Picasso vivió en Barcelona unos años fundamentales: los de su periodo de formación. Con Barcelona estableció y mantuvo unos fuertes vínculos durante toda su vida. Y en Barcelona quiso tener su museo.
Así fue como, en 1960, y por voluntad expresa del propio Picasso, su amigo y secretario personal, Jaume Sabartés, propuso al Ayuntamiento de Barcelona la creación de un museo dedicado a su obra. En 1963, el museo era una realidad y abría sus puertas en el palacio Aguilar, en el número 15 de la calle de Montcada.