Barcelona, talento colectivo para la reactivación
- Datos abiertos
- Dic 20
- 13 mins
Barcelona es una ciudad resiliente, abierta y permeable a los cambios. Lo ha sido en sus 2.000 años de historia al afrontar cada crisis con innovación, conexiones y crecimiento. Debe situarse de nuevo en el mapa de las grandes urbes. Y debe hacerlo contando con todos los agentes sociales, locales y foráneos, y con actuaciones concretas que impacten positivamente en la economía, la sociedad y el medio ambiente.
La pandemia ha sacudido el mundo y sus consecuencias han afectado de lleno a la economía global y, de rebote, a la gestión de las ciudades. Desde que, a finales de febrero, se anunciara la cancelación del Mobile World Congress en Barcelona, la situación de emergencia en la capital catalana y sus efectos inmediatos en la vida de las personas han resultado ineludibles. Estamos ante una crisis sanitaria sin precedentes en los últimos 100 años que ha golpeado con especial virulencia a las economías del sur de Europa.
En este contexto, los indicadores de referencia en Barcelona son actualmente pésimos. Una caída del producto interior bruto del segundo trimestre del 19,8 % en términos interanuales, la contracción más intensa de la serie histórica disponible. Para el conjunto del 2020, el efecto de la pandemia puede suponer, según los escenarios estimados por la Oficina Municipal de Datos, un decrecimiento de entre el -9,5 % y el -11,4 % del PIB. Estos datos son mejores que los del conjunto de Cataluña y de España, pero se encuentran por debajo de los de la Unión Europea. En un escenario optimista, en 2021 la economía iniciaría su reactivación con un crecimiento anual del 6,4 %. Pero estas previsiones están sujetas a un elevado grado de incertidumbre: la evolución de la actividad dependerá críticamente de factores como el grado de contención de la crisis sanitaria y la intensidad y eficacia de las medidas de política económica para mantener los lugares de trabajo y el tejido productivo.
El desempleo registrado ha aumentado el último año, con una cifra en agosto de 23.644 personas en Barcelona (un 35 % más que antes de la COVID-19), y de momento los expedientes de regulación temporal de ocupación (ERTO) han contenido esta cifra. Los sectores más potentes de nuestra economía, especialmente el comercio, el transporte y la hostelería, sufren una intensa caída de actividad, de cerca del 30 %, mientras que la industria y los servicios caen algo menos del 20 %. Y todavía más: se ha destruido aproximadamente un 10 % del tejido empresarial. El semanario The Economist lo llamó “La economía del 90 %”. En el mejor de los escenarios, la recuperación llegará a mediados de 2021; en el peor de los posibles, la reactivación no se notará hasta el 2023.
Desempleo y ERTO en tiempos de COVID-19
El desempleo registrado en 2020 se disparó en todos los sectores, especialmente en los servicios (37 %) y para las personas que accedían por primera vez al mundo laboral (29 %). El tercer trimestre de 2020 se llegaba a las 91.282 persones desocupadas, sin contar a los trabajadores que seguían afectados por un ERTO. Más del 80 % de los desempleados se encontraban trabajando en el sector servicios. El desempleo creció en casi 20.000 personas desde febrero, antes del inicio de la pandemia, y en más de 23.600 en relación con un año atrás (septiembre de 2019). Las tasas de desempleo fueron al alza desde el giro iniciado a principios de año hasta el 12,8 % del tercer trimestre. La cifra de desocupados subió más a medida que la actividad económica se recuperaba tras el confinamiento y miles de trabajadores dejaron de estar bajo el cobijo de los ERTO. A finales de octubre de 2020 había 22.310 empresas y 105.860 personas en ERTO en la provincia de Barcelona. (En el momento de cerrar la revista, solo se disponía de datos hasta octubre).
Los contrastes económicos en la ciudad: renta disponible y privación material en los hogares
Antes de la crisis de la COVID-19 ya existían las desigualdades sociales y los contrastes entre barrios y distritos. Aunque los datos de renta y de privación material en los hogares de Barcelona que tenemos son previos a la crisis de la COVID-19, destacaremos algunos de ellos.
En 2017, la renta de los barrios más ricos era seis veces superior a la de los barrios más pobres, según la Oficina Municipal de Datos. En cuanto a la pobreza, en 2019, el 5,9 % de los hogares de Barcelona sufrían privación material severa. Eso significa que 40.000 hogares no podían permitirse cuatro o más de estos gastos: coche, teléfono, televisión, lavadora, vacaciones anuales de una semana, comer carne, pollo o pescado cada dos días, mantener la cada a una temperatura adecuada, afrontar gastos imprevistos (de 650 €) y no sufrir un retraso en los pagos vinculados a la vivienda.
Gráfico: Astrid Ortiz
Gráfico: Astrid Ortiz.
Gráfico: Astrid Ortiz
Recuperemos las certezas
Vistos los datos, ¿cómo debemos combatir este escenario? Pues apelando a nuestras fortalezas y valores, convirtiendo la necesidad en una ventana de oportunidad. Ante las incertezas, recuperemos las certezas. Sí, hemos vivido otras caídas económicas de gran magnitud, la última hace diez años. Pero Barcelona ha sido siempre ejemplo de superación, haciendo resurgir la marca de ciudad a partir de las fortalezas de nuestro sistema formativo, social y productivo.
Barcelona cuenta con atributos que la hacen altamente competitiva: es luminosa, inquieta y diversa; tiene alma y ambición, y una densidad de población que favorece la cohesión. Ha destacado por su liderazgo en ámbitos diversos. La creatividad, en arquitectura y urbanismo, juega un papel importante en su efervescencia y capacidad. Asimismo, la ciudad es un espacio en el cual distintos agentes del mundo del conocimiento, empresarial y social crean, interactúan y colaboran día tras día.
Barcelona jamás ha dejado de ser la “Ciudad de los Prodigios”, tal como la bautizó el escritor Eduardo Mendoza en su novela, en la que retrata el momento histórico de la Exposición Universal de 1888. La ciudad se dio a conocer en el siglo xx bajo el impulso industrial, que supuso ya un gran avance en el terreno económico y tecnológico, y casi triplicó su población. A finales de siglo, el hito olímpico de 1992 marcó el espectacular cambio hacia la ciudad actual, con momentos espléndidos y otros recientes más convulsos que han comportado también crecimientos desiguales.
Antes de la COVID-19, y de forma sostenida, Barcelona se situaba en las zonas altas de las diversas clasificaciones globales. La 4.ª ciudad europea en innovación y la 21.ª mundial; la 3.ª ciudad más favorable para establecer una start-up y la 7.ª ciudad europea con más scale-ups. La única urbe europea con dos escuelas de negocios de referencia, la 5.ª del mundo más atractiva para el talento, especialmente talento digital, y la 8.ª del mundo por su calidad de vida, es decir, para vivir y trabajar. Junto a estos datos, que nos enorgullecen, no podemos olvidar que en los barrios del Besòs una persona vive con unos ingresos de 520 € mensuales, mientras que una de Les Corts cuenta con 2.500 € al mes. De media, la renta en los barrios más ricos es seis veces superior a la de los más pobres.
Somos una metrópolis que debe resolver sus contradicciones y que, de camino hacia 2030 —hito en la agenda del desarrollo sostenible— o 2050 —fecha límite para la descarbonización del planeta—, se encuentra actualmente angustiada por un virus global con consecuencias sociales y económicas que no se habían visto en un siglo y que debe convertirse en un puto de inflexión para volver a recuperar la autoestima y reducir aceleradamente las desigualdades de la ciudad.
Gráfico: Astrid Ortiz
Hacia un modelo más sostenible
Al margen de las cuestiones de salud y sanitarias, algunas voces señalan al modelo de desarrollo de la ciudad como causante de la recesión económica que veremos, que estamos viendo. Un turismo que se ha apropiado de nuestro centro, de nuestra playa y de nuestras viviendas. Unos macroeventos musicales o feriales que sobreexplotan las capacidades de los servicios en la ciudad sin, dicen, un retorno tangible y justo. O el nuevo emprendimiento tecnológico y de start-ups, que trastoca los modelos de negocio que conocemos. Se especula con “volver atrás”, con revertir la situación, como si la mayoría de quienes se levantan todos los días para generar riqueza y ganarse la vida no tuviesen también derecho a la ciudad.
De ninguna manera podemos ir hacia el decrecimiento y la autarquía. Urge un nuevo impulso, pero aprendiendo de los errores. Si no queremos perder uno de nuestros mejores atributos, el de ser una ciudad abierta e internacionalista, Barcelona debe ser también la ciudad de los forasteros. De los migrantes y de los turistas. La ciudad que todos quieren visitar para establecer en ella más adelante si es necesario su proyecto vital y profesional. La ciudad no puede construirse únicamente a favor de unos cuantos, pero tampoco en contra de muchos otros.
La clave es una visión estratégica que ambicione una Barcelona más social, más digital y más sostenible. Social porque el eje motor de la ciudad deben ser las personas y la mejora de la vida de todas y cada una de ellas, sin dejar a nadie atrás. Capacitada digitalmente para garantizar la competitividad de cualquier actividad económica y de una ocupación que debe asumir, y controlar, la robotización de los trabajos. Y, finalmente, sostenible, porque hay que sumar, a la visión medioambiental, una ambición transformadora de la economía, de crecimiento respetuoso y justo con todos los eslabones de la cadena de valor como garantía de durabilidad y permanencia.
Por eso, la ciudad debe generar las condiciones para crear empresas y cooperativas, para atraer a profesionales y a sedes de empresas e instituciones internacionales, y para que estas consoliden en la ciudad sus centros de decisión. Porque solo así, creciendo, pero conscientes de que los efectos deben revertir positivamente en todos, alcanzaremos la ciudad soñada.
¿Cómo se llega?
Sabemos adónde queremos ir. Pero ¿tenemos claro cómo llegar? En diez, veinte o treinta años, cuando miremos atrás, querremos tener unos indicadores que revaliden nuestras aspiraciones. Y los datos explicarán muchas cosas. Si hemos acompañado a las empresas y comercios en la transición ecológica; si hemos capacitado a las personas para un mundo más digital en lo personal y lo profesional; si hemos facilitado la innovación o la actividad económica o, al contrario, si la rigidez y la complejidad de hacer cosas en la ciudad han alejado la vitalidad y la necesaria transgresión motora de los cambios.
Y, si tenemos éxito, lo que hayamos hecho habrá sido fruto de la colaboración, de la valentía y de la solidaridad. Del empuje del Ayuntamiento y de la sociedad civil para recuperar el dinamismo económico y vital de la ciudad. De la fluidez y de la libertad para tomar decisiones sin grandes apriorismos, pero teniendo claros los efectos deseados. Porque Barcelona es una ciudad comprometida y empoderadora que quiere ofrecer oportunidades a la juventud, que confía en el liderazgo de las mujeres y en la experiencia de la gente mayor. Que debe implicar a las grandes empresas en el desarrollo de la ciudad y ayudar a los proyectos socioeconómicos y cohesionadores de proximidad.
Como toda ciudad creativa y global, Barcelona es la suma de muchas iniciativas y trayectorias. La suma de inteligencias y aptitudes. La suma de talentos. Y es contando con agentes de interés del tejido productivo y social, como colaboradores en la gestación y en la implementación de las políticas y actuaciones públicas, de donde surge la transformación y la ventaja competitiva como ciudad. Si en la última revolución industrial el éxito dependía del capital, ahora mismo son las personas quienes marcan la diferencia en nuestra economía.
Gráfico: Astrid Ortiz
El peso de los acontecimientos internacionales
Barcelona atrae a miles de visitantes que han caído en picado desde la crisis de la COVID-19. Algunos grandes acontecimientos se han reformulado en formato virtual este año. Citas anuales como el Expat Day, la Barcelona Design Week, el Mobile World Congress y el Sòniar+D ya ofrecían parte de sus programas por internet en ediciones anteriores al 2020.
Es hora de demostrarlo. Porque una ciudad vocacionalmente capital como quiere ser Barcelona debe acoger al talento de fuera y aprovechar el local. Debe ser permeable a los cambios, perder el miedo a aquello que no podemos controlar y apostar por construir lo que, juntos, podemos definir. Por eso, la nueva agenda económica de una ciudad que quiere ser competitiva, equitativa y sostenible debe apostar por el talente colaborativo. Y nuestro gran reto será incentivarlo y retenerlo.
Reactivaremos la economía, superaremos la pandemia y, en el mismo trayecto, reposicionaremos la ciudad en los estándares en los que siempre se ha movido, los de la reinvención y la modernidad. Pero esta vez, de rebote, no queremos solo competir con otras ciudades, sino superarnos a nosotros mismos.
Hace poco más de un año, la ciudad se autodefinió con un nuevo relato que llevaba por emblema “Always Barcelona”. Entonces, ya se recogía una polifonía de voces que configuran la Barcelona diversa y proyectada al mundo, ya se apuntaba la misma idea que reflejaba “la ciudad de los prodigios” e iba más allá: la ciudad de los proyectos vitales. El desarrollo profesional no puede desligarse de los proyectos de vida, vinculados a los valores de ciudad. Así es y será Barcelona: la ciudad de los grandes proyectos transformadores y vitales.
Cómo reactivar la economía en tiempos de COVID-19
Desde Barcelona Activa se han puesto en marcha acciones para acompañar a los profesionales autónomos y a las empresas durante el 2020. Estas y hasta 60 medidas se han llevado a cabo desde el Centro de Coordinación de la Respuesta Económica (Cecore), organismo creado al inicio de la pandemia de la COVID-19.
BCrèdits. Microcréditos de 12.500 euros a proyectos avalados por el Ayuntamiento con el Institut Català de Finances y la Societat de Garantia Recíproca de Catalunya.
Impulsem el que fas. Ayudas de hasta el 80 % para proyectos que activan la economía de los barrios.
Barcelona accelera. Inversión de 10 millones de euros en seis fondos de capital riesgo privados para impulsar start-ups innovadoras de la ciudad.
Rethinking. Programa que ofrece formación y asesoramiento a 529 empresas y persones trabajadoras autónomas.
Crea Feina Barcelona. Dotación económica a empresas para facilitar la contratación de personal.
Las ayudas han tenido muy en cuenta la necesidad de digitalización del pequeño comercio. También se han concedido cerca de 290.000 euros en ayudas directas al alquiler, se han otorgado más de 115.000 euros para la digitalización y la transformación digital de negocios y, en el ámbito de la economía social y solidaria, se han incrementado en un 37,5 % los créditos para subvenciones, que alcanzan los 131 proyectos, y se impulsan líneas de crédito con acuerdos con las finanzas éticas por valor de 4 millones de euros.
Barcelona Activa ha incrementado la formación tecnológica y tecnicoprofesional a disposición de las personas autónomas, ha creado bolsas de empleo de emergencia COVID-19 y ha puesto a su disposición puntos de defensa de los derechos laborales.
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