El artista senegalés Makha Diop (Thiès, 1956 – 2020) era conocido por ser pintor en la Rambla de Santa Mònica desde el año 1980, artista de la Escuela de Dakar y activista por los derechos humanos. En honor a su figura y su legado se ha pintado un mural de su imagen en la calle Ramelleres del Raval, en más de una serie de actividades impulsada por la asociación Fils Makers, con la complicidad de la comunidad senegalesa, y con el objetivo de poder conocer la vertiente humanista del artista y sus aportaciones en la difusión del arte africano en la ciudad.

Haciéndose eco de este ejercicio de memoria colectiva, el Espai Avinyó propuso una actividad planteando la siguiente pregunta: ¿Cómo podemos construir y mantener un relato colectivo de su obra que pueda resonar con las aportaciones de la diáspora africana y senegalesa de la ciudad?

Para ayudarnos a dar respuesta a esta cuestión, contamos con el colectivo de actores y creadoras escénicas negras en Cataluña Tinta Negra, para que a través de las actrices multifacéticas Nêga Lucas y Maisa Perk generaran un proceso de creación artística y de memoria.

El acontecimiento consistió en la proyección de un vídeo sobre el impacto de la vida y obra del artista en la ciudad de Barcelona y, en concreto, en el barrio del Raval, seguido por la acción teatral “Un ritual” por parte de las dos actrices, concebida como un viaje simbólico por el arte y la filosofía panafricanista de Makha Diop. Entorno a esta performance, hubo un espacio de diálogo, dinamizado por Violeta Ospina, con diversas personas del público que fueron figuras importantes en la vida de Diop y con la posterior incorporación de las actrices.

¿Qué elementos de “Un ritual” resuenan con el trabajo del artista y su vitalidad? El uso de la arena en la obra teatral, por su suavidad y movimiento, su simbología y su carácter efímero, fue un elemento que conectó, de forma directa, con la obra de Makha Diop. En lo referente a eso, Rosa Juan Nebot, exesposa de Diop y responsable de Colibantan, un espacio centrado en el arte africano, explicó la importancia que tiene la cultura para crear cambio, recalcando que “la arena se convierte en dunas poderosas, juntas y con respeto, se mueven montañas”.

¿En esta línea, qué podemos decir sobre las aportaciones y el activismo político de la migración senegalesa y del África en el Raval? Makha Diop siempre estaba dispuesto a hablar con cualquier persona recién llegada del continente africano, tanto que llegaron a llamar su despacho del Raval el “consulado senegalés”; de esta forma practicaba un activismo cotidiano: “Makha acababa resolviendo las dudas de las personas que se le acercaban. Siempre estaba presente, tenía un compromiso con la gente, era una persona abierta a la causa humana”, apuntó Birame Boye, un buen amigo que estaba presente entre las personas del público.

Ibrahima Seydi, presente en el diálogo, explicó cómo Diop impulsó su carrera artística cuando vivía en un asentamiento en el Besòs, y también explicó cómo, gracias a sus consejos, ahora trabaja de escultor en Montjuïc.

A raíz de esta reflexión surgió la pregunta: ¿Qué podemos hacer para impulsar la memoria colectiva de la comunidad senegalesa en la ciudad? Existe la necesidad de perpetuar la memoria de todo aquello que tendría que ser patrimonio, y como la ciudad se tiene que convertir en un museo abierto, por ejemplo, a través del grafiti como el de artistas como conse.eu, apostando así por la transformación social.

Finalmente, se cerró la actividad exponiendo que, con el ritual y el espacio de diálogo generado, pudimos conectar con lo que significa el viaje entre la vida y la muerte a través del cuerpo, la música y la celebración. Un homenaje a Makha Diop, pero también a las culturas afro diaspóricas de la ciudad.

Más información:

Consulta el >>podcast<< colgado en la web de la Red de Radios Comunitarias de Barcelona.

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