Barcelona

En la primera de las cuatro agrupaciones hay ejemplares de pata de vaca (Bauhinia candicans), sauces llorones (Salix sepulcralis), tilos (Tilia tomentosa) y catalpas (Catalpa bignonioides), detrás de los que también encontramos resguardados, cerca del muro de ciprés recortado, un grupo de olivos (Olea europaea).
Como elementos comunes a toda la plaza destaca una anilla interior arbolada que rodea el espacio central de sablón con grupos de chopos (Populus nigra) y palmeras (Phoenix canariensis).
En la segunda esquina se han plantado ombúes (Phytolacca dioica) y fresnos de hoja estrecha (Fraxinus angustifolia). Después encontramos alineado un grupo de jacarandas (Jacaranda mimosifolia) y más fresnos.

Para llegar al tercer espacio arbolado, pasamos cerca de una de las dos áreas de juego infantil, donde vemos hileras de árboles botella o braquiquítones (Brachychiton populneus) y, muy cerca, un grupito de encinas (Quercus ilex) y castaños de India (Aesculus hippocastanum).
El último ángulo de la plaza acoge las especies más exóticas del espacio. Podremos ver una agrupación de ailantos (Ailanthus altissima), este árbol es conocido también como árbol de los dioses o árbol del cielo. También hay árboles del amor (Cercis siliquastrum).

Una gran plaza cuadrangular con tierra de sablón se convierte en el epicentro de este espacio, en torno al que encontramos una tarima de madera con asientos en cada lado. Se trata de unos jardines de proximidad, abiertos al barrio, con una gran afluencia de personas mayores, escolares, adolescentes y ciudadanos que disfrutan del espacio. Entre el mobiliario urbano destaca la presencia de sillas y bancos Montseny, diseñados por Leopoldo Milà, repartidos por todo el jardín.
La gran chimenea que se alza, como un hito, señalando los jardines evoca la tradición fabril e industrial de las harineras y manufacturas textiles de Sant Martí.

Un grupo de palos rosas (Tipuana tipu) se adentra desde uno de los accesos hasta media plaza, llenando el centro y dándole sombra. Unas alineaciones de cipreses recortados se convierten en vallas perimetrales que separan los jardines de la calle. En cada esquina hay varias plantaciones arboladas que garantizan que, en primavera y verano, toda la plaza combine el verde con árboles florales.
Recomendamos recorrer el parque desde este conjunto de palos rosas (Tipuana tipu) que entran en diagonal desde la esquina de las calles de Andrade con Lope de Vega hasta media plaza. Desde este eje, caminamos dibujando un círculo, de izquierda a derecha. El ordenamiento de los elementos se replica en cada esquina, con cuatro grandes tarimas de madera que generan un espacio explícitamente pensado para disfrutar de la luz y del calor del sol. Desde estas salas de estar abiertas parten los parterres rectangulares sobre los que se disponen agrupaciones de árboles.
El mejor momento para pasar un rato en este jardín es a partir de la primavera. Los primeros árboles que muestran la flor son los árboles del amor, poco después, y durante todo el verano, podemos ver los estallidos florales de la catalpa, la jacaranda, la pata de vaca, el tilo, el ailanto y el castaño de India.