Discofòrum Sants, 28 de abril
(Centro Miquel Martí i Pol, C/Constitució 1)
Ponemos en marcha la segunda ronda del Discofòrum en Sants. Una mañana de sábado soleado, la gente llena las calles, faenando, haciendo encargos, aprovechando para hacer aquello que no ha cabido en las ajetreadas agendas semanales, pero con otro ritmo, a ritmo de sábado y sol. Saïda nos ha abierto las puertas de la antigua Sala de Lectura Miquel Martí i Pol, en la calle Constitución 1-5. Es un espacio que no conocemos, pero que parece muy adecuado para el día que hace. El sol entra por los ventanales y tenemos una mesita con zumos y cruasanes. Mientras se acaban algunos cafés, dejamos la sala montada y el equipo preparado, y nos vamos sentando en un círculo mientras hay besos, saludos y comentarios del regusto del último encuentro.
Hoy el ambiente es diferente, las caras y las miradas nos son mucho más familiares y el buen recuerdo del último DF genera una nueva energía: teníamos ganas de vernos y se nota.
Esta vez, Amàlia rompe el hielo —que ya venía agrietado. Nos explica cómo ha encontrado la canción que empezará a sonar. Solucionó el dilema de qué proponer de la manera más sencilla: abriendo el cajón de los discos, repasando y escogiendo alguno de los discos que ha ido acumulando. Lleva una versión renovada de un blues de Henry Thomas de 1928. Nos dice que ella no sabe de música, pero nos abre la sesión con un temazo familiar: tres hermanos en la banda, el padre en la producción y un estudio analógico cargado de trastos antiguos.
Aprovechando el punto de vista que ha abierto Amalia, Fede nos lleva a un lugar común. Esta canción representa para él el hecho de pararse, respirar, un instante de paz. El sonido del mar, silbar esta melodía y el descubrimiento de este sonido soulero. Todo esto lo transporta a la infancia y… resulta que ¡es una infancia común! Casi todas las que estamos sentadas en las sillas compartimos este lugar común y resulta que somos de generaciones muy diferentes.
Ricard quería traernos una canción soul de una mujer, pero una noticia mientras estaba de viaje le dio una buena idea. La banda liderada por la bajista de Pixies, The Breeders, sacaba un disco nuevo después de diez años de silencio discográfico, así que tiene una buena excusa para cambiar de rollo la sesión y poner un riff lo-fi espectacular que todas tenemos en mente y en los pies, y las sillas empiezan a menearse. Y nos preguntamos, ¿cómo se lo hicieron para imaginar la intro?
El amor por la vida, por la música y por quien las comparte, así nos presenta el tema Rodrigo, con un relato personal de aprendizajes para la cabeza, el cuerpo y las orejas. Seguimos el camino de las sonoridades embrutecidas, crudas y directas y los sampleos inclasificables para llegar a uno de los experimentos del hip hop que más ha marcado una parte de este lenguaje durante los años 2000: Madvillain. Madlib —productor y sampleador inabarcable— y MF Doom —liricista inclasificable— se unen para hacer un disco protagonizado por un auténtico súper malvado de cómico de carne y huesos.
Saïda nos presenta un triángulo: Atlanta, Nigeria y Francia. De la periferia de París hasta La Bordeta. Una canción de afrotrap duro y bailable, directa y consciente. Esto que suena la relaciona con los adolescentes con quienes trabaja, los conecta, los enlaza y establece puentes intergeneracionales y, cómo no, ¡la hace bailar!
Después de la tormenta, llega la calma y Maria Dolors nos hace bajar las pulsaciones y volver a respirar. Mirando un programa de la tele donde sonaba una versión de R.E.M., acabó llegando a una de sus artistas favoritas: Pati Smith. Suena el tema y suena a todo volumen!. Esta canción es como medio triste, pero para ella es catártica y la hace llorar, pero llorar bien. Además, resulta que la señora Smith nos permite explicar algunas anécdotas.
Los Discofòrums nos sirven para conocernos y compartirnos. Jordi nos pone dos caras de la misma moneda: la sofisticación vs. la sencillez o, en su caso, el punk vs. el renacentismo. Nos habla de curiosidad, del error como motor y de aquella gente que convierte un instrumento en una parte más de su cuerpo y, por aquí, llegamos a escuchar una versión de los Beatles que nos deja atónitos.
En este DF todavía nos falta un cierre. Y será tan redondo como el último. Joan toma el control para descontrolarlo todo. Para sumar Beck, Bowie, góspel, guitarreo, cuerdas, conducciones —y ¡treinta mil colores más!— en 360°, ¡É-P-I-C-O! Quedamos embelesados por una descarga de más de nuevo minutos que pone punto final al segundo DF de Sants.
En breve tendrá lugar el próximo encuentro.