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Llámale Middlesex
Dicen que alberga a multitudes en su interior. Que no es uno, ni una, que son muchos más. Dicen que Silvia Calderoni podría ser cientos y todos difíciles de catalogar. Es guapa o fea? Joven o vieja? Pasiva o agresiva? Seductora o intencionadamente repelente? Y la pregunta más importante que esta obra quiere dejar en tu memoria: es hombre o es mujer?, se pregunta Ben Brantley en un artículo aparecido en The New York Timescuando la compañía Motus, de la que Silvia Calderoni forma parte, estrenó MDLSX en La MaMa, uno de los escenarios más rompedores de la escena de Nueva York.
No es la primera vez que Motus, una compañía fundada en Rimini en 2001 por Enrico Casagrande y Daniela Francesconi Nicolò, pisa el festival Grec: en 2009 presentaron Crac (y Silvia estaba ahí) y en 2012 regresaron con Alexis. Una tragedia greca (y Silvia seguía ahí). Ahora, en MDLSX, ella consigue llenar el escenario ya sea con la música de fondo de The Smiths, Vampire Weekend, R.E.M. y Yeah Yeah Yeahs, prestando su voz a textos de la literatura queer o desvelando alguno de los rincones más secretos de lo que se supone que es su pasado.
MDLSX pone en palabras y convierte en teatro la realidad de los individuos transgénero, personas que en diferentes formas se identifican con el género opuesto al de sus características fisiológicas de nacimiento. Gracias a algunos transgéneros famosos -como Caitlyn Jenner, la modelo Andreja Pejic, Alexis Arquette, Laverne Cox (Orange is the new black), los hermanos Wachowski o Bibiana Fernández-, sus problemas empiezan a ser tenidos en cuenta y, por ejemplo, en EEUU el gobierno de Obama acaba de presentar una normativa que lucha contra su discriminación en las aulas (y en los lavabos) de las escuelas públicas.
No será MDLSX el único espectáculo en abordar la cuestión del transgénero, ya que también se enfrentará a ella, aunque con un tono mucho más irónico, la coreógrafa Mar Gómez en Así en en la tierra como en el cielo. Mar Gómez trasladará a los espectadores hasta un territorio, que podemos llamar cielo, en el que los hombres van perdiendo (o cambiando) sus rasgos hasta convertirse en mujeres.
También reflexionará sobre el fenómeno queer y también lo hará en forma de danza (con pinceladas de teatro) el coreógrafo Roberto G. Alonso en La fragilitat dels verbs transitius, en el que ha trabajado con los dramaturgos Carlos Be, Marc Rosich y Helena Tornero para tratar de rendir un homenaje al colectivo transexual a partir de algunos testimonios personales. No he querido hacer un espectáculo documento ni una denuncia reivindicativa y social, aunque también, sino que he querido hablar desde el sentimiento, intentar buscar qué motiva e impulsa a nuestros protagonistas a nadar contracorriente en una sociedad que los estigmatiza y los niega, que los arrincona, que no les da las mismas oportunidades y les obliga en ocasiones a la ocultación y a la vergüenza, que los aboca el autocensura y a la falta de autoestima hasta el suicidio, y que a veces, incluso, los lleva a una marginalidad que los hace sufrir agresiones verbales y físicas hasta la muerte, explica Roberto G. Alonso cuáles han sido sus objetivos.