Relatos de DF en Sants vol. 1

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Sessió de Discofòrum a Sants

Discofòrum Sants, 10 de marzo de 2018

(Lleialtat Santsenca)

 

Empieza el Discofòrum y Amalia presenta Better Days, una canción que remueve la tierra y que la levanta en los momentos en que está metida en el pozo —y nos explica que el artista Bruce Springsteen vivió durante años en semidepresión. Recuerda un concierto del 81 y aquella explosión de energía. Enseguida, Josep llega con el California Dreamin’ y abre un canal temporal que nos retrotrae a su época de melenas — ¡que conserva muy vivas!— y que nos hace pensar que el tiempo tampoco es una losa, sino un viaje que nos conforma como personas. Entonces los Wilco, de la mano de Ricard, nos aportan atemporalidad. La canción es moderna, pero continuamos con sonoridades y estados de ánimo próximos a los que veníamos escuchando. Una versión de hace 40 años que reivindica viejas consignas pasadas de moda.

 

Como un terremoto, Saïda, bailadora compulsiva, shazameó al vuelo un temazo en unas fiestas del Poble-sec. Y en una tarde lluviosa y todavía invernal, nos pone una canción que hace mover las sillas que nos aguantan los culos y da un nuevo rumbo al encuentro: llegamos a Latinoamérica. Mathew recoge el guante y construye un puente entre el Caribe y África. Una banda senegalesa de los años ochenta que versionan un clásico de la rumba cubana con instrumentación africana. Un diálogo decolonial, una ida y venida en ocho minutos sin pasar por el mundo occidental. Y Fede acaba de rematar, volviendo a Borinquen, con una canción que se mueve entre la tradición afro-caribeña y las sonoridades modernas. Conversamos sobre lo que ha sonado hasta ahora. Así como los puertorriqueños cogían la guagua aérea para llegar a los EE. UU., Maria Dolors nos envía de nuevo a las calles hostiles de la ciudad de Nueva York con una preciosa canción de Lou Reed, que descubrió no hace demasiado y que relata las desigualdades de la metrópoli y de la selva de hormigón que es la ciudad.


 

David recoge el guante y dice: venimos de donde venimos, y lo tiene clarísimo. Como una premonición que no quiere repetir, nos dice I fought the law y nos invita a cambiar el final del estribillo por otro victorioso. Francesc nos pide que prestemos atención al tema que ha escogido y nos explica que lo que le remueve es la música y que entiende esa letra como otro instrumento más. Dos tradiciones: suena un tema de Paul Simon, que conecta parte de la escucha que hemos oído esta tarde con esos viajes de ida y vuelta, de África a EE. UU., del Caribe a Europa. Anna remata, y ¡de qué manera! Nos explica que le encanta bailar, que lo ha hecho toda la vida, que ha escuchado todo tipo de músicas, pero que, un día, sintió una —tristemente prohibida durante unos cuántos años en nuestro país, y es que el tiempo pasa y, a veces, las cosas no cambian tanto como nos pensamos— que la hizo pararse. Le mueve el interior, no aquello físico, sino que siente una elevación. Suena Carmina Burana para cerrar la sesión, pero nadie se quiere ir. ¡Épico!

 

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