Clara Prats: "Los números, si no se entienden, no ayudan a la sociedad"
Entrevista de Sergi Macià i Muñoz para Barcelona Ciencia y Universidades y Núvol.
Clara Prats Soler, nacida en Barcelona, es hija de una bióloga y un músico, profesora de la Universidad Politécnica de Cataluña, coordinadora del grupo de Biología Computacional y Sistemas Complejos y miembro del Institut d’Estudis Catalans y de la Real Academia de Medicina de Cataluña . Durante la pandemia del coronavirus, ha sido una conocida figura mediática que mantenía informado al país de la situación.
Clara, más allá de la docencia y la investigación, te hemos visto asiduamente en los medios de comunicación. ¿Cómo has vivido ese boom mediático?
De hecho, todo arrancó en la radio, en RAC1 con Xavi Bundó. Nos pidieron al grupo de la UPC asistir regularmente los sábados por la mañana para explicar qué era todo lo que estaba pasando en el mundo. Todo el mundo iba algo perdido… Yo intentaba traducir una situación compleja a la sociedad, que no tenía por qué saber ni tener bases de dinámica epidemiológica o de los conceptos que hay detrás.
Te has convertido en una científica mediática…
De hecho, para mí la exposición a los medios no es un tema que me haya llamado nunca la atención, pero en ese momento, como grupo de investigación, pensamos que era importante. Si queríamos que la gente tuviera comportamientos epidemiológicos conscientes, era importante realizar esta tarea de comunicación, de divulgación, de explicar conceptos, de explicar sobre todo el porqué de las restricciones. Los números, si no se entienden, no ayudan a la sociedad.
Antes de la pandemia, con tu grupo de investigación, ya realizabas modelos matemáticos para explicar comportamientos biológicos complejos. ¿Desde cuándo se utilizan estos modelos?
Ahora podría estar hablando una hora (ríe). Los modelos matemáticos llevan mucho tiempo existiendo. Sin embargo, a partir del siglo XX, con las nuevas tecnologías, se nos han abierto muchas puertas: a medida que los ordenadores han aumentado en potencia y ha crecido el alcance de las bases de datos, hemos podido resolver problemas más complejos. Yo siempre digo a mis alumnos que la física es muy sencilla -y entonces me miran con cara de no creerme-, ¡pero es que la biología es mucho más compleja! Cosas que en física se pueden responder con un papel, un lápiz y una calculadora, en biología necesitas un ordenador con mucha potencia y muchos datos para analizar.
¿Pero hasta qué punto son fiables las predicciones que resultan?
La predicción es el último escalón de una cadena. El modelo, de entrada, sirve para una mejor comprensión de un determinado sistema. Tú planteas unas hipótesis, estas hipótesis las formulas en unas ecuaciones, en unos algoritmos, y, cuando ya describen bastante bien la dinámica de un sistema -ya lo tenemos parametrizado, lo llamamos- lo hacemos pasar por una fase de validación, donde contrastamos las predicción con los datos. Así, podemos entender el grado de incertidumbre en las respuestas del modelo, puesto que cualquier predicción es, por definición, imprecisa.
¿Cómo de precisas han sido las predicciones en la pandemia?
Durante la primera ola, podíamos predecir a dos o tres días vista. A medida que hemos ido conociendo mejor la epidemiología del SARS-CoV-2 y que los datos han sido más robustos, la ventana de predicción fiable ha ido aumentando hasta dos, tres o incluso cuatro semanas, en función de la situación. Sin embargo, tecnológicamente todavía hay cosas que son muy impredecibles, como por ejemplo el momento en que una ola empezará a crecer. Por tanto, en este punto, la predicción vuelve a ser de unos pocos días.
La inteligencia artificial (IA) está en el punto de mira estos días. ¿Hasta qué punto se podrá aplicar la IA en las predicciones?
Las herramientas de inteligencia artificial son muy potentes, pero yo creo que deben utilizarse de forma coordinada con los modelos más bien mecanicistas, ya que finalmente estas herramientas son cajas negras que nos permiten hacer una predicción, pero no nos explican el porqué de esos resultados. Cuando tú construyes un modelo, lo haces basado en unas hipótesis, en general en un conocimiento mucho más fino del sistema. Yo me miraría a la IA como herramienta complementaria.
De hecho, hemos visto que el Chat GPT prefiere inventarse una respuesta a reconocer que no tiene ninguna…
Exacto, y de ahí que uno de los trabajos del modelizador sea discernir si la información obtenida proviene de una base biológica fiable.
Cambiando de tema, en ocasiones has comentado que durante la pandemia se utilizaban indicadores que la sociedad entendiera fácilmente, como el número de infectados, el número de enfermos, el número de hospitalizaciones y el de defunciones. Así, también puede estimar la presión ejercida sobre el sistema sanitario. ¿Se utilizan estas informaciones para organizar el sistema sanitario mejor y evitar su saturación?
Una cosa es que podamos obtener la información y otra que podamos evitar su saturación. Constantemente se utilizan modelos predictivos para gripes o para bronquiolitis en pediatría, por ejemplo, que pueden ayudar a diseñar campañas de inmunización, gestionar la disponibilidad de camas o reforzar al personal sanitario de los centros de atención primaria. Pero estas predicciones hoy en día no se utilizan para articular medidas de comportamiento poblacional, como se hizo durante la pandemia.
Desde la pandemia, ¿se ha consolidado el perfil del ingeniero o epidemiólogo de hospital?
La entrada de nuevos profesionales no sanitarios en el mundo sanitario es un tema complejo que está encima de la mesa ahora mismo. No sólo por ofrecer modelos, sino también para el análisis de datos o para el diagnóstico con herramientas de inteligencia artificial. La pandemia nos ha permitido crear redes de colaboración que se han beneficiado de la integración de estos profesionales… Esto funciona muy bien. Hay camino por recorrer, y hemos podido ver que es un cambio necesario. Desde el GIPS, el Grupo Interdisciplinario de Profesionales Vinculados con la Salud, una iniciativa del Colegio de Médicos de Barcelona, estamos trabajando precisamente en todo lo que rodea a la incorporación de nuevos perfiles profesionales, y yo estoy de presidenta de la Comisión Gestora de este grupo.
¿Redes de colaboración?
Sí, por ejemplo, a nivel de pediatría, nosotros participamos en una red de pediatras que agrupa a más de 150 o 200 profesionales de toda Cataluña: la COPEDI-CAT. Se creó durante la pandemia, pero la hemos mantenido y compartimos inquietudes y dudas sobre la evolución de enfermedades que van surgiendo y llevamos a cabo proyectos de investigación de forma interdisciplinaria. Nosotros trabajamos a diario para intentar contestar estas preguntas a través del análisis de datos y la modelización.
El Departamento de Salud lleva impulsando dos años, a través del SIVIC, que es el nuevo Sistema de Información para la Vigilancia de Infecciones en Cataluña, que ha nacido a raíz de la labor que se hizo durante la pandemia, la creación en paralelo de la Red de Inteligencia Epidemiológica de Cataluña, la XIEC. Todavía no está consolidada, pero sí que se está trabajando para crear esta red de grupos que trabajan en modelización y que puntualmente pueden contestar preguntas relevantes sobre lo que ha venido o lo que pueda venir. Nos vamos reuniendo semanalmente o cada quince días con personal de salud pública de Cataluña.
¿Qué hacen otros países? ¿Comparte informaciones?
No conozco demasiado a cada país cómo se organiza internamente. Lo que sí puedo decir es que desde el ECDC (European Center for Disease Prevention and Control), la agencia europea de control de enfermedades infecciosas, ya desde el principio de la pandemia se intentó potenciar todo el tema de la red colaborativa entre modelizadores. Nosotros hemos estado participando casi dos años en esa red europea. Cada institución aportaba predicciones a nivel local y, semanalmente, con todos estos datos se realizaba una predicción conjunta: una predicción a partir de las predicciones. Esto está funcionando muy bien. De hecho, se está extendiendo ahora a la predicción de otras infecciones respiratorias estacionales.
Hemos hablado de la entrada de personal no sanitario en el mundo sanitario, y hemos visto cómo el trabajo que realizas se encuentra en la confluencia entre ingeniería, biología y medicina. Hoy en día, ¿cómo podría un joven prepararse para ese tipo de trabajo, que parece que va en aumento? ¿Qué formación debe tener?
Puede unirse a ella desde prácticamente cualquier rama de la ciencia. En salud trabajan ingenieros biomédicos, médicos, graduados en biología humana, ingenieros de telecomunicaciones… Justamente necesitamos grupos interdisciplinares. Soy partidaria de la interdisciplinariedad en la ciencia: nos enriquece muchísimo.
Y la pregunta del millón: Clara, ¿estamos preparados para una nueva pandemia?
Espero que la próxima pandemia aún tarde unas décadas… (ríe) Pandemias hay de media una cada siglo. Debemos ver si estas estructuras de colaboración que ahora se están creando perduran en el tiempo para poder utilizarlas en la próxima pandemia. A día de hoy, yo creo que sí estamos mejor preparados que en 2020.
Y ya terminando, sé que aparte de física, investigadora, creadora de modelos matemáticos predictivos y divulgadora televisiva, a nivel más personal, eres madre de dos criaturas y que has dirigido una coral. Quedo boquiabierto. ¿Cómo lo compaginas?
Yo creo que existe un factor primordial, que es asumir que rendirás menos al trabajo y asumir que no serás la madre que esperabas ser. Es decir, no existe la superwoman, el concepto de mujer o hombre que puede con todo. El día tiene 24 horas: debes llegar a acuerdos y dejarte ayudar.
Se dice que a los hombres a menudo se les escucha más que a las mujeres en igualdad de condiciones. ¿Te has oído en algún caso menos escuchada por ser mujer?
Yo no tengo la percepción de que esto me haya condicionado. Pero también es cierto que no sé si lo percibiría si me pasara… Mi madre hizo la tesis doctoral cuando yo era adolescente y, por tanto, nunca he pensado que yo no podría hacerlo también. Pero tampoco sé hasta qué punto he dejado de opinar en ciertos momentos, quizás por una falta de ambición o lo que hoy en día llaman el síndrome de la impostora…
Y más allá de eso, ¿crees que te ha perjudicado el hecho de ser mujer en tu carrera profesional?
El primer momento en el que vi que ser mujer me perjudicaba en ciertos aspectos, aunque no lo cambiaría, fue el momento de tener hijos. Es un tema biológico: existen unos embarazos, que a momentos son complicados. Cuando no duermes porque estás amamantando por la noche y la cabeza no te funciona igual… Donde antes pensabas por uno ahora piensas por tres… Son muchas cosas, pero en cuanto a los trabajos del día a día, cuidar a los pequeños y acompañarlos, es necesario continuar trabajando para que sean compartidas con la pareja.
Por último, a los jóvenes que se están planteando hacer una carrera científico-técnica y ser futuros investigadores, ¿qué consejo les darías?
Para mí lo fundamental, y esto sirve para jóvenes que quieran trabajar en investigación o en cualquier otro ámbito, es el equipo de personas. Tienes que sentirte bien, te deben tratar bien, te deben cuidar, te deben acompañar… Para mí el trabajo en equipo es la base de todo. Yo creo que no es tan importante en el que acabes trabajando, sino con quien acabes trabajando.