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Daniel Veronese: pasado, presente y Chéjov
Por Andreu Gomila
Daniel Veronese es una leyenda del teatro argentino contemporáneo. Sus obras, que llegaron a Barcelona a principios del siglo XXI, nos dejaron en shock, sobre todo las versiones de 'Las tres hermanas' y 'Tío Vania', de Chéjov, cuyo efecto todavía es audible entre nuestros directores, dramaturgos y compañías. Ahora trabaja en una adaptación de 'Otoño-invierno', del autor noruego Lars Norén.
ARGENTINA EN LOS 90
A primeros de los 90 monté un grupo de teatro de objetos, El Periférico de Objetos, que fue en Argentina bastante revolucionario. Eran textos muy personales, muy visuales. A la vez empecé a escribir para otros actores, que yo no dirigía... No había muchos dramaturgos, entonces. Fue el inicio de una nueva camada de dramaturgos. Veníamos del viejo dramaturgo que escribía su obra, la guardaba en un cajón y después la releía. Salimos yo, Rafael Spregelburd, que podíamos ser actores, directores, dramaturgos, que podíamos intercambiar roles dentro del teatro. El teatro independiente empezó a mestizarse.
AUTOR Y DIRECTOR
No fue una decisión consensuada ni mucho menos. Yo tardé cinco o seis años en empezar a dirigir mis obras. Sentía que las tenían que tomar otros directores. Quizá pasó que éramos muy respetados. Pero cuando iba a mis obras dirigidas por otros siempre pensaba que a mi obra le faltaba una horneada. Como éramos nuevos y armamos estructuras difíciles de entender nos respetaban demasiado. Así que, cuando empecé a dirigir, modificaba el texto en la sala de ensayo y siempre encontraba cosas. Mis obras se terminan de armar con la dirección. Quien mejor que yo para saber hacia donde conducirlas. Y así hice también con las obras de otros.
EL TEATRO DE LOS 90
Con El Periférico, por ejemplo, hicimos 'Máquina Hamlet', de Heiner Müller, en 1995. Recuerdo que los dramaturgos creían que no era una obra de teatro. Estábamos un poco atrasados respecto a posibilidades expresivas. Y eso que estuvimos cinco años en cartel con la pieza de Müller, que la bajamos porque ya nos cansamos. Rompimos los muñecos y no la hicimos más... En esa época se hacía un teatro muy político y nosotros lo éramos menos . Veníamos de la dictadura: el lenguaje político era el común denominador en todas las obras. Mis obras también eran políticas, pero también más formales, tenían un juego literario, hablaban más del teatro que de la política.
"¿Cuantas veces, cuando ahora oímos hablar de la ecología, de la necesidad de un hombre nuevo, de la imposibilidad de encontrar la felicidad, llegamos a Chéjov?"
PUNTO DE INFLEXIÓN
En el 98 presenté 'Líquido táctil', que fue la primera obra que hice con actores. Me la pasé muy bien. En 2001 monté 'Mujeres soñaron caballos', que luego llevé al CDN, donde pude plasmar un encuentro, donde encontré lo que buscaba. En el mismo trabajo de fabricación de la obra, encontré cosas que me sucedían y que me abrieron la cabeza. Entonces, ya dije: no doy más obras mías a nadie.
ADORACIÓN DE CHÉJOV
¿Cuantas veces, cuando ahora oímos hablar de la ecología, de la necesidad de un hombre nuevo, de la imposibilidad de encontrar la felicidad, llegamos a Chéjov? Es el hombre moderno. A principios de los 90 empecé a escribir a partir de una postal que compré en Canadá, en el año 91, que decía: esta es mi prueba. Se veía a una mujer que abrazaba a un hombre. Esa imagen me acompañó durante mucho rato. Y otra frase era: «Un hombre que se ahoga espía a una mujer que se mata». De Jacques Prévert, que me fascinaba. A esa frase le debo, no mi carrera, pero sí mi imaginario emocional. Cuando hice Chéjov, para mí lo representa. Esa frase... Ya dirigí todos los Chéjov que me gustan: 'Las tres hermanas', 'Tío Vania' y 'La gaviota'. Quizá haga en algún momento 'Platonov'. 'Vania' es la vida, es de una dulzura tan triste, tan vívida. Siento que me habla a mí, Chéjov. Sé de qué habla. Intento encontrar siempre alguien que lo suplante, y es difícil.
¿Y IBSEN?
Los de Ibsen no fueron trabajos tan logrados, ya que no lo entiendo tanto como a Chéjov. Ibsen es un nórdico del siglo XIX y Chéjov es un cosmopolita de esa época.
"El teatro es mi vida. Y me apoyo mucho en los actores: necesito intérpretes que se la jueguen conmigo"
LOS ACTORES
Desconfío mucho de todo. Soy inseguro. Pero soy valiente. El teatro es mi vida. Y me apoyo mucho en los actores: necesito intérpretes que se la jueguen conmigo. He trabajado con grandes actores que no quieren ser movilizados, que no quieren dar pasos más allá de lo conocido. Logré todos esos proyectos porque me rodeé de los actores indicados. Y me pasa lo mismo cuando voy a España a ensayar. Cuando hice en el CDN 'Mujeres soñaron caballos', conocí por casting a Ginés García Millán y a Susi Sánchez. Y ahora los amo, son actores fetiches míos. Hacían cosas muy extrañas, distintas a todos. Siento que hablamos el mismo idioma. El teatro es de los actores, no del director, y si lográs que los actores confíen en lo que les estás pidiendo, tenés muchas posibilidades de que todo salga bien.
'EL MÉTODO GRÖNHOLM'
Fue mi primera experiencia en el teatro comercial. Leí la obra y dije: es para mí. Estuvo tres años en cartel. No sé si le hubiera gustado a Galceran, ya que era muy distinta de como la hicieron en Barcelona. Acá inauguró un tipo de teatro comercial diferente. Yo era un director del teatro independiente y se la jugaron conmigo. Después entraron Javier Daulte y Claudio Tolcachir. Buscaban a directores prestigiosos, con textos que era inteligentes, nada complacientes, que llevaban a los espectadores a un viaje distinto.
"No puedo hacer Shakespeare. Siempre hay algo que no termina de interesarme. Dicen que es la quintaesencia de lo humano, pero yo no la veo"
NI SÓFOCLES, NI SHAKESPEARE...
Creo que cada uno tiene un lugar donde la teatralidad le suena más propia. Me gustan los conflictos psicológicos, lo mínimo. No digo obras chicas, pero sí conflictos interpersonales. No puedo hacer Shakespeare. Siempre hay algo que no termina de interesarme. Dicen que es la quintaesencia de lo humano, pero yo no la veo. Sé que estoy equivocado.
'OPEN HOUSE'
Aquello fue maravilloso. Nació en 2001 y se alargó hasta 2008. Cada lunes en el mismo teatro como un experimento académico. Eran diez actores y un conejo. Murió el conejo y cuando se iba un actor, nos dedicábamos a hablar mal de él. Era muy gracioso. Cuando se quedaron seis, lo terminamos.
DIRIGIR FUERA
Había viajado mucho con El Periférico. Antes del Lliure, estuve en el Mercat de les Flors. Y en Madrid tenía La Abadía... Me produce mucho placer viajar para dirigir yo: los actores no son tan distintos. El actor quiere ser un malabarista. Empieza con cinco bolas, dice que no puede, lo logra y cuando lleva diez, quiere más. Tengo amor por la profesión: son seres entregados. Son un poco dementes. Y son los que dan entidad a mi trabajo. En mis obras, un actor nunca hará algo que no quiera hacer. No hay nada peor que un actor insatisfecho en un escenario.
TUS OBRAS
Ahora estoy con dos trabajos y tenía en mente ir a Madrid. Pero no podrá ser... Sin embargo, a mis versiones las considero propias, porque las modifico tanto... Hice ahora una versión de 'Los pequeñoburgueses' de Gorki y la cambié tanto que es mía. Sobre todo cuando no necesito la autorización del autor.
"Las obras nórdicas tienen ese sufrimiento bergmaniano, de rasgarse las vestiduras emocionales. Me apasiona lo dramático"
PASIÓN NÓRDICA
Mis abuelos eran de Venecia y de Calabria... Las obras nórdicas tienen ese sufrimiento bergmaniano, de rasgarse las vestiduras emocionales. Me apasiona lo dramático. Tampoco soy un fanático de Bergman, pero tiene un tipo de dramaturgia que se puede disfrazar de teatral...
'OTOÑO-INVIERNO'
La mandé traducir hace diez años en México y no podía pasar de la segunda página. Pero ahora, con el confinamiento, me dije: no puede ser. Y una vez llegué a la tercera, me encantó. Es para mí. Porque es un encuentro de padre, madre y dos hijas, con mucho dolor, mucha pelea, mucho fastidio, mucho resentimiento y mucho amor. Son llevados a un lugar donde intentan ser felices pero no llegan. Es una batalla muy dura.
RUSIA-ARGENTINA
Tenemos, los argentinos, algo de rusos. Cuando llevé a Rusia mi versión de 'Vania', la gente se reía en el mismo lugar donde nos reíamos nosotros. Tienen un humor argentino... Yo crecí en un sitio donde siempre te dicen que no es el momento de hacer algo. Siempre es así. Pero llega un momento en que tienes que empezar a hacerlo. Somos los mejores y los peores del mundo.
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