
Romeo Castellucci debuta en el Liceu
El artista italiano, una de las referencias principales del teatro europeo contemporáneo, pone en escena la Misa de Réquiem, de Mozart.
Un canto a la vida. Así nos presenta el creador escénico italiano Romeo Castellucci su puesta en escena del Réquiem de Mozart, una composición que, sí, es una misa de difuntos, pero que uno de los directores más vanguardistas de la Europa actual nos presenta desde una perspectiva nueva. Presta atención, ya que el responsable musical del espectáculo es, ni más ni menos, que Giovanni Antonini, fundador del mundialmente conocido conjunto de música de cámara especializado en el Barroco Il Giardino Armonico. Del 17 al 26 de febrero, en el Gran Teatre del Liceu.
Como voces protagonistas de la velada, las de la soprano Anna Prohaska, el tenor Levy Sekgapane, la mezzo Marina Viotti y el bajo Nicola Ulivieri. El programa está encabezado por el mítico Réquiem, pero también incluye otras composiciones mozartianas, como Meistermusik, KV.477b (1785); Miserere mei, KV.90 (1771); el oratorio Ne pulvis et cinis, KV.Anh.122 (1779); Solfeggio F-Dur, KV.393/2 (1782); el motete Quis Te comprehendat, KV.ANH.110 (1781) y el lied O Gottes Lamm, KV.343/1 (1779).
Como gran protagonista de la noche, sin embargo, un Romeo Castellucci que ya presentó esta puesta en escena del Réquiem en el Festival d'Aix en Provence (en la fotografía @Pascal Victor. ArtComPress), una coproducción que ahora llega al Liceu y que supone la primera comparecencia del artista en este escenario. Castellucci es conocido en la ciudad por los montajes que se han visto dentro de la programación del Grec Festival de Barcelona de los años 1997 (Orestea. Una commedia organica?), 2009 (la trilogía Inferno, Purgatorio y Paradiso), 2011 (Sobre el concepto de rostro, en el Hijo de Dios) y 2022 (Bros).
Él pondrá imágenes a una composición que es una de las cumbres de la historia de la música. Misteriosa y enigmática (de hecho, ni siquiera se sabe con certeza quién la encargó, aunque se cree que fue el conde Franz von Walsegg en memoria de su esposa), la composición era la misa de difuntos número diecinueve que componía Mozart. El artista, sin embargo, murió mientras completaba el encargo, de ahí que sea una obra inconclusa.
Es un lamento fúnebre y una petición de clemencia, pero Castellucci convierte el Réquiem y el resto de piezas religiosas de Mozart que forman la banda sonora del espectáculo en una especie de celebración de la vida, más allá de los tópicos sobre la fugacidad de la existencia y la fragilidad humana.
Como resultado, un canto a la existencia que suma a la belleza plástica, una fuerza teatral irresistible y una música que se encarga de dirigir un reputado músico italiano, Giovanni Antonini, que tanto toca la flauta como dirige a su grupo de cámara (Il Giardino Armonico) o la Orquestra Simfònica del Gran Teatre del Liceu, como en esta ocasión.
Se ha ocupado de la dramaturgia del montaje Piersandra di Matteo y en la representación tiene un papel especialmente destacado el Cor del Gran Teatre del Liceu, dirigido por Pablo Asante.
Si no quieres perderte el debut en el Gran Teatre del Liceu de uno de los grandes del teatro de vanguardia actual, ven a ver Réquiem, pero antes consulta en la web toda la información al respecto.