La Cursa de la Mercè ayer y hoy
Por lo que se sabe, en 1900 se empezaron a hacer actos deportivos en las Fiestas de la Mercè dentro del programa de la Fiesta Mayor de Barcelona: primero una carrera de bicicletas, y más tarde una carrera pedestre de 500 metros en el parque de la Ciutadella en la que participaron seis atletas. Se podría decir que es el precedente de la Cursa de la Mercè de ahora, aunque, como tal, la primera se hizo el 24 de septiembre de 1979.
Aquella edición, como las que se han sucedido, la impulsó el primer ayuntamiento democrático con el objetivo de estimular el deporte popular. El primer año, y los dos siguientes, se hicieron tres de carreras: una de 15 kilómetros, una de 10 y otra de 5, con salidas desde diferentes lugares. La carrera de 15km salía desde la plaza Cataluña, se bajaba por las Ramblas para ir a buscar la subida de Miramar y, a la altura del Estadio de Montjuïc se unían los participantes que salían para correr la carrera de 10km. Se seguía por la plaza España, por el Paralelo y las rondas hasta llegar a la plaza Universidad. Entonces, se añadían los corredores de la carrera de 5km, y desde allí, siguiendo por las otras rondas y el parque de la Ciutadella, todo el mundo seguía hasta la meta en la plaza Cataluña.
Era la época en que correr por las calles era insólito. De hecho, había sido medio prohibido por la dictadura: sólo lo hacían los atletas federados una vez al año, en la Jean Bouin. Esta Cursa de la Mercè del 79, y la de El Corte Inglés cuatro meses antes, abrieron la posibilidad, junto con el maratón de 1980, de poder tomar las calles haciendo deporte, al menos una mañana cada año. Algo insólito, como decía, en un tiempo en el que al correr se le llamaba hacer footing. Una época en que muchos empezábamos a correr con zapatillas de tenis. Tan lúdica fue aquella primera Mercè, que incluso no hubo ni resultados ni clasificación. Daban un diploma a todos, y cada uno se ponía el nombre y el tiempo que había hecho.
Difícil saber, pues, cuantos la hicieron y cuantos la terminaron. De la segunda, el año siguiente, los periódicos hablaban de 10.000 corredores. Pueden parecer muchos para la época, pero lo cierto es que poder correr por las calles de Barcelona tras unos largos años de prohibiciones era una bendición a la que nos apuntábamos deprisa y corriendo, nunca mejor dicho.
A medida que la carrera se consolidaba se iban introduciendo variantes. Así, con la idea de estimular niños y adolescentes a correrla, en 1981 se hizo una reservada a los menores de 15 años. También hubo otra exclusiva para atletas federados, y una más para corredores populares adultos.
Años más tarde, todos corríamos juntos en una misma carrera. En las primeras, seguramente por la falta de cultura atlética, eran frecuentes los sustos y las rencillas en las salidas. Algunos se adelantaban al disparo y se iban sin que nadie pudiera detenerlos. Pasó varias veces. En concreto, los años 1982, 1983, y muy especialmente en 1984, donde lo hicieron atletas de renombre. El resumen de lo que sucedió lo explicaba el periodista Carlos R. Galindo en la revista 'Marathon':
"La salida se hizo en la Avenida de María Cristina, junto a la Plaza España. Los participantes, algunos ocasionales deportistas por un día, estaban alineados cuando el alcalde Maragall dió el disparo. No lo pudo hacer porque la pistola no funcionó. El hombre, con recursos, llamó "¡Ya!" Y salió todo el mundo a la conquista de los 11km de la carrera. De repente se empezaron a oír gritos "No hay derecho. ¡¡¡Esto es una carrera popular y no olímpica!!! ". Algunos se habían colocado unos cuantos metros delante de la línea de salida, entre los cuales figuras conocidas como Wilmot y Catalán. La ventaja que adquirieron los dos atletas resultaba infranqueable para Amado Hernández, que iba tercero. El numeroso público de la llegada en la avenida Maria Cristina aplaude a rabiar la entrada a meta de Wilmot, que en un tiempo de 33'40" se clasifica primero. Pocos metros después lo hace Domingo Catalán, segundo con 33'42", mientras que Amado Hernández, tercero, cubre los últimos metros con un gesto muy elocuente: levanta el dedo índice como indicando que él es el auténtico ganador. Apenas cruzada la meta se dirige al árbitro y le increpa. Un aficionado aporta una fotografía de una polaroid y se aclara todo. Por los altavoces se dice que la victoria de la VI edición de la Carrera de la Mercè corresponde a Amado Hernández". Lo cierto es que los tres amigos, tres compañeros de toda la vida, se dijeron de todo en la llegada. Pero la sangre no llegó al río y siguen siendo muy amigos. Aquel año, la primera mujer fue María Tió, de Sant Pol de Mar. Una destacada jugadora de baloncesto que había empezado a correr tres meses antes de la carrera. Era madre de cuatro hijos, el último de cinco meses.
En aquellos primeros años, y hasta que no se adoptó el chip, el número de participantes que acababan las carreras, de la Merced y de todas, era una incógnita. La prensa, unas veces decía que éramos diez mil y el año siguiente set-mil, para volver más adelante a once mil. Lo cierto es que había estallado el primer boom del correr y éramos muchos los que habíamos quedado atrapados por una nueva forma de hacer deporte. Como los quince mil que se dijo en 1989, el año en el que (el lector me sabrá disculpar la referencia) la primera mujer fue Elisenda Pucurull y el ganador, en hombres, Joan Viudes. Hay que decir que este atleta quedó primero en cuatro ocasiones y le corresponde el honor de ser quien más veces ha ganado la Carrera de la Mercè hasta ahora. El segundo de este ranking de vencedores, con tres victorias, es Fernando Diaz, como Carles Castillejo. Y en mujeres, Nuria Pastor lo consiguió nada menos que en siete carreras. Detrás, con seis victorias, figura la corredora nacida en Marruecos y establecida en Cataluña, Hasna Bahom.
A lo largo del tiempo, la Cursa de la Mercè ha tenido varias distancias, entre 8 y 11 kilómetros, y diferentes recorridos. Los más duros fueron los primeros años, hasta la mitad de los noventa, cuando se iba y se volvía a Montjuïc y al empezar todo era diversión y buen rollo, pero al llegar a la subida de Miramar el hablar con el de al lado se acababa de golpe. Hasta que no se llegaba a la Fundación Miró, quien más quien menos, sacábamos el hígado por la boca. Era frecuente, en aquellos años, ver cómo algunos participantes, en lugar de rodear el Estadio por detrás e ir a buscar la plaza de Sant Jordi tiraban por el derecho y lo que íban a buscar era el Pueblo Español, para soltarse y entrar satisfechos a la avenida de Maria Cristina. Es decir, que los "recortadores" (tramposos que acortan el recorrido en las carreras para presumir de marca) es una especie que viene de lejos.
La Carrera se había celebrado siempre el día de la Mercè, que es festivo en Barcelona, cayera en el día de la semana que cayera. Pero a partir de 1997 se hizo coincidir en un domingo de septiembre, y así a continuación, a fin de que puedan correr corredores de fuera de la ciudad.
En 1999 se corrió la Cursa de la Mercè con chip por primera vez. Un curioso ingenio ligado a la zapatilla para cronometrar el tiempo de los participantes. Ahora parece lo más normal del mundo, pero veinte años atrás, el saber exactamente la marca que habías hecho prescindiendo de lo que tardan en cruzar la línea de salida, era una celebrada cosa de ciencia ficción.
En los años 2001, 2002 y 2003, la Carrera de la Mercè, de diez kilómetros y medio entonces, se disputó al mismo tiempo que el medio maratón de Barcelona. Habían quedado atrás los tiempos de correr sin preparación. La gente ya se entrenaba y participaba en carreras de cierta distancia, y resultaba atractivo la opción de hacerlo en dos modalidades. Aun así, se inscribían casi el mismo número de corredores en una y otra prueba, y la de la Mercè resultaba desdibujada (en 2003 lo hicieron sólo tres mil) y se dejó de combinar.
La incorporación de corredores de alto nivel en la Cursa de la Mercè, muchos de ellos procedentes de la pista, fue una constante en los primeros años. Una circunstancia que se mantiene, lo que servía y sirve para dar relieve a la prueba, además que la mayoría de corredores anónimos nos gusta participar en la misma carrera que las figuras consagradas. La lista es exhaustiva. Por decir algunos, destacaría a Domingo Catalán y Teresa Palacio en sus tiempos, y Benito Ojeda, Roger Roca, Txell Calduch, Hasna Bahom y Carles Castillejo más recientemente.
También, algunos deportistas de renombre corren la Carrera. Luis Enrique, uno de ellos. En la de 2004, un grupo de corredores anónimos, dolidos por el anuncio de la supresión del maratón, reivindicábamos su regreso con rótulos de papel de color amarillo colgados en la espalda con el lema "Queremos Maratón en Barcelona". Uno de los que se quiso adherirse a la protesta fue Luis Enrique. Al día siguiente hablaban los periódicos. Nunca se lo agradeceremos bastante.
El recorrido actual de la Carrera es el mismo que el del 2004. Desde entonces, tal vez ha tenido algún pequeño cambio para obras en las calles, pero no es significativo. El circuito, aparte del último kilómetro por el Paralelo, es muy llano. Un acierto. Como también lo es, y muy grande, que en el año 2007, cuando la prueba, que continuaba siendo gratuita, se convirtió en carrera solidaria. Cada chip que se recuperaba en la llegada significaba una donación de 80 céntimos a la entidad Casal de Niños del Raval, una organización que trabaja con familias y niños en riesgo de exclusión social. La de la Mercè fue de las primeras carreras que unió el correr a la solidaridad. En 2009 se pagó la inscripción por primera vez: 5 euros y la recaudación iba a parar a Unicef para fomentar el atletismo en las escuelas de Senegal. Desde entonces, tiene un marcado perfil humanitario y la recaudación de cada año se destina a diversas entidades sociales.
El hecho de que la Carrera forme parte de los actos de la Fiesta Mayor de la ciudad, la convierte, de siempre, en una carrera festiva, pero eso no quiere decir que esté exenta de competitividad para los que les gusta. Desde 2010 forma parte del Challenge BCN 10k. Una competición en forma de liga que agrupa dieciséis de las más importantes carreras de 10 kilómetros de Barcelona, en la que se otorga unos puntos acumulativos cada participante, con trofeos para los primeros de cada categoría de edad.
En 2013, el año que entró vencedor en Carles Castillejo por segunda vez de los tres que acumula, y en 2014, se alcanzó el mayor número de finalistas hasta ahora: 13.041 y 14.010 respectivamente, lo que demuestra el arraigo que la Cursa de la Mercè tiene en éste mundo de las carreras populares y la fidelidad de los que somos asiduos. Un volumen de participación importante, teniendo en cuenta que en aquellos años ya habían comenzado las bajadas de corredores en las carreras, debido a la enorme oferta que existe.
En 2017, la carrera fue especial por varios motivos. Coincidía con los 25 años de los Juegos Olímpicos de Barcelona y se rindió homenaje al evento. Todos los que la hicimos correr lucía una camiseta blanca con ilustraciones sobre los Juegos, rememorando la que llevaban los voluntarios olímpicos en aquellas fechas de 1992. Además, se otorgó un premio al primero de los corredores nacidos el 92 que cruzar la meta. Por otro lado, los ganadores, Mourad El Banmouri en la categoría masculina en 29'24 ", y Lidia Rodriguez en la femenina y en 34'12", batieron los récords de la prueba que sobre el mismo circuito se mantenían desde hacía mucho tiempo: doce y trece años respectivamente.
Termino estas pinceladas sobre la Cursa de la Mercè con el párrafo de un artículo que publicó en el diario Ara la escritora y periodista Empar Moliner. Es de hace dos años. Nadie como ella, buena aficionada a correr, para reflejar la esencia de la prueba.
"Dentro de la Carrera de la Mercè. (...) Salimos. Ambiente. Corredor descalzo con portachips con bandera española en el tobillo que habla con un amigo. Está contento porque bajará de cincuenta. Grupo de amigos con estelada que llevan un chico en silla de ruedas. "Va, tirar que al final hace bajada!", Dice él. Yo sonrío y les digo: "No, eh?" Y ellos llaman: "Lo ves? Lo ves? "Un novio me pregunta:" ¿Qué tiempo harás? "Me gustaría bajar de cincuenta, pero no sé si podré. En Gran Vía, una paloma picotea un vomitado. Una chica pálida, con vestido de noche, aunque con una copa en la mano, cimbreante como un junco, grita: "Sois los mejores!", Y nosotros le aplaudimos. En el asfalto veo la línea azul, medio borrada, del maratón. El kilómetro 37 en el suelo. Recuerdo que siento cuando la hago, el maratón, y paso por aquí. Y cuando la haga, recordaré esta carrera. La frescura que llevaba en el cuerpo. Me gustan más las carreras largas porque no tengo que ir deprisa. "Silla, silla, una curva!", Chilla un chico. Para avisar a los de la silla de ruedas. Llego asfixiada y veo que no he bajado de cincuenta por treinta segundos. Camino para ir a buscar el agua y veo que los repartidores de flyers (otras carreras) ya no son, como antes, sólo estudiantes. Hay señoras, abuelos... A mi derecha una mujer de piel de colacao besa a una niña (su hija) mientras un hombre (su) le aguanta un ramo de flores. Es Janet Becerra, la tercera clasificada. La saludo. Es boliviana y vive en Sabadell. Charlamos un rato. "Los periodistas siempre se equivocan con mi nacionalidad", me dice. Y me cuenta que no puede entrenarse como quisiera, porque trabaja todo el día y además tiene la niña. Le pregunto qué ha hecho de tiempo. "No he mirada. Treinta y seis y algo... ". No tiene club ni entrenador, sólo es una mujer que corre, que vino aquí sola, en 2006, a trabajar. La felicito, me felicita y acabamos hablando de restaurantes bolivianos. Le digo que en Sabadell he ido a Las Brujas y entonces me recomienda La Panchita. Me voy caminando con el dorsal puesto, llena de optimismo, pensando en comerme unos pacumutos".
Como epílogo, destaco que la Cursa de la Mercè, la segunda más antigua de las sesenta y seis que se celebran en Barcelona, es una de las carreras donde se ha ido haciendo más patente el fenómeno del aumento de corredoras. Los primeros años eran muy pocas. Nada que ver con la actualidad. La proporción de mujeres respecto del total de participantes en la carrera (la ratio, lo llaman) crece sin parar. Basta decir que mientras los primeros años la participación femenina era casi testimonial, en 2005 fue del 15% y ahora, en el último año, ha sido del 30%.
Miquel Pucurull
07/26/2018