Barcelona Metropolis

Como Ocaña, Nazario fue uno de estos jóvenes que cogió carretera y manta y se instaló en Barcelona en 1972. No tarda en fundar el colectivo de cómic underground El Rrollo, con Farry, Javier Mariscal y Pepichek, que viven en una comuna de la calle Comerç. Cuando muere el dictador es como si se abrieran unas grandes compuertas: en 1975 se funda el FAGC [Frente de Liberación Gay de Cataluña], y en 1976, el Teatre Lliure; en 1977 se celebran las Jornades Llibertàries Internacionals [Jornadas Libertarias Internacionales] en el Park Güell; en 1978 La Banda Trapera del Río saca su primer disco, y en 1979 sale el primer número de El Víbora, con el “Anarcoma” de Nazario como estandarte. ¿Quién mejor que una puta travesti, mezcla de Humphrey Bogart y Lauren Bacall, como emblema de la época?

El bar Kike

En 1983, en la calle Rauric reabre el bar Kike que da nombre al libro, un punto de encuentro de putas, macarras, camellos y maricas que campaban por esos callejones tortuosos cerca de la plaza Reial, donde vivía Nazario con su novio, el escultor Alejandro. Como les va la marcha, se pasan todo el día en el bar y conocen a toda la chusma: Nazario nos describe minuciosamente a sus parroquianos y sus vicios y manías, entre ellos un tal Paco, que hace la limpieza del local y que no tardará en convertirse en Paca la Tomate. Nazario escribe:

             “A la Paca y a mí nos unía una enorme timidez que solo superábamos recurriendo al alcohol. Yo era su amigo famoso borracho y ella cultivaba mi amistad atiborrándome a whisky. Por la tarde, a la hora de abrir el Kike, me acercaba por allí (…), y [Paca] ponía música y comenzaba a recoger y a fregar. Los vasos y los tragos se iban sucediendo a medida que el olor fétido iba siendo sustituido por un penetrante y repulsivo olor a lejía que repartía sin piedad, generosamente, por todos los rincones. (…) Ahora, ya las dos de este lado de la barra, reíamos compinchadas y ocurrentes dispuestas a alternar, deslumbrar o burlarnos de los primeros clientes que irían llegando”.

La Paca se convertirá en la estrella del underground, con espectáculos extraordinarios y muy punk —nada que ver con el típico playback—, y acabará mal, como tantas otras de su generación. A través de este ascenso y caída, con la narración detallada de los miles de saraos que organizaba la pandilla (exposiciones, homenajes, fiestas de cumpleaños, manifestaciones, bodas performáticas, fotonovelas) y con una gran profusión de fotografías de la época, Nazario nos hace revivir esa movida tan guapa, resplandeciente y canalla, delirante y pasada de rosca, llena de drogas, sexo, música y arte en vena, de todo lo que pasó en un bar.