La ciencia ciudadana, a debate en el ciclo Martes de Ciencia Transformadora
El pasado 8 de octubre tuvo lugar la sexta sesión del ciclo Martes de Ciencia Transformadora, organizado por AQuAS (Agencia de Calidad y Evaluación Sanitarias de Cataluña) y INGENIO (CSIC-UPV), con el apoyo del Institut d'Estudis Catalans. El debate, con el título "Ciencia ciudadana: por qué sirve? qué transforma?”, estuvo moderado por Diana Escobar, Coordinadora de la Oficina de Ciencia Ciudadana del Ayuntamiento de Barcelona.“Ciencia ciudadana: por qué sirve? qué transforma?” fue el tema del último debate del ciclo Martes de Ciencia Transformadora en el Institut d’Estudis Catalans. Esta sexta sesión fue en formato híbrido.
Después de la presentación tomó la palabra Jordina Belmonte, investigadora del Instituto Catalán de Ciencia y Tecnología Ambientales (ICTA-UAB). Por esta experta, el modelo de ciencia participativa, más allá de dar datos científicos, ofrece un buen servicio a la sociedad, porque es didáctica y puede informar a las personas con alergias respiratorias.
“Intentamos que la ciudadanía nos ayude, que a escala de calle nos informe del que tiene a mano. Y cuando lo tenemos todo, hace falta que se convierta en una aplicación”, comentó. Belmonte se mostró satisfecha de haber conseguido tener una app, pero aclaró que todavía no se ha podido hacer todo el que se tendría que hacer. También remarcó la importancia de apostar por las escuelas, porque “el alumnado utiliza la aplicación, que es la manera de aprender”.
Josep Perelló, catedrático de Física de la Universitat de Barcelona y creador de OpenSystems, señaló como los profesores, junto con el alumnado, pueden ayudar mucho en la investigación. Abordó la ciencia ciudadana desde varias vertientes, como los planes urbanísticos, el control de la calidad del aire y de la temperatura, y la salud mental. En este último aspecto habló de un xatbot como herramienta para compartir vivencias de personas con problemas para potenciar las redes de apoyo. “Los estudios de comportamiento humano acostumbran a estar dentro de las universidades, pero a nosotros nos interesa hacerlo donde estar la gente, en la calle”, precisó.
La última experta a intervenir fue Carme Llasat, Catedrática de Física de la Atmósfera de la UB y directora de GAMA (Grupo de Análisis de situaciones Meteorológicas Adversas), uno de los primeros a formar parte de la Oficina de Ciencia Ciudadana de Barcelona. Empezó destacando los tres ejes que tendría que tener cualquier proyecto de ciencia ciudadana: incidir sobre el conocimiento individual de las personas que colaboran, el conocimiento científico y la incidencia sobre los hábitos y las aptituds.
Llasat también resaltó el apoderamiento de la ciudadanía por saber cómo actuar ante los riesgos y mitigarlos, sobre todo con relación al cambio climático. “En los proyectos científicos, nos hacen falta informaciones de las personas, pero para que sean de ciencia ciudadana estas tienen que ser conscientes que formen parte de estas observaciones”, precisó.
El acto finalizó con un debate abierto con el público. Se insistió en el hecho que la ciencia ciudadana es clave para implicar la sociedad en la investigación científica, puesto que no solo aporta datos, sino que también educa, apodera y transforma los hábitos de las personas. Además, puede contribuir a abordar problemas en todos los ámbitos.