La idea del proyecto colectivo Velocidad y control nace de un análisis profundo de las sensaciones que se generan a partir de la velocidad. Se pretende provocar una experiencia de adrenalina, mezcla de emoción, placer y energía. La interacción con la persona usuaria se produce bajo un efecto de espejos reflectores confrontados (con un efecto espía no totalmente opaco) que genera la ilusión de un túnel infinito de luz mediante una superposición de grandes anillas. Se crea una secuencia de círculos con una iluminación led programada y limitada por dos grandes espejos circulares que todavía aumenta más la sensación de huida. En este vertiginoso túnel visual quedan enmarcadas dos motocicletas Yamaha que las personas visitantes podrán utilizar para atravesar virtualmente esta estructura de fuga e incorporar su propia imagen a la experiencia visual. Es como un juego entre la ciencia ficción —evocación lejana de la carrera de motos de Tron— y la nostalgia de las atracciones de siempre. La instalación es accesible en todo su perímetro, con un flujo multidireccional.

Barbara Marshall, Amy Labastida, Elisa González-Aréchiga, Javiera González y Carolina Contreras forman este grupo de arquitectas e ingenieras originarias de México y Chile, estudiantes del Máster de diseño y producción de espacios de la Universidad Politécnica de Cataluña (UPC).