El encanto de los clásicos
Lugar antológico por excelencia, la trayectoria del Cafè de l’Òpera abarca casi doscientos años. Su origen data del siglo XVIII, cuando no se conocía como café y más bien funcionaba como taberna hostal y punto de salida de los carruajes que viajaban a ciudades como Zaragoza o Madrid.

Más adelante, a mediados del siglo XIX, este local de La Rambla se convirtió en una famosa chocolatería muy frecuentada por los barceloneses que iban a ver los espectáculos del Liceu. Todavía se conservan una colección de espejos y algunos restos de la decoración vienesa que se estilaba en aquel momento.

Pero no fue hasta el año 1929 cuando se inauguró como el Cafè de l’Òpera y se remodeló siguiendo el estilo modernista que conserva actualmente. Restaurado por el arquitecto Antoni de Moragas, el café continúa siendo uno de los espacios más elegantes de Barcelona.

Un lugar para todos
Con un ambiente muy variado, en el Cafè de l’Òpera se han reunido muchos personajes de la sociedad barcelonesa y extranjera a lo largo de todos estos años. El rey Alfonso XIII, anarquistas, bohemios, burgueses, escritores… han pasado por este local, donde todavía es posible entrar y disfrutar de una de las mejores colecciones de whisky de la ciudad o tomar un café mientras se observa la historia a través de una ventana abierta al pasado.