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Sasha Waltz: “Intento ser receptiva, sensible, al tiempo presente”
Por Andreu Gomila
Sasha Waltz se estrena en el Teatre Grec con una de sus piezas más ambiciosas, 'Beethoven 7', un espectáculo que hará completo, con orquesta, por primera vez en Barcelona. La coreógrafa de Karlsruhe aceptó un encargo para enfrentarse al genio de Bonn en Delfos, en el 2021: interpretó dos de los cuatro movimientos de la 'Sinfonía n.º 7', pero se quedó con las ganas de abarcarla entera, hasta que lo consiguió. Enroló a trece bailarines y al músico chileno Diego Noguera. Si la obsesionó tanto la composición de Beethoven es porque habla, precisamente, de la libertad.
¿Qué es para usted la libertad?
Como artista, diría que la libertad es una utopía que no se puede alcanzar del todo. Pero que se tiene que intentar alcanzar, al menos desde el punto de vista creativo. Y quizás esa es la cuestión de por qué soy una artista. Desde que era niña tengo ese empeño, sobre la libertad de expresión, de elegir... Como persona, expreso mi opinión, tengo mi opinión, puedo elegir el país donde quiero vivir. Creo que tengo el privilegio de vivir en un país democrático, en un sistema donde al menos puedo participar más o menos en muchos temas que tienen que ver con nuestras condiciones vitales. En Alemania, cada vez más, la opinión de la gente es muy importante. El Gobierno tiene que poner el foco en las cosas que quiere la gente. Sin embargo, a menudo me siento limitada, porque veo limitaciones por todas partes. La libertad no se percibe fuera de estas limitaciones.
¿De qué manera expresa todo eso a través de la danza?
Esa siempre es la gran pregunta: cómo se pueden traducir estas ideas tan abstractas en algo que incorpora el movimiento, y cuando el movimiento, además, es efímero, ni siquiera existe. Es una combinación extraña entre una cosa material y otra que no existe, la danza. Te puedo decir cómo yo me acerqué a eso. Empezamos con una serie de entrevistas con los bailarines, de dos en dos, en las que les hacía las preguntas que me haces ahora. Hablamos media hora, sin interrupciones, como una corriente de pensamientos. Tomamos notas. Y todo el mundo de la producción participó. Entonces, empezamos con improvisaciones que incorporaban algunas de las ideas que habían surgido en las entrevistas. Recreamos un lenguaje individual, todos juntos, y desarrollamos una especie de vocabulario: ¿qué significa para nosotros la individualidad? ¿Qué significa para la sociedad?
"La libertad no es una cosa sólida, sino que se tiene que renegociar a cada momento. Se transforma. Se tiene que repensar según la época y las necesidades..."
¿Y qué significa?
Hay una idea central para mí: la libertad individual solo se puede alcanzar si la libertad de todo el mundo está garantizada y todo el mundo se puede expresar. A partir de eso creamos una imagen: todo individuo es libre, pero tiene que estar conectado... La libertad no es una cosa sólida, sino que se tiene que renegociar a cada momento. Se transforma. Se tiene que repensar según la época y las necesidades... Hemos llegado a una especie de distopía.
¿Qué representa para usted 'La séptima'?
El proceso de creación de esta pieza ha sido muy largo. Ha sido un gran reto. Puedo sentir cómo todo mi cuerpo ha luchado. Ha sido un proceso creativo muy intenso. Pero estoy muy satisfecha porque creo que he encontrado un lugar que funciona de manera independiente de la música y, a la vez, la tiene muy en cuenta. He trabajado duramente la estructura musical, que es muy abstracta...
Todo empezó en Delfos, ¿verdad?
Cuando fue el 250.º aniversario del nacimiento de Beethoven, recibimos el encargo de crear una pieza en Delfos y dije que de acuerdo, que podía tratar el segundo movimiento de la sinfonía, porque me gusta mucho. Lo hicimos delante del templo de Apolo. Y nos enfrentamos, también, al cuarto movimiento. Lo dejé, pero veía que necesitaba continuar con esta música. El problema era que el primer y el tercer movimientos son muy dinámicos. Era un gran reto. Todos tienen un mundo dentro y acabé creando cuatro piezas, una para cada movimiento. Cada uno necesita una aproximación particular. Por eso hice entrar al músico electrónico Diego Noguera y su parte se llama “Libertad/Éxtasis”. Necesitaba a alguien que trajera el espíritu de Beethoven al presente. La música de Beethoven me habla en presente, está viva, es universal, es contemporánea. Pero es interesante ver cómo estos dos mundos musicales interactúan.
"En Barcelona será la primera vez que hacemos 'Beethoven 7' con una orquesta en vivo. Estoy muy excitada, pero también nerviosa"
¿De qué forma se mezclan estos dos mundos?
Al principio no sabía cómo conectarlos y decidí colocar un descanso entre ellos. De veinte minutos. Es una pieza muy exhaustiva. La parte de Beethoven es muy exigente físicamente, muy rápida, exige mucho a los bailarines. La primera parte, la de Noguera, dura veinte minutos y es extremamente física. Después viene la de Beethoven. Aquí cada movimiento está ligeramente relacionado. No paramos del todo, como en un concierto, al final de cada movimiento. Entre el segundo y el tercero y entre el tercero y el cuarto, la música se detiene, pero mantiene un eco en la danza... No estoy segura de si mantendré esta estructura en Barcelona. El Teatre Grec está al aire libre y no sé la luz que habrá. Tendría que haber mucha oscuridad. La primera parte, cuando la hacemos en un teatro, necesita negrura y hay mucho humo. Recrea un espacio muy ilusorio. En la parte de Beethoven, en cambio, todo está abierto, desnudo, no hace falta nada, la luz viene de fuera. Quizás cambio el orden. En Delfos, solo con Beethoven, pasamos del azul del cielo a la oscuridad, y estuvo muy bien.
No es la primera vez que hace una coreografía a partir de una pieza clásica. ¿Cómo relaciona la compañía y la orquesta?
Tienes que escribir una partitura extra, una pista más que corra junto a la música. A veces van juntas, a veces se separan, pero siempre dialogan. No tienes que reproducir la partitura exactamente, porque no necesito hacerlo. Tiene que haber aire en medio. Se crea un debate abierto entre la danza y la música, y eso hace que el espectáculo esté vivo. En Delfos fue un poco extraño, porque la orquesta no estaba con nosotros: estaba en el teatro, sobre nosotros, y nosotros estábamos en el templo, abajo. No estábamos cerca. La oíamos. Y solo al final del cuarto movimiento nos uníamos. Cuando estrenamos el espectáculo entero, así como vendrá a Barcelona, trabajamos con una grabación. De este modo, en Barcelona será la primera vez que lo hacemos con una orquesta en vivo. Estoy muy excitada, pero también nerviosa.
Como coreógrafa, se ha relacionado con la escultura, la escritura, la música... ¿Cómo se las arregla para atravesar fronteras?
Lo que me importa es el contenido. Por ejemplo, ahora estoy con Beethoven, con 'La séptima', y pensé en cómo podía redondear el programa, quizás con otra pieza de Beethoven, o alguna otra cosa de aquella época, con otra instrumentalización. Pero, para el contenido, para mí era importante añadir otra voz, algo que reflejara en qué momento vivimos ahora, también con respecto a creación musical, cuál sería la discusión entre Beethoven y Noguera. No solo entre yo y Beethoven, o yo y Noguera. Es un triángulo creativo diferente. Es muy inspirador, porque hay confrontación. Hay fricción. La mayoría de las veces no es algo obvio, o cómodo, desafiar nuestra percepción. Pero a mí me permite ir más lejos. Si tengo que ser honesta, estaba un poco asustada. Es muy extremo. La música de Noguera es muy desafiante, también físicamente. Es hardcore. Es un tecno físico que se mete dentro de ti. Quería proponer una cosa desde otro ángulo, una cosa nueva. Son dos universos que la pieza abarca. Y lo mismo ocurre con la escultura. Y con el vestuario. Todo eso me obliga a encontrar una solución y tengo que estimular mi creatividad.
¿De qué modo la podemos ver en sus piezas?
De alguna manera, intento ver el mundo a través de mis ojos y, por otra parte, intento verme como representante de la sociedad. Vivo ahora. Intento ser receptiva, sensible, al tiempo presente. Mis obras son yo y también las preguntas de nuestro tiempo. Me siento una especie de médium. Pero también tomo muchas cosas de mi experiencia, de mis dudas, de mis miedos. Todo va por ese filtro, aunque también creo que tienes que ir más allá de ti mismo.
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