El proyecto “Huerto en el terrado”, impulsado por el Instituto Municipal de Personas con Discapacidad (IMPD), empezó la primavera del 2016 y actualmente ya tiene ocho huertos urbanos en azoteas en desuso de diversos edificios municipales, con los cuales se fomenta la inclusión social de las personas con discapacidad y se promueve su autonomía y aprendizaje en el ámbito de la horticultura a través del cuidado de los huertos.

El nuevo huerto se ubica en el edificio público que acoge la sede de la Síndica de Greuges de Barcelona y la Oficina Municipal de Información al Consumidor, en la Ronda Sant Pau, 43-45. Dispone de una capacidad para plantar 440 hortalizas, verduras y plantas aromáticas, que gestionan los usuarios y las usuarias de las entidades de personas con discapacidad Centro Psicoteràpia Barcelona (CPB) y Centre Condal.

Las personas que cultivan los huertos tienen discapacidad física, intelectual o un trastorno de salud mental y disponen del apoyo técnico de la empresa Groots Hydroponics, que los enseña a plantar, cultivar y coger las hortalizas.

El excedente de la cosecha se reparte entre comedores sociales y el banco de alimentos próximo al huerto. En este caso, se llevan las verduras y hortalizas a la ONG del barrio de Sant Antoni De Veí a Veí y a la Fundación Barcelonactua, dos entidades que dan apoyo a los vecinos y las vecinas que se encuentran en situación de vulnerabilidad.

Con respecto al aspecto medioambiental, se apuesta por modelos más ecológicos y sostenibles medioambientalmente, como el sistema de huertos hidropónicos en sacos de cultivo, riego por goteo y fertirrigación, que reducen el gasto de agua cerca de un 90%.

Huertos en escuelas de Primaria

Ante la buena respuesta del proyecto, en el año 2020 se inició un nuevo proyecto en la azotea de la escuela pública Francesc Macià, en el distrito de Sants-Montjuïc. El alumnado de 3º de Primaria comparte el cuidado y el mantenimiento del huerto con personas con discapacidad intelectual y trastorno de la conducta del Centro de Día Tres Pinos de la Fundación San Pedro Claver.

Sin embargo, debido a las restricciones establecidas por la pandemia, los dos colectivos no pueden coincidir al mismo tiempo en el huerto; así que suplen estos encuentros con el envío de dibujos, fotos y vídeos donde comparten experiencias y se explican unos a otros las tareas que han realizado en el huerto.

Los beneficios son múltiples. La infancia y las personas con discapacidad aprenden todo el proceso de cultivo y las fases del ciclo vital de las hortalizas, desde que se plantan hasta que las comen en el comedor de la escuela. Por otra parte, se crea un espacio de aprendizaje mutuo para romper estigmas y trabajar valores como el respeto, la empatía y la integración.