El marco de los derechos culturales incluye también el derecho a trabajar en condiciones dignas en el sector cultural. Hay que reconocer y poner en valor todos los trabajos necesarios para la cultura, no solo aquellos más visibles, y abordar desde una perspectiva interseccional las desigualdades que se reproducen en el trabajo cultural, garantizando la sostenibilidad económica, social y ambiental de la acción cultural.

Este eje aborda la diversidad de identidades que incluyen los derechos culturales (género, sexo, etnia, lengua, origen, trayectoria, etcétera) y las dificultades que pueden darse para vivir libremente dicha diversidad.

Es necesario abordar la insuficiente presencia y visibilidad de las diversidades en las expresiones y prácticas culturales, pero también en la participación y capacidad de decisión en el diseño de las políticas culturales.

Existen diferentes condiciones que afectan al derecho a participar en la vida cultural de la ciudad y también varias formas de participación. Este eje aborda las diversas formas de ejercer los derechos culturales de manera colectiva, analizando las oportunidades y los retos de vivir la cultura en comunidad.

Existe una relación directa entre los derechos culturales y los derechos digitales. La digitalización de la cultura y del conjunto de la vida social y económica ha abierto nuevas posibilidades de acceso y participación, pero también puede reproducir y crear nuevas desigualdades que condicionan los derechos culturales. La circulación de contenidos y la capacidad de acceder y de facilitar el uso formarán parte de este eje.