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Hofesh Shechter: “Mi obra habla de la confusión”
Por Andreu Gomila
El impacto que tuvo la llegada de Hofesh Shechter a Barcelona hace quince años fue total. Durante un tiempo pudimos disfrutar de sus creaciones entre el Mercat de les Flors y el Grec. Pero hace ya una década, desde que llevó 'Sun' al Teatre Grec, que no nos visita. El coreógrafo israelí nacionalizado alemán ha crecido y ha cambiado. Incluso ha fundado una compañía, la Hofesh Shechter II, a través de la cual facilita el acceso de jóvenes bailarines al mundo profesional. Con esta compañía regresa a Barcelona, con 'From England with love'.
Ha pasado mucho tiempo desde tu última visita a Barcelona. ¿Cómo ha evolucionado tu lenguaje?
Es difícil hablar del lenguaje. Cuando hago danza, los cambios son como el océano: nada pasa rápidamente, pero, al mismo tiempo, cada vez que creo una pieza intento encontrar el lenguaje del movimiento adecuado para crear la atmósfera correcta. Esto me proporciona una novedad, una chispa de excitación. Con cada obra, siento que algo cambia. Al principio, por ejemplo, mis bailarines no se tocaban. Desde que hice 'Grand finale', en 2015, vi que podía mantener las mismas reglas, la misma calidad, con varios cuerpos trabajando juntos, tocándose.
¿Podemos decir, también, que has cambiado la batería por los violines?
A veces. En 'From England with love' quería incluir algunos compositores ingleses clásicos. No soy inglés, pero vivo en Inglaterra desde hace muchos años. También hay batería, electrónica, pero necesitaba algunas composiciones bellísimas, emocionantes, que tienen cuerdas, orquesta, coros... Me gusta esta mezcla y que mi coreografía hable idiomas diferentes a partir de la música.
"Antes de convertirme en coreógrafo, viví en Barcelona tres meses, siendo muy joven. Para mí, es una ciudad libre, muy bonita"
¿Qué relación tienes con Barcelona? Ensayaste aquí algún espectáculo.
Cuando creamos 'Sun', hace once años, realizamos aquí una residencia muy larga. Es una gran ciudad. Tengo muchos recuerdos. Ya tenía aquí muchos amigos y antes conocía a muchos creadores... Antes de convertirme en coreógrafo, viví aquí tres meses, siendo muy joven. Para mí, es una ciudad libre, muy bonita.
Te descubrimos con 'Uprising' y 'Political / Mother' hace quince años. ¿Qué queda de todo aquello?
'Uprising' fue la primera pieza en la que rompí la fisicalidad, fue la primera que salió de mí. Fue como descubrir las reglas de mi lenguaje. 'Political / Mother' era una bestia muy grande, era algo episódico, y el tema, que hablaba de las estructuras sociales, hizo que mucha gente se sintiera identificada. Yo quería llevar estas paradojas a escena y mostrar cómo coexistían. Son piezas que crecieron y que todavía representamos. 'Uprising', por ejemplo, acaba de hacerse en Lisboa. Creo que han resistido el paso del tiempo, que todavía están vigentes.
¿Todavía te representan?
Toda mi obra habla de la confusión. No creo que deje nunca de estar confundido. Y mis obras cuestionan el mundo. En este sentido, siento que me representan. Miro este mundo loco y sé que lo hemos creado nosotros. Un mundo bonito y problemático, que contiene toda esta complejidad. Todo lo que he creado, desde el principio, es un reflejo de cómo veo el mundo: caótico, bello, doloroso... Es el que tenemos.
"La Shechter II nos permite conectar con gente más joven, actuar en teatros más pequeños..."
¿Por qué decidiste trabajar con gente joven?
La compañía joven, la Hofesh Shechter II, está formada por bailarines que han terminado los estudios y que necesitan un puente hacia el mundo profesional. Antes de crearla, siempre teníamos aprendices en la compañía, y sucedió que, para dos puestos, se presentaban 600 personas. Al final de la audición tenía a 20 personas ante mí y le dije a mi productor: “Son unos bailarines increíbles y todos podrían tener una oportunidad, ¿hay algo que podamos hacer?”. Para mí, la Shechter II es una forma de hacer crecer a los bailarines para llevarlos a la compañía principal. Es muy difícil encontrar a bailarines que puedan entrar en ella directamente. Ahora tenemos ocho bailarines en la compañía principal que proceden de la Shechter II. Esto también nos permite conectar con gente más joven, actuar en teatros más pequeños... Todo es positivo. No es un camino fácil.
No hay muchas compañías privadas que puedan permitirse tener una compañía joven...
Es un reto, pero hace un gran servicio.
¿Te permite también estar conectado con las nuevas generaciones?
Creé 'From England with love' para la compañía neerlandesa NDT y, cuando me planteé cederla a la compañía joven, tenía que pensar cómo podía conectarla con ellos. Lo hablamos, investigamos, creamos partes nuevas que les representaran. No era solo mi voz, sino que también tenía que ser la suya... Totalmente, la compañía joven me permite conectarme con las nuevas generaciones, saber cómo piensan y qué quieren, y también hacerme viejo más lentamente.
¿Es 'From England with love' una carta de amor? No eres inglés, pero llevas muchos años viviendo en Inglaterra...
Llevo 22 años viviendo allí. Es mi casa, es donde he tenido hijos, mi familia... Es un lugar que tiene los brazos abiertos, pero también es un lugar complejo, con muchas paradojas, con muchos problemas, una gran historia y una historia oscura, como la mayoría de lugares del planeta. Pero también es un lugar muy progresista, que tiene muchos problemas, pero que intenta solucionarlos. La pieza está hecha con el corazón abierto, sin una agenda. Quería llevar emociones a escena.
"Cada creación es un proceso caótico, complejo, porque la música y la danza se crean a la vez, pero no podría hacerlo de otra manera"
¿Nunca has pensado en marcharte, especialmente después del Brexit?
Soy ciudadano alemán. Y en Inglaterra tengo a mi familia. Ahora, Alemania ha cambiado las reglas: antes no podías reclamar otra nacionalidad, pero ahora sí. Y puede que me convierta en inglés, porque así podré votar en el sitio donde vivo... El Brexit fue un insulto, para mí. Sé que las razones que había detrás eran algo extrañas, manipuladas por las redes sociales. Me sentí ofendido por esa gran nación. Era como si me estuvieran diciendo que no me querían... Cuando ya todo se puso en su sitio, decidí quedarme, porque tengo mi vida allí. Esta obra vino después del Brexit y, de alguna manera, era una carta de despedida a Europa.
En esta pieza, parte de la música la has compuesto tú, ¿verdad?
Sí, me gusta hacerlo. Todo lo que no es música clásica es mío. Esto complica un poco las cosas, porque supone mucho tiempo, mucha energía y mucho trabajo. Pero me permite crear una atmósfera total. Puedo conectarlo todo. Es un proceso caótico, complejo, porque la música y la danza se crean a la vez, pero no podría hacerlo de otra manera.
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