Hoy te lo hemos puesto fácil. Shakespeare es el dramaturgo más representado en el Teatre Grec durante los 40 años de festival. En cuatro décadas se han programado 16 obras del bardo. Empecemos por la última: Amor i Shakespeare (2015), una propuesta metateatral y desenfadada, creada a partir de fragmentos de Trabajos de amor perdidos, Los dos caballeros de Verona y Mucho ruido y pocas nueces. Los más expertos incluso podían cazar algún guiño a otras comedias del autor en este juego escénico dirigido por Josep M. Mestres.

Pero, por qué Shakespeare? Pues porque los clásicos siempre funcionan. No mueren. Y el dramaturgo inglés continua en plena forma tal como lo demuestran la infinidad de actos asociados al 400 aniversario de su muerte y al hecho de que el Teatro Grec lo haya tenido muy presente a lo largo de la historia del festival.

En cuarenta años, cuatro de sus obras se han visto en dos ocasiones en el anfiteatro de Montjuïc. Un título tan pertinente como El somni d'una nit d'estiu se pudo disfrutar en versión de Lindsay Kemp (1982) y de Calixto Bieito (1994). También repitieron Les alegres casades de Windsor, con dirección de Pere Noguera (1985) y de Carme Portaceli (1994); y Antoni i Cleòpatra, dirigida por Jordi Mesalles (1980) y por Xavier Albertí (1995), antes de convertirse en director del certamen. Por último, Hamlet también hizo doblete. Pere Planella lo hacía subir al escenario en 1979 y, dos décadas más tarde, Lluís Homar se atrevía a dirigir, interpretar y producir la gran tragedia shakesperiana.

Si hay obras que repiten, hay directores que también. Además de El somni d'una nit d'estiu, Bieito ha dirigido en el Teatre Grec La tempestad (1997). Y todavía hay otro director de escena repetidor: Ferran Madico con Molt soroll per no res (1999) y Conte d'hivern (2007).