizan el hecho metropolitano.
La propuesta que se hace, pues, no es la creación de un nuevo gobierno que atienda a este territorio ni la acomodación de los actualmente existentes a una nueva demarcación territorial. Aparte de las complejidades políticas para conseguirlo, el motivo se halla precisamente en la dificultad para albergar en unos límites determinados unos fenómenos tan dinámicos como los que caracterizan el hecho metropolitano.
Por tanto, forjar alianzas entre actores (no solo públicos), desarrollar nuevas herramientas, datos e indicadores, y poner en marcha nuevos procesos de colaboración y de trabajo orientados a objetivos ambiciosos y concretos debe conducir a la construcción de una gobernanza metropolitana de abajo arriba, que facilite dar respuesta a los grandes retos y a las transiciones a las que nos enfrentamos. Este es el sentido del Compromiso Metropolitano 2030.
Referencias bibliográficas
Font y Llovet, T. y Vilalta Reixach, M. (directores). Anuario del Gobierno Local 2022. El gobierno de las ciudades y de las grandes áreas urbanas. Instituto de Derecho Público - Fundación Democracia y Gobierno Local, Barcelona, 2023.
Instituto Metrópoli. Anuari Metropolità de Barcelona. Varios años. via.bcn/ppZu50Qyb1U
Nel·lo, O. Cataluña. Ciudad de ciudades. Editorial Milenio, 2002.
Ribas i Piera, M. Barcelona i la Catalunya-ciutat. Colección “El fil d’Ariadna”, núm. 9. Angle Editorial, Barcelona, 2004.
Tomàs, M. Metrópolis sin gobierno. La anomalía española en Europa. Editorial Tirant lo Blanch, Valencia, 2023.
[1] “What is a city?”: UN-Habitat, 2020. via.bcn/SIIj50QxPuV
“National Sample of Cities”. UN-Habitat, 2020. via.bcn/XJ9150QxPtI
[2] En nuestro caso, contamos con los referentes de la Agenda Urbana Europea (https://www.urbanagenda.urban-initiative.eu) o la Agenda Urbana Española (https://www.aue.gob.es/), además de una decena de agendas urbanas locales, principalmente en la provincia de Barcelona.
[3] Las comillas son del autor.
[4] Memòria tècnica de l’Agenda dels pobles i ciutats Catalunya 2050. Generalitat de Catalunya, 2023. via.bcn/9LbP50QyaOS
[5] Plan Estratégico Metropolitano de Barcelona (PEMB). Compromís Metropolità 2030. Una estratègia per a la ciutat dels cinc milions. Barcelona, 2022.
[6] Ver pemb.cat/ y compromismetropolita.cat/ca, así como la plataforma con toda la documentación generada a lo largo del proceso: via.bcn/N9Cq50QzCiL
[7] Sumando a las siete comarcas de la región metropolitana definida en el planeamiento territorial de 2010 (Alt Penedès, Baix Llobregat, Barcelonès, Garraf, Maresme, Vallès Occidental y Vallès Oriental) el Baix Penedès (en la provincia de Tarragona) y los municipios del Penedès de la Anoia.
[8] Associació de Municipis de l’Arc Metropolità de Barcelona. arcmetropolitabarcelona.cat/
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N130 - Abr 24 Índice
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