Barcelona, ciudad rebelde e insumisa
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- Ene 24
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En los últimos años, se ha ido imponiendo la noción de que la explosión reiterada y violenta del conflicto social en la Barcelona del siglo xix y de principios del xx había hecho que la ciudad fuera conocida en todas partes, sobre todo en círculos obreristas, como la Rosa de Fuego. El epíteto ha hecho fortuna, y hoy se afirma como una verdad incuestionable.
Poco tiene que ver que el historiador Josep Termes, el especialista más importante en el anarquismo en Catalunya, aclarara al periodista Lluís Bonada (El Temps, 1/2/2005) que aquí no se había utilizado nunca el término Rosa de Fuego. Al menos hasta 1974; a finales de ese año, el historiador Joaquín Romero Maura publicó un libro, La rosa de fuego. El obrerismo barcelonés de 1899 a 1909, cuyo título se había tomado prestado de una afirmación de Antonio Loredo, redactor de la revista anarquista Tierra y Libertad, que decía, en 1909, que “en donde el pueblo luchó con denuedo, llegando a imponerse por medio del terror, fue en Barcelona, en La rosa de fuego, como la llamamos nosotros en América”.
Farràs ha elegido, para un libro bien documentado y escrito con una deliberada voluntad divulgativa, un abanico cronológico de cien años
Así pues, no es extraño que el periodista Andreu Farràs (Barcelona, 1959), licenciado en Ciencias de la Información y también en Historia, con una larga trayectoria en los medios de comunicación, autor y coautor de varios libros, haya elegido nuevamente, esta vez en plural, el epíteto de la Rosa de Fuego para hablarnos de una ciudad periódicamente sublevada, hasta el punto, podríamos decir, de que ha generado un vocabulario propio: Barcelona ha sido escenario de disturbios y alborotos, de bullangas, motines y revueltas. Farràs ha elegido, para un libro bien documentado y escrito con una deliberada voluntad divulgativa, un abanico cronológico de cien años, los que van de las bullangas de 1835 a los Hechos de Mayo de 1937 (con un epílogo dedicado a las protestas de octubre de 2019 contra la sentencia del Tribunal Supremo en la causa del procés, una elección que tiene la virtud de recordarnos que el independentismo es, también, un movimiento social).
Es un siglo marcado por la dificultad que ha tenido el Estado español para construirse, pero también para que en Cataluña se asentara una sociedad industrial y moderna; un siglo durante el cual Barcelona vivió, y protagonizó, explosiones periódicas de violencia sociopolítica: las revueltas ochocentistas (y la respuesta militar), las huelgas obreras, la “destrucción redentora” de la violencia anarquista (que le valió, esta vez sí, aquí y en todas partes, el epíteto de la Ciudad de las Bombas), la Semana Trágica, la huelga de La Canadiense y el pistolerismo… Unos acontecimientos ante los que la respuesta del Estado solía ser la declaración del estado de sitio o de excepción y la suspensión de las garantías constitucionales.
La “persistencia del hecho revolucionario” en Barcelona —que tanto preocupaba, intelectual y políticamente, al historiador Jaume Vicens Vives— se nos muestra en el libro de Farràs a través de unos episodios que forman parte de la memoria histórica de la ciudad, dentro de un recorrido que nos permite ver cómo Barcelona ha hecho de la insumisión y la revuelta uno de sus rasgos de identidad.
Roses de Foc de Barcelona.
Andreu Farràs
Edicions 62, 2023.
272 páginas
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