Barcelona

El parque de Carles I forma parte de los llamados parques del litoral, junto con el del Puerto Olímpico, el de la Nova Icària, el del Poblenou y el de las Cascades. Cinco grandes espacios verdes que se construyeron en los antiguos terrenos industriales del Poblenou a principios de la década de 1990, en el marco de la renovación urbanística de la fachada litoral con motivo de los Juegos Olímpicos de 1992.

De entre los ejemplares de plataneros, hay que mencionar especialmente los plátanos ramificados desde la cepa, muy raros de ver en un entorno urbano, que hay en las calles de la Marina, de Moscú y del Doctor Trueta. Proceden de un antiguo latizal o arboleda destinada a la producción silvícola. Cabe recordar que es relativamente corriente que después de la primera tala no se arranquen los árboles para que vuelvan a brotar desde la cepa.

Cerca del tramo final del canal de agua hay tres ombúes (Phytolaca dioica) de grandes dimensiones, uno de los cuales muestra numerosas raíces. En las zonas pavimentadas del parque hay naranjos (Citrus aurantium) y magnolias (Magnolia grandiflora).

Son dignas de noticia las coníferas, representadas por el pino carrasco (Pinus halepensis), el pino piñonero (Pinus pinea) y el cedro del Himalaya (Cedrus deodara). También las palmeras datileras y de Canarias (Phoenix dactylifera y Phoenix canariensis) y washingtonias (Washingtonia robusta), y, entre las especies arbóreas, encontramos el olmo (Ulmus pumila), el sauce (Salix babylonica), la morera (Morus alba) y el olivo (Olea europaea).

La escultura es El cul, una pieza de bronce de seis metros y medio de altura obra de Eduardo Úrculo que fue dedicada a Santiago Roldán, presidente del Holding Olímpico entre los años 1989 y 1993. La escultura, situada cerca del bosquecillo de cedros del Himalaya, consiste en unas piernas largas y carnosas que soportan dos glúteos perfectos en su redondez.

En la confluencia entre las calles de Wellington y la Marina, el parque se eleva sobre muros de piedra y avanza dejando atrás la estación de Francia. Una larga hilera de cipreses marca el camino de unión entre las diferentes partes del parque. Un gran espacio de césped y el agua del canal caída en cascada para seguir su camino por el tramo situado a la cota de la calle ponen punto final a esta zona, amplia y elevada, del parque.

En una segunda pieza del parque, encontramos áreas de descanso con rincones separados por cercas vegetales y dos puentes que permiten ir de un lado a otro del canal antes de que acabe su recorrido. Junto con las hileras de árboles, las colinas suaves cubiertas de extensas superficies de césped son el otro elemento que da personalidad y determina el paisaje de este espacio verde.

La otra pieza con personalidad propia es la última, al otro lado de la calle del Doctor Trueta, una especie de gran plaza, casi enteramente asfaltada, con un par de parterres de césped, árboles plantados en alcorques y un área de juegos infantiles. Un último apunte dedicado a los propietarios de perros: en este parque se encuentra una de las mayores áreas de recreo de Barcelona.