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Barcelona cultura

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Desde Europa. Así nos ven los artistas de aquí que trabajan y viven lejos de casa

Mié 11/04/2018 | 11:00 H

Por Andreu Gomila

El mundo está lleno de artistas escénicos catalanes que han salido para ganarse el pan. Hay algunos de aquí que se mueven más allá de los Pirineos, pero hay aún más que tienen su base en Bélgica, Francia o Australia, sobre todo en la esfera de la danza, desde donde trabajan y expanden universos. Hablamos de Aina Alegre, Calixto Bieito, Marina Mascarell, Rafael Bonachela, Blai Mateu, Salva Sanchis... Algunos de ellos nos cuentan cómo nos ven.

Salva Sanchis (coreógrafo / Manresa, 1974): responsable de la selección de nuevos estudiantes en la escuela P.A.R.T.S. de Anne Teresa de Keersmaeker (Bruselas), ha trabajado para P.A.R.T.S., Latente Fuss y kunst/werk.
"Me fui a Bélgica en 1995 cuando abrieron P.A.R.T.S. y soy de la primera generación de estudiantes de la escuela. Cogí la segunda ola de grandes artistas belgas, después de Anne Teresa de Keersmaeker, Alain Platel, Jan Fabre y compañía. Y vi todo el apoyo que había allí que aquí no existía ni existe, así que no tardé ni un segundo en decidir que me quedaba. Ahora hace un año que estoy en Cataluña y durante todo este tiempo he estado muy desconectado de lo que se hacía aquí. No conozco la escena, ya que sólo venía de vacaciones. Las cosas aquí no giran demasiado y se ven poco en Bélgica. Por lo tanto, durante mucho tiempo la escena catalana no existía, al menos para mí. Pero como responsable de casting para P.A.R.T.S. tengo que decir que  nunca paramos de recibir estudiantes catalanes, lo que significaba que había un caldo de cultivo. He vuelto por razones familiares. Y he dejado de poner en marcha producciones nuevas. Lo que no he dejado es de dar clases".

Marina Mascarell (coreógrafa / Oliva, 1980): ha trabajado para la Nederlands Dans Theater I de la Haya (Upcoming Choreographers), el Scapino Ballet de Rotterdam, el Dance Forum Taipei, el Ballet Junior de Ginebra, el Skan Dansteater de Malmö y el Ballet de la Ópera de Lyon.
"Las artes escénicas en Barcelona desde fuera se ven muy vanguardistas, variadas y con un impacto internacional. La programación de algunos teatros como el Mercat, Hiroshima o el festival Grec, gozan de una gran reputación en el exterior. Barcelona es considerada como una de las ciudades clave en las artes escénicas europeas. Y además creo que goza de una programación variada que refleja lo que sucede dentro y fuera a muchos niveles. Sin embargo, no es un lugar donde los intérpretes de otros países vengan a vivir como Holanda o Alemania o Inglaterra... Y creo que sucede por la precariedad laboral de los profesionales establecidos aquí y la poca oferta laboral (además del factor geográfico)".

Aina Alegre (bailarina y coreógrafa / Barcelona, 1986): trabaja en Francia como coreógrafa independiente.
"Me fui de Barcelona en 2007, a mis 20 años... para ir a estudiar al Centro Coreográfico Nacional de Angers y dos años más tarde empecé a trabajar en Francia y desde entonces vivo y trabajo en París. Conozco mejor el contexto político-cultural-artístico francés... Ya que he tenido pocas ocasiones para venir a trabajar a Barcelona-Cataluña o España. Empecé a llevar mis proyectos a Barcelona en 2012: en el Antic Teatre, el Festival Escena Contemporània de Poblenou y últimamente en la Sala Hiroshima. Ha sido gracias a estas idas y venidas que he podido hacerme una idea del panorama escénico barcelonés.
Barcelona es un 'carrefour' de artistas venidos de todo el mundo. Que este hecho alimenta brutalmente la creación contemporánea... Tengo la impresión de que los artistas que trabajan en la creación contemporánea tienen mucha conciencia de lo que ocurre a nivel nacional, europeo e internacional, y a la vez trabajan para generar una "cultura contemporánea" local, para crear vínculos, generar una actividad artística local... Tengo también la impresión de que hay una conciencia política en el arte muy fuerte. Que hay una voluntad de crear "arte político" desde lo sensible... Por otra parte, creo también que las políticas culturales y las instituciones no están, de forma general, suficientemente desarrolladas para provocar y desarrollar el  "encuentro" entre el artista y el público, que podríamos decir que es imprescindible. Me parece que se tiene que potenciar aún más la "reunión / encuentro" entre espectadores, artistas y objetos artísticos. Creo que se debe "normalizar" y "incluir" aún más la "práctica del arte", el arte como práctica, como canal, como acción, como activador social, desde las escuelas, hasta los centros de creación hasta los festivales de difusión de espectáculos. Creo que las instituciones deberían poder ser más flexibles, creativas e inclusivas para poder imaginar junto con los artistas nuevas maneras para crear vínculos con la sociedad, para generar la práctica del arte...".