Carla Simón
La cineasta barcelonesa, que ha marcado un antes y un después en el cine catalán con dos filmes que se han visto en los festivales y eventos cinematográficos más destacados del mundo, será la pregonera de las Fiestas de la Mercè de este año.
A veces no es tan importante lo que miras, sino la forma de mirarlo. Y aquí, posiblemente, está la clave del éxito de Alcarràs, el filme rodado en catalán en una pequeña localidad de la comarca del Segrià que se vio en la última edición del Festival de Berlín y volvió a casa con un Oso de Oro a la mejor película. Parece sencillo, lo que hizo Carla Simón: retratar la que posiblemente será la última cosecha para una familia que, tras ochenta años cultivando la tierra, tiene que dejar atrás los melocotoneros que eran parte de su vida y que pronto serán sustituidos por placas solares. Es un relato sencillo, con una visión humanista de la tierra, de la agricultura y de la tradición. Porque, como dice la propia Carla Simón, la que explica es una historia “sobre la pertenencia a una tierra, a un lugar. Un drama sobre las perpetuas tensiones generacionales, la superación de antiguas tradiciones y la importancia de la unidad familiar en tiempos de crisis”. La mirada neorrealista y profundamente honesta de la directora marca un filme que podría haber sido fácilmente un vertedero emocional, si no fuera por la sabia contención de la mujer que había en todo momento detrás de la cámara...
La mujer de la cámara (nada que ver con el filme de Dziga Vertov) no es una chica cualquiera, sino una cineasta de treinta y pocos años con una madurez, cinematográfica y personal, que no es fácil de encontrar. Son, quizás, regalos, dones o talentos que llegan junto con los momentos más duros. Quien quiera saber cómo y por qué es como es Carla Simón quizás tendría que mirar su primer largometraje, un filme que rodó en 2017 y que la Academia Española del Cine escogió para representar a España en los premios Óscar®. Era Verano 1993, una película que se basa en la infancia de la propia directora, que también escribió el guion, y que retrata aquel verano de 1993 cuando, tras la muerte de su padre y de su madre a causa del sida, una niña de seis años vive el proceso de adaptación a una nueva vida con unos tíos que viven en el campo. “El cine es muy próximo a mi vida”, ha explicado más de una vez ella misma. Hace falta mucha madurez para explicar, de manera precisa, sutil y con el punto de emoción justa, una historia tan dura y que te toca tan de cerca. Quizás la historia de Verano 1993 es triste y cruel, pero produjo un filme, lleno de luz y de vida, de visión imprescindible.
Sorprendentemente, aquella niña que dejó Barcelona para ir a vivir con sus tíos a Les Planes d’Hostoles, en La Garrotxa, a duras penas miraba la televisión de pequeña. Y es que su sueño no era filmar, sino viajar, y quizás trabajar de periodista para una revista que la enviara a recorrer todo el mundo. Pero un día, mientras estudiaba bachillerato, le proyectaron un filme del austriaco Michael Haneke y descubrió que el cine, más allá de explicar historias o de mostrar paisajes, induce a reflexiones, y vete a saber si no consigue cambiar alguna realidad. De ahí que estudiara Comunicación Audiovisual en la Universidad Autónoma, hiciera un máster en cine organizado por Televisió de Catalunya y viajara a Gran Bretaña para hacer otro en la London Film School. Mientras vivía en la capital inglesa rodó el documental Born Positive y el corto de ficción Lipstick. El largometraje que vino después, Verano 1993, ya se vio en el Festival de Berlín, donde ganó el premio a la mejor ópera prima. Y después del corto Después también, donde habla sobre ese sida que cambió su vida, vino Alcarràs y sumó un Oso de Oro (¡por un segundo largometraje!) a su larga lista de premios, incluido el Premio Nacional de Cultura de la Generalitat 2020, que ya tenía la cineasta.
Hoy, mientras piensa en el próximo filme que producirá, Carla Simón hace algunas de las cosas que más le gustan, como viajar. No, quizás ya nunca será una periodista de viajes, pero la mirada que aplica a las realidades que retrata en sus películas abrirá unas cuantas puertas en la mente de muchas personas, y vete a saber si no transforma alguna vida, además de la suya propia.