Ejercer y celebrar los derechos culturales
CULTUROPOLIS cierra su primera edición con éxito de asistencia y con una cuarta jornada con una fiesta llena de participación y espectáculo en el Paral·lel.
La calma propia de un sábado a primera hora se ha visto agitada en la avenida del Paral·lel por las pruebas de sonido de un escenario que han anticipado al vecindario una matinal llena de música, espectáculo, juego, danza y cultura en general. Cincuenta metros más arriba, un espacio de juego y una pista abierta de baile han empezado a montarse, y frente a El Molino, un plató de la televisión ha iniciado la emisión de entrevistas con representantes de la cultura y de las entidades del Poble-sec, entre otras. La última jornada de CULTUROPOLIS ha empezado a despertar.
De repente, un Seat 127 de los años setenta ha irrumpido en la plaza de la Bella Dorita, abriéndose paso entre las personas espectadoras del programa televisivo. De él han desembarcado cuatro performers para explicar, a voces, que venían del futuro para mantener viva la cultura del barrio, ya que en su época esta está de baja forma: “no hay vida, todo el mundo está enganchado al móvil, nadie se toca”. Como si fueran el flautista de Hamelin, han seducido a quien se encontraba a su alrededor para que los acompañaran a dar un paseo por el barrio.
A lo largo del itinerario se han ido encontrando con varios grupos que se han unido al grupo y la comparsa se ha convertido en un verdadero pasacalle cultural: un vendedor ambulante de algodón de azúcar, una batucada, una segunda batucada, esta con el añadido de instrumentos de viento… y la samba se ha apropiado de Nou de la Rambla. Ya es oficial: la fiesta callejera por los derechos culturales ha despertado.
El vecindario del Paral·lel y otros puntos de la ciudad se han ido uniendo al cortejo, el cual ha continuado creciendo: dos grandes altavoces a bordo de triciclos han añadido el techno, el dance y la electrónica al show, y un conjunto de mosqueteros y mosqueteras han ofrecido un espectáculo de danza a las puertas de Sant Pau del Camp. El pasacalle ha abierto las puertas de la fiesta a la vez que ha sido una muestra de la actividad cultural del Poble-sec a través de las entidades del barrio que han participado y que, de rebote, han conmemorado el décimo aniversario del Centro Cultural Albareda.
Mientras, en el espacio de juego El Pati Reciclat, un montón de niños y sus familias se han enganchado a una colección de juegos hechos con objetos y materiales a los que se les ha dado una segunda vida para salvarlos del vertedero: vehículos de tracción humana, rompecabezas tridimensionales, juegos de puntería, de habilidad y juegos que todavía no se han inventado y que los niños han creado con los materiales que el espacio ha puesto a su alcance. Porque la sostenibilidad y el juego también son cultura y en nosotros está el derecho de participar en ella con la creatividad, el ingenio y la experimentación, algo que estos cuatro días de CULTUROPOLIS han dejado bien claro. Junto a este Pati, la compañía de danza Los Informalls se ha activado y ha enredado a quien ha pasado por delante del open stage a mover el esqueleto al ritmo del rap, el hip-hop, el merengue, el reggaetón y otros muchos sonidos.
La pista de baile de la fiesta en la calle ha acabado movilizando a las masas metro en el escenario ha comenzado el acto central de la fiesta: la emisión en directo de la Red de Radios Comunitarias de Barcelona, que ha contado con Marc Giró como presentador invitado. El acto ha compartido con el público la música y danza de Flamenco Queer, las ilustraciones de Flavita Banana, la voz de Gloria Ribera, mucho humor y numerosas reivindicaciones a favor de los derechos culturales. Concretamente, se ha presentado una Auca de los derechos culturales compuesta por ocho puntos que han ido listando, explicando y ejemplificando mediante las artes escénicas: la interculturalidad y diversidad, la lengua catalana, la perspectiva feminista, la transparencia y el buen gobierno, la transversalidad , la descentralización, la cultura metropolitana y la sostenibilidad. El espectáculo ha hecho vibrar a la audiencia con la música y ha despertado su risa, pero también la ha hecho reflexionar con cuestiones lanzadas al aire sobre el reconocimiento entre culturas, la dignidad de la profesión de artista o el feminismo. Una sesión que ha resumido el conjunto de temas abordados en este CULTUROPOLIS y los ha llevado a la práctica con ejemplos artísticos.
La fiesta ha incluido más actividades a pie de calle, como un itinerario guiado por los lugares clave de las raíces flamencas del Paral·lel, explicados desde la historia y la investigación, o un taller escénico y participativo para explorar el vínculo entre la danza y los libros. Además, en la sala Paral·lel 62 han tenido lugar las últimas sesiones del congreso académico. El punto final lo han puesto dos conciertos que han llenado de música y público el tramo de calle entre El Molino y el Paral·lel 62: el de Rumba All Stars, formado por Carabutsí con músicos representativos de la rumba catalana del Raval, Hostafrancs y Gràcia, y el mix de estilos latinos, afrocubanos y electrónicos de La Sra. Tomasa. Un colofón participativo, popular y festivo donde la ciudadanía ha podido poner en práctica el ejercicio de los derechos culturales que han centrado esta exitosa primera edición de CULTUROPOLIS.