La Historia del Invernadero
El Invernadero, 135 años de naturaleza y arte.
El Invernadero del parque de la Ciutadella ha abierto sus puertas en diciembre del 2023, tras una rehabilitación a fondo que ha permitido que recupere su aspecto original, el que tenía cuándo se terminó hace ciento treinta y cinco años, durante la Exposición Universal de 1888.
El Invernadero es un edificio singular y un destacado ejemplo de la arquitectura del hierro en la ciudad. La rehabilitación actual —un claro ejemplo del cuidado y el rigor con que se ha actuado desde un punto de vista patrimonial— ha permitido saber que el programa decorativo es obra de Alexandre de Riquer i Ynglada, uno de los artistas plásticos más destacados del Modernismo catalán.
Una historia de vaivenes
Después de la Exposición Universal, el 23 de noviembre de 1893, la Asociación de Publicistas de Barcelona, que velaba por los intereses literarios y artísticos en la ciudad, pidió al Ayuntamiento que les cediera el Invernadero para utilizarlo como sede y para impartir allí clases. La entidad se comprometía a terminarlo, porque los cierres del cuerpo central aún no se habían hecho, y adaptarlo a sus necesidades, pero no se llevaron a cabo ninguna de estas intervenciones.
A principios del siglo XX, el Invernadero se encontraba en un estado casi ruinoso. Solo se utilizaba como depósito temporal de plantas. En 1907, la Junta de Ciencias Naturales de Barcelona, un órgano que dependía del Ayuntamiento, pidió que se hicieran las obras necesarias para que pudiera acoger algunas especies animales: aves —que vivirían en semilibertad—, serpientes y reptiles —aprovechando las zonas adosadas en los muros laterales—, y otros reptiles más pequeños y peces en la zona central, donde se podría instalar una fuente y un estanque.
Arquitectura del hierro
La rehabilitación actual ha permitido saber que el programa decorativo del Invernadero es obra de Alexandre de Riquer i Ynglada, uno de los artistas plásticos más destacados del Modernismo catalán.