Ubicado en un extremo del parque de la Ciutadella, el Castillo de los Tres Dragones debía funcionar como reclamo arquitectónico y como café-restaurante durante los meses que duró la Exposición Universal de 1888. No obstante, algunos problemas durante la ejecución de las obras llevaron a Lluís Domènech i Montaner a abandonar el proyecto, que finalizó otro arquitecto cuando ya quedaba poco tiempo para clausurar la feria.

A pesar del éxito relativo de los inicios, en seguida el Castillo de los Tres Dragones, que adoptó el nombre de una obra teatral de Serafí Pitarra, se convirtió en emblema de la Barcelona modernista.

El Castillo de los Tres Dragones reúne algunos de los rasgos más característicos del modernismo catalán: la construcción de ladrillo visto, la forma majestuosa y fantasiosa (en este caso, un castillo de planta cuadrada con cuatro torres), el uso de hierro forjado y de cerámica para la decoración, etc.

El edificio ha tenido varios usos desde que se construyó: pocos años después del fin de la feria se reabrió como Museo de Historia, y en el año 1920 se readaptó para acoger el Museo de Zoología. Actualmente es una de las cuatro sedes del Museo de Ciencias Naturales y se dedica a la investigación, conservación y divulgación de las colecciones del museo, además de la publicación de obra especializada. Gran parte de sus datos son accesibles en línea a través del portal Global Biodiversity Information Facility.